jueves, 14 de mayo de 2009

Compañeros en la tribulación, profetas de la Consolación

DE SUPERIORES MAYORES RELIGIOSOS DE COLOMBIA

MENSAJE FINAL

Los días 1 al 3 de mayo de 2009 celebramos la XLVIII Asamblea Plenaria de Superiores/as Mayores de la Vida Religiosa en Colombia para profundizar en la conciencia e implicaciones de ser Testimonio de la Palabra y estar Comprometida con la Justicia. Les compartimos este mensaje como fruto de nuestra vivencia y reflexión.

Al sentarnos a compartir y escuchar las diversas experiencias vividas con el pueblo con el que caminamos, e iluminar esa vida desde la Palabra de Dios, sentimos el reto de buscar nuevos horizontes, desde lo que hemos visto y oído; sufrido y contemplado; celebrado y festejado, con corazón de hombres y mujeres en actitud de escucha a Dios en los gritos, reclamos y esperanzas de nuestro pueblo. (Ex 1, 5)

Hace eco, en cada uno y cada una, la experiencia de la gran tribulación del diario vivir que nos comparten muchos de nuestros hermanos/as. Reconocemos entre las causas las estructuras, tanto en el ámbito estatal, económico, social y político, como en la acción de la narcoguerrilla, el paramilitarismo y los grupos de limpieza social, generadores de violencia, muerte, desolación y causantes de un doloroso deterioro de las condiciones a favor de la dignidad humana, especialmente de los más empobrecidos.

La injusta distribución de los recursos del país y un manejo insolidario de mentes y conciencias, nos llama con urgencia a identificar nuestro papel como profetas y testigos/as del Evangelio en la construcción del Reino, y nos exige ponernos de parte del débil y excluido, como hizo Jesús de Nazareth y comprometernos, con ellos, en la construcción de una comunidad consciente, fraterna y solidaria, generadora de vida y de paz; que vive en igualdad y practica el servicio y la misericordia siendo testigo de la esperanza.

Nos sentimos llamados/as a acompañar a las víctimas de la insolidaridad y de la injusticia, a crear conciencia de las verdaderas causas de las muertes impunes y de la violencia generalizada en el país, a hacer propuestas de vida y de acción para restaurar e instaurar la dignidad humana vulnerada. Creemos firmemente que es voluntad de Dios Creador defender y celebrar la vida, porque Él venció a la muerte y está vivo.

La vida religiosa en Colombia se ha ido despertando y comprometiendo cada vez más con las víctimas del sistema, y su presencia es referente para la paz deseada, la justicia comprometida y la fraternidad madura, mientras vive con el pueblo las consecuencias de la presión de los grupos armados.

El compromiso en procesos de liberación y transformación de la realidad desde los valores del Reino, como el acompañamiento a poblaciones campesinas, indígenas, afrodescendientes, desplazadas de zonas de conflicto, hasta el sacrificio de la propia vida, da lugar al reconocimiento del pueblo: “miren cómo se aman”.

Los nuevos horizontes y retos nos obligan a nuevas búsquedas y experiencias en las que constatamos que sólo caminando juntos/as, en proyectos intercongregacionales, participativos y en red, trazaremos senderos para una nueva humanidad. También así somos propuesta de vida alternativa frente a los proyectos de muerte y dolor que hieren la comunión entre los hombres y mujeres de hoy.

Sentimos la urgencia, como animadores de nuestras vivencias carismáticas, de enriquecer el proyecto personal y comunitario para vivir, desde dentro y desde abajo, el acontecer salvador de Dios. Si somos exégesis viva de la Palabra, produciremos frutos de salvación y liberación del pecado y de la muerte. Seremos profetas de la vida y de la paz; de la justicia, del amor y de la esperanza.

Sea Dios nuestro Señor, la acción de su Espíritu que nos hagan fieles y felices en el servicio y la entrega al Proyecto de Cristo, y que la intercesión de la Virgen María y la de todos nuestros Fundadores y Fundadoras, nos mantengan fascinados/as y enamorados/as de la de acción de Dios que transforma la realidad y nos hace ver el encanto de lo nuevo que en Dios nace continuamente.

Bogotá, D.C, 3 de mayo de 2009