miércoles, 24 de septiembre de 2008

África y América se encuentran


Cali
Afrodescendiente canta y danza en el Santo Evangelio


Los Misioneros de la Consolata y la Comunidad del Teológico Internacional se encuentran con el pueblo de Cali, el 21 de septiembre de 2008, para celebrar con la Iglesia de Jesucristo que está en Cali y la Comunidad Afrodescendiente la ordenación diaconal de Antony Murigi y Venanzio Mwangi.




Murigi
y Mwangi, ambos hijos del pueblo Gìkùyù que habita al pie del monte Kenya, vinieron a Colombia en el nombre del Señor Jesús para formarse como "Discípulos-Misioneros" al servicio del Evangelio de consolación-liberación.



Monseñor Julio Hernando Garcia Peláez, Obispo auxiliar en la Arquidiócesis de Cali presidió la celebración en el día en que los Misioneros de la Consolata conmemoran la primera misa de su Fundador José Allamano en Castelnuevo Don Bosco en el altar de la Dolorosa, como queriendo consolarla.



La comunidad Cristiana de la Parróquia del Santo Evangelio, con su párroco, P. Rino Dellaidoti, a la cabeza y el equipo de la Pastoral Afro de la Arquidiócesis animado por el P. Vicente Pellegrino y los dos Neo-Diáconos oraron, cantaron, danzaron y aplaudieron el don del Dios de la Misión en el Ministerio del diaconado al servicio de la vida con calidad. Los nuevos diáconos, dedicarán sus energías, inteligencia y espiritualidad al servicio de la vida en todas sus manifestaciones, privilegiando los lugares en donde ésta aparece mas frágil, amenazada y vulnerable.



Un diaconado de dos africanos en la Amerindia-Afro-Latina, rodeados de otros africanos puros, muchos Afrodescendientes y mestizos colombianos y uno que otro europeo y asiático se convierte en un sacramento, signo e instrumento, claro de la catolicidad de la Iglesia y de su naturaleza misionera.
La fraternidad universal nos permite, en un solo recinto, invocar el Reino de Dios con la oración de Padre Nuestro cantado en muchas lenguas y danzado al ritmo del tambor,la marimba y el guazá.



El abrazo de la paz, entre los diferentes pueblos del mundo, en el nombre del Dios de todos los pueblos, nos dice que es posible la convivencia armoniosa y feliz entre gentes de distintas naciones, continentes, credos y colores.

Que este abrazo de África y América, celebrado en Cali, estreche cada vez más la nueva alianza, ayude a reconciliar los errores del pasado y a soñar una humanidad nueva, sin discriminaciones ni xenofobias.