lunes, 15 de diciembre de 2014

No digas; a mi no me importa!

 
Pan-Amazonía: fuente de vida en el corazón de la Iglesia”
 
http://redamazonica.org/documentos/
 
Encuentro de presentación y definición de horizontes de laRed Eclesial Pan-Amazónica - REPAM  en el marco de nuestras redes internacionales y la colaboración fraterna.
2 y 3 de Marzo 2015
Roma, Italia
Convocan: Pontificio Consejo Justicia y Paz (PCJyP), Departamento Justicia y Solidaridad (DEJUSOL) del CELAM, Comisión para la Amazonía de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB), Secretariado Latinoamericano y del Caribe de Cáritas (SELACC), y Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosos y Religiosas (CLAR).
El encuentro se dividirá en dos partes:
2 de Marzo por la mañana de 10:00 a 12:15. Evento oficial de lanzamiento y presentación de la REPAM ante autoridades del Vaticano, redes fraternas, representantes oficiales, y amigos-as. Este evento será, posiblemente, en la Sala de Prensa del Vaticano (todavía por confirmarse). Será coordinado por el Pontificio Consejo Justicia y Paz. Idiomas: Español e Italiano (con traducción disponible).
Tarde del 2 de Marzo (12:30 a 20:00) y todo el 3 de Marzo (8:30 a 20:00). Espacio de trabajo para los que integran la REPAM o hacen parte del proceso de construcción de la misma, según los objetivos que se presentan posteriormente. Esto será en la sede de la Curia de los Misioneros de la Consolata (agradecemos mucho su hospitalidad y apertura). Dirección: Istituto Missioni Consolata. Viale delle Mura Aurelie, 11-13. 00165. Roma Italia. Tel. 39 06 393.821. Posteriormente les haremos llegar un mapa y más información. Coordinado por el Comité Ejecutivo de la REPAM. Idioma: Español (y portugués). En caso de invitados especiales (casos particulares) se buscará apoyarles con traducción simultánea al inglés.

 
 
 
 
 


miércoles, 10 de diciembre de 2014

La alegria de la compañia


Un año para pensar, orar y vivir la Vida Consagrada
 
 
Consolad, consolad a mi Pueblo
Consolad, consolad a mi pueblo, dice vuestro Dios. Hablad al corazón de Jerusalén. (Is. 40, 1-2)

A la escucha

Con una peculiaridad estilística que se encuentra también más adelante (cf. Is 51,17; 52,1: ¡Despierta, despierta!), los oráculos de la segunda parte de Isaías (Is 40-55) lanzan una llamada entusiasta a socorrer a Israel deportado, que tiende a cerrarse en el vacío de una memoria fallida. El contexto histórico pertenece claramente a la fase de la larga deportación del pueblo en Babilonia (587-538 A.C), con la consiguiente humillación y el sentido de impotencia para salir de ella. Todavía, la disgregación del imperio asirio bajo la presión de la nueva potencia emergente, la de Persia, guiada por el astro naciente que fue Ciro, hace intuir al profeta que podría realizarse una liberación inesperada. Y así será. El profeta, inspirado por Dios, da voz pública a esta posibilidad, interpretando las agitaciones políticas y militares como acción guiada misteriosamente por Dios a través de Ciro y proclama que la liberación está cerca y el retorno a la tierra de los padres está a punto de realizarse.

Las palabras de Isaías: Consolad... hablad al corazón, se encuentran con una cierta frecuencia en el Antiguo Testamento y tienen particular valor los términos que se repiten en los diálogos de ternura y de afecto. Como cuando Rut reconoce que Booz la ha consolado y ha hablado a su corazón (cf. Rt 2,12) o bien en la famosa página de Oseas que anuncia a su mujer (Gomer) que la llevará al desierto y hablará a su corazón (cf. Os 2,16-17) para un tiempo de fidelidad. Encontramos paralelos similares en el diálogo de Siquem, hijo de Jamor, enamorado de Dina (cf. Gn 34,1-5) o en el del levita de Efraim que habla a la concubina que lo ha abandonado (cf. Jc 19,3).

Se trata pues de un lenguaje que se explica en el horizonte del amor, no sólo de una palabra de aliento: acción y palabra juntas, delicadas y alentadoras, que evocan los profundos lazos afectivos de Dios “esposo” de Israel. Y la consolación debe ser epifanía de una pertenencia recíproca, juego de empatía intensa, de conmoción y unión vital. No se trata pues de palabras superficiales y dulzonas sino de entrañas de misericordia, abrazo que da fuerza y es paciente cercanía para hallar los caminos de la confianza.

Llevar el abrazo de Dios

«La gente de hoy tiene necesidad ciertamente de palabras, pero sobre todo tiene necesidad de que demos testimonio de la misericordia, la ternura del Señor, que enardece el corazón, despierta la esperanza, atrae hacia el bien. ¡La alegría de llevar la consolación de Dios!».

El Papa Francisco nos confía a nosotros consagrados y consagradas esta misión: encontrar al Señor, que nos consuela como una madre, y consolar al pueblo de Dios.

De la alegría del encuentro con el Señor y de su llamada brota el servicio en la Iglesia, la misión: llevar a los hombres y a las mujeres de nuestro tiempo la consolación de Dios, testimoniar su misericordia.

En la visión de Jesús la consolación es don del Espíritu, el Paráclito, el Consolador que nos consuela en las pruebas y enciende una esperanza que no decepciona. La consolación cristiana se convierte así en consuelo, aliento, esperanza: es presencia operante del Espíritu (cf. Jn 14, 16-17), fruto del Espíritu y el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, longanimidad, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, templanza (Ga 5, 22).

En un mundo de desconfianza, desaliento, depresión, en una cultura en donde hombres y mujeres se dejan llevar por la fragilidad y la debilidad, el individualismo y los intereses personales, se nos pide introducir la confianza en la posibilidad de una felicidad verdadera, de una esperanza posible, que no se apoye únicamente en los talentos, en las cualidades, en el saber, sino en Dios. A todos se nos da la posibilidad de encontrarlo, basta buscarle con corazón sincero.

Los hombres y las mujeres de nuestro tiempo esperan una palabra de consolación, de cercanía, de perdón y de alegría verdadera. Somos llamados a llevar a todos el abrazo de Dios, que se inclina con ternura de madre hacia nosotros: consagrados, signo de humanidad plena, facilitadores y no controladores de la gracia, bajo el signo de la consolación.

La ternura nos hace bien

Como testigos de comunión, no obstante nuestro modo de ver y nuestra limitación, estamos llamados a llevar la sonrisa de Dios, y la fraternidad es el primer y más creíble evangelio que podemos narrar. Se nos pide humanizar nuestras comunidades: «Cuidar la amistad entre vosotras, la vida de familia, el amor entre vosotras. Que el monasterio no sea un Purgatorio, que sea una familia. Los problemas están, estarán, pero, como se hace en una familia, con amor, buscar la solución con amor; no destruir esto para resolver aquello; no competir. Cuidar la vida de comunidad, porque cuando la vida de comunidad es así, de familia, es precisamente el Espíritu Santo quien está en medio de la comunidad. Estas dos cosas quería deciros: la contemplación siempre, siempre con Jesús —Jesús, Dios y Hombre—; y la vida de comunidad, siempre con un corazón grande. Dejando pasar, no vanagloriarse, soportar todo, sonreír desde del corazón. El signo de ello es la alegría».

La alegría se consolida en la experiencia de fraternidad, como lugar teológico, donde cada uno es responsable de la fidelidad al Evangelio y del crecimiento de los demás. Cuando una fraternidad se alimenta del mismo Cuerpo y Sangre de Jesús y se reúne alrededor del Hijo de Dios, para compartir el camino de fe conducido por la Palabra, se hace una cosa sola con él, es una fraternidad en comunión que experimenta el amor gratuito y vive en fiesta, libre, alegre, llena de audacia.

«Una fraternidad sin alegría es una fraternidad que se apaga [...] Una fraternidad donde abunda la alegría es un verdadero don de lo Alto a los hermanos que saben pedirlo y que saben aceptarse y se comprometen en la vida fraterna confiando en la acción del Espíritu».

En un tiempo en el que la fragmentariedad alimenta un individualismo estéril y de masa y la debilidad de las relaciones disgrega y estropea el cuidado de lo humano, se nos invita a humanizar las relaciones de fraternidad para favorecer la comunión de corazón y de alma según el Evangelio porque «existe una comunión de vida entre todos aquellos que pertenecen a Cristo. Una comunión que nace de la fe» y que hace a «la Iglesia, en su verdad más profunda, comunión con Dios, familiaridad con Dios, comunión de amor con Cristo y con el Padre en el Espíritu Santo, que se prolonga en una comunión fraterna».

Para el Papa Francisco la ternura es signo distintivo de la fraternidad, una «ternura eucarística», porque «la ternura nos hace bien.» La fraternidad tendrá «una fuerza de convocación enorme. […] la hermandad incluso con todas las diferencias posibles, es una experiencia de amor que va más allá de los conflictos».

La cercanía como compañía

Estamos llamados a realizar un éxodo de nosotros mismos en un camino de adoración y de servicio. «¡Salir por la puerta para buscar y encontrar! Tengan el valor de ir contracorriente de esta cultura eficientista, de esta cultura del descarte. El encuentro y la acogida de todos, la solidaridad, es una palabra que la están escondiendo en esta cultura, casi una mala palabra, la solidaridad y la fraternidad, son elementos que hacen nuestra civilización verdaderamente humana. Ser servidores de la comunión y de la cultura del encuentro. Los quisiera casi obsesionados en este sentido. Y hacerlo sin ser presuntuosos».

"El fantasma que se debe combatir es la imagen de la vida religiosa entendida como refugio y consuelo ante un mundo externo difícil y complejo" El Papa nos pide «salir del nido», para ser enviados a los hombres y mujeres de nuestro tiempo, entregándonos a Dios y al prójimo.

«¡La alegría nace de la gratuidad de un encuentro […] Y la alegría del encuentro con Él y de su llamada lleva a no cerrarse, sino a abrirse; lleva al servicio en la Iglesia. Santo Tomás decía bonum est diffusivum sui —no es un latín muy difícil—, el bien se difunde. Y también la alegría se difunde. No tengáis miedo de mostrar la alegría de haber respondido a la llamada del Señor, a su elección de amor, y de testimoniar su Evangelio en el servicio a la Iglesia. Y la alegría, la verdad, es contagiosa; contagia… hace ir adelante».

Frente al testimonio contagioso de alegría, serenidad, fecundidad, ante el testimonio de la ternura y del amor, de la caridad humilde, sin prepotencia, muchos sienten el deseo de venir y ver.

El Papa Francisco ha indicado varias veces el camino de la atracción, del contagio, como vía para hacer crecer a la Iglesia, vía de la nueva evangelización. «La Iglesia debe ser atractiva. ¡Despertar al mundo! ¡Sean testimonio de un modo distinto de hacer, de actuar, de vivir! Es posible vivir de un modo distinto en este mundo […] Por lo tanto, esto que me espero es el testimonio».

Confiándonos la tarea de despertar el mundo el Papa nos impulsa al encuentro de los hombres y mujeres de hoy a la luz de dos elementos pastorales que tienen su raíz en la novedad del Evangelio: la cercanía y el encuentro, dos modos mediante los cuales Dios mismo se ha revelado en la historia hasta la Encarnación.

En el camino de Emaús, hacemos nuestros, como Jesús con los discípulos, las alegrías y los sufrimientos de la gente, dando «calor al corazón», mientras esperamos con ternura al que se siente cansado, débil, para que el camino en común tenga luz y sentido en Cristo.

Nuestro camino «madura hacia la paternidad pastoral, hacia la maternidad pastoral, y cuando un sacerdote no es padre de su comunidad, cuando una religiosa no es madre de todos aquellos con los que trabaja, se vuelve triste. Este es el problema. Por eso os digo: la raíz de la tristeza en la vida pastoral está precisamente en la falta de paternidad y maternidad, que viene de vivir mal esta consagración, que, en cambio, nos debe llevar a la fecundidad».

La inquietud del amor

Iconos vivientes de la maternidad y de la cercanía de la Iglesia, vamos hacia quienes esperan la Palabra de consolación inclinándonos con amor materno y espíritu paterno hacia los pobres y los débiles.

El Papa nos invita a no privatizar el amor y con la inquietud de quien busca: «Buscar siempre, sin descanso, el bien del otro, de la persona amada».

La crisis de sentido del hombre moderno y la crisis económica y moral de la sociedad occidental y de sus instituciones no son un acontecimiento pasajero de nuestro tiempo, sino un momento histórico de excepcional importancia. Estamos llamados como Iglesia a salir para dirigirnos hacia las periferias geográficas, urbanas y existenciales —las del misterio del pecado, del dolor, de las injusticias, de la miseria—, hacia los lugares escondidos del alma dónde cada persona experimenta la alegría y el sufrimiento de la vida.

«Vivimos en una cultura del desencuentro, una cultura de la fragmentación, una cultura en la que lo que no me sirve lo tiro, la cultura del descarte […] hoy, hallar a un vagabundo muerto de frío no es noticia, sin embargo “la pobreza es una categoría teologal porque el Hijo de Dios se abajó, se hizo pobre para caminar con nosotros por el camino […] Una Iglesia pobre para los pobres empieza con ir hacia la carne de Cristo. Si vamos hacia la carne de Cristo, comenzamos a entender algo, a entender qué es esta pobreza, la pobreza del Señor».

Vivir la bienaventuranza de los pobres significa que la angustia de la soledad y de la limitación ha sido vencida por la alegría de quien es realmente libre en Cristo y ha aprendido a amar.

Durante su visita pastoral a Asís, el Papa Francisco se preguntaba de qué debe despojarse la Iglesia. Y respondía: «despojarse de toda acción que no es por Dios, no es de Dios; del miedo de abrir las puertas y de salir al encuentro de todos, especialmente de los más pobres, necesitados, lejanos, sin esperar; cierto, no para perderse en el naufragio del mundo, sino para llevar con valor la luz de Cristo, la luz del Evangelio, también en la oscuridad, donde no se ve, donde puede suceder el tropiezo; despojarse de la tranquilidad aparente que dan las estructuras, ciertamente necesarias e importantes, pero que no deben oscurecer jamás la única fuerza verdadera que lleva en sí: la de Dios. Él es nuestra fuerza».

Es para nosotros una invitación a «no tener miedo a dejar caer las estructuras caducas. La Iglesia es libre. La lleva adelante el Espíritu Santo. Nos lo enseña Jesús en el evangelio: la libertad necesaria para encontrar siempre la novedad del evangelio en nuestra vida y también en las estructuras. La libertad de elegir odres nuevos para esta novedad».

Estamos invitados a ser hombres y mujeres audaces, de frontera: «Nuestra fe no es una fe-laboratorio, sino una fe-camino, una fe histórica. Dios se ha revelado como historia, no como un compendio de verdades abstractas. […] No hay que llevarse la frontera a casa, sino vivir en frontera y ser audaces».

Junto al desafío de la bienaventuranza de los pobres, el Papa invita a visitar las fronteras del pensamiento y de la cultura, a favorecer el diálogo, también a nivel intelectual, para dar razón de la esperanza basada en criterios éticos y espirituales, interrogándonos sobre lo que es bueno. La fe no reduce jamás el espacio de la razón, lo abre más bien a una visión integral del hombre y de la realidad e impide reducir al hombre a «material humano».

La cultura, llamada a servir constantemente a la humanidad en todas sus condiciones, si es auténtica, abre a itinerarios inexplorados, pasos de respiro de esperanza que consolidan el sentido de la vida y custodian el bien común. Un auténtico proceso cultural «hace crecer la humanización integral y la cultura del encuentro y de la relación; ésta es la manera cristiana de promover el bien común, la alegría de vivir. Y aquí convergen la fe y la razón, la dimensión religiosa con los diferentes aspectos de la cultura humana: el arte, la ciencia, el trabajo, la literatura». Una verdadera búsqueda cultural se encuentra con la historia y abre caminos hacia el rostro de Dios.

Los lugares en los que se elabora y se comunica el saber son también lugares en los que se debe crear una cultura de la cercanía, del encuentro y del diálogo, superando defensas, abriendo puertas, construyendo puentes.
 

domingo, 7 de diciembre de 2014

Los temas del clima, la energia y el SOL tambièn son nuestros

 
Te afecta el cambio climatico?
 
 
 
En 1979 se llevó a cabo la primera Conferencia Mundial sobre el Clima. Once años después, en 1990,  tiene lugar la segunda conferencia, donde se solicita un tratado mundial sobre cambio climático. En la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro de 1992, la Convención Marco sobre el Cambio Climático (CMNUCC) queda lista para la firma y entra en vigor el 21 de marzo de 1994.

En 1995 se celebra en Berlín la primera COP. La vigésima edición – COP20 – tendrá lugar en Lima entre el 1 y 12 de diciembre de 2014.
 
 

A Palavra de Deus na voz de Francisco

Tempo de consolação 
 
O Sol nascente nos visita também hoje

 Queridos irmãos e irmãs, bom dia!

Este domingo marca a segunda etapa do Tempo do Advento, um tempo maravilhoso que desperta em nós a espera pelo retorno de Cristo e a memória da sua vinda histórica. A Liturgia de hoje nos apresenta uma mensagem cheia de esperança. É o convite do Senhor expresso pela boca do profeta Isaías: “Consolai, consolai o meu povo, diz o vosso Deus” (40, 1). Com estas palavras se abre o Livro da consolação, no qual o profeta dirige ao povo no exílio o anúncio alegre da libertação. O tempo da tribulação terminou; o povo de Israel pode olhar com confiança para o futuro: espera-o finalmente o retorno à pátria. Por isso o convite é a deixar-se consolar pelo Senhor.

Isaías se dirige a pessoas que atravessaram um período obscuro, que foram submetidas a uma prova muito dura; mas agora veio o tempo da consolação. A tristeza e o medo podem dar lugar à alegria, porque o próprio Senhor guiará o seu povo no caminho da libertação e da salvação. De que modo fará tudo isso? Com a solicitude e a ternura de um pastor que cuida do seu rebanho. Ele, de fato, dará unidade e segurança ao rebanho, o fará pastar, reunirá no seu seguro redil as ovelhas perdidas, reservará particular atenção àquelas mais frágeis (v.11). Esta é a atitude de Deus para conosco, suas criaturas. Por isso o profeta convida quem o escuta – incluindo nós, hoje – a difundir entre o povo esta mensagem de esperança: que o Senhor nos consola. E dar lugar à consolação que vem do Senhor.

Mas não podemos ser mensageiros da consolação de Deus se nós não experimentamos primeiro a alegria de ser consolado e amado por Ele. Isto acontece especialmente quando escutamos a sua Palavra, o Evangelho, que devemos levar no bolso: não se esqueçam disso! O Evangelho no bolso ou na bolsa, para lê-lo continuamente. E isto nos dá consolação: quando permanecemos em oração silenciosa na sua presença, quando O encontramos na Eucaristia ou no sacramento do Perdão. Tudo isso nos consola.

Deixemos, então, que o convite de Isaías – “Consolai, consolai o meu povo” – ressoe no nosso coração neste tempo de Advento. Hoje é preciso pessoas que sejam testemunhas da misericórdia e da ternura do Senhor, que sacuda os resignados, reanime os desanimados, acenda o fogo da esperança. Ele acende o fogo da esperança! Não nós. Tantas situações requerem o nosso testemunho consolador. Ser pessoas alegres, consoladas. Penso em quantos são oprimidos pelo sofrimento, injustiças; em quantos são escravos do dinheiro, do poder, do sucesso, da mundanidade. Pobrezinhos! Têm consolações maquiadas, não a verdadeira consolação do Senhor! Todos somos chamados a consolar os nossos irmãos, testemunhando que somente Deus pode eliminar as causas dos dramas existenciais e espirituais. Ele pode fazê-lo! É poderoso!

A mensagem de Isaías, que ressoa nesse segundo domingo do Advento, é um bálsamo sobre as nossas feridas e um estímulo a preparar com empenho o caminho do Senhor. O profeta, de fato, fala hoje ao nosso coração para nos dizer que Deus esquece os nossos pecados e nos consola. Se nós confiamos Nele com coração humilde e arrependido, Ele abaterá os muros do mal, preencherá os buracos das nossas omissões, aplainará os dorsos do orgulho e da vaidade e abrirá o caminho do encontro com Ele. É curioso, mas tantas vezes temos medo da consolação, de ser consolados. Antes, nos sentimos mais seguros na tristeza e na desolação. Sabem por que? Porque na tristeza nos sentimos quase protagonistas. Em vez disso, na consolação é o Espírito Santo o protagonista! É Ele que nos consola, é Ele que nos dá a a coragem de sair de nós mesmos. É Ele que nos leva à fonte de toda verdadeira consolação, isso é, o Pai. E esta é a conversão. Por favor, deixem-se consolar pelo Senhor! Deixem-se consolar pelo Senhor!

A Virgem Maria é o “caminho” que o próprio Deus preparou para vir ao mundo. Confiemos a ela a espera de salvação e de paz de todos os homens e mulheres do nosso tempo.
Papa Francisco
 
 

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Red Pan-Amazonica


CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO
Departamento Justicia y Solidaridad

CONFERÊNCIA NACIONAL DOS BISPOS DO BRASIL
Comissão Episcopal para a Amazônia
 


Noviembre 2014


Pan-Amazonía: fuente de vida en el corazón de la Iglesia Consideramos nuestro deber de pastores compartir nuestras preocupaciones y angustias con los hermanos y hermanas que viven en la Panamazonía. Dios, en su infinito amor, creó esa maravillosa región para todos: indígenas, poblaciones que habitan en las riber as de los ríos, migrantes, habitantes de villas y comunidades, de ciudades y de grandes metrópolis. Las condiciones de vida de estos pueblos con sus culturas, y su futuro, nos interpelan a permanecer más próximos unos de otros y a vivir en “red” para resistir juntos las embestidas de devastación y violencia. Es desde esta mayor cercanía - proximidad y solidaridad que emerge nuestra esperanza.

La Amazonía tiene futuro. Nosotros, que vivimos y trabajamos en esta región, somos llamados a construirlo.

1. Preocupaciones pastorales

Al hacer una mirada retrospectiva sobre los más de quinientos años en los cuales la Iglesia católica ha estado presente en tierras Amazónicas encontramos luces y sombras. Al lado de los mártires que resistieron la conquista había quienes colaboraron con los distintos sistemas de colonización. Nuestra primera actitud delante de esta historia es de un humilde pedido de perdón.

Pedimos perdón por las veces que no logramos liberarnos de la influencia de la empresa colonizadora, y por las veces que pensamos que era suficiente salvar las almas, asumiendo una actitud negligente, por tanto, con los sujetos. Muchos misioneros estaban convencidos de que una misión que no contara con un brazo armado, habría sido una empresa que no daría frutos.

Y la administración colonial sabía bien que sin los misioneros sería imposible dominar a los habitantes primeros de estas tierras. La búsqueda del oro de los conquistadores estaba comprometida con la búsqueda de almas de los misioneros1.

Una sincera conversión y la voluntad de aprender de los errores del pasado están profundamente ligadas a nuestro pedido de perdón por no haber aceptado siempre a los habitantes de la Amazonía como nuestros primeros interlocutores pastorales. Sin embargo, en aras de la verdad, debemos también recordar los éxitos de la presencia eclesial y pastoral en el pasado y en la actualidad en la región pan-amazónica que “es multi-étnica, pluri-cultural y pluri-religiosa”. En ella, cada vez más, se intensifica la disputa por la ocupación del territorio. Las poblaciones tradicionales de la región quieren que sus territorios sean reconocidos y legalizados” (DA – Documento de Aparecida - no. 86).

La voz de los profetas resonaba y está resonando aún en el silencio de las selvas, la valentía de los pastores ha enfrentado y sigue enfrentando los intereses privados, y la sangre de los mártires ha bañado y sigue bañando la tierra y los ríos de la Amazonía. Con el papa Francisco afirmamos que “la Iglesia no está en la Amazonía como aquellos que tienen las maletas listas para partir después de haberla explotado. Desde el inicio, la Iglesia está presente en la Amazonía con los misioneros, congregaciones religiosas, sacerdotes, laicos y obispos, y ella continúa presente, y es determinante para el futuro de aquella región”2. Hoy la Iglesia de la Amazonía es “una Iglesia pobre para los pobres” (EG – Evangelii Gaudium - no. 198).

La expansión del gran capital en la explotación de la Amazonía mediante la extracción minera, expansión agro-pecuaria, construcción de carreteras, hidroeléctricas y empresas madereras exige de la Iglesia una mayor presencia profética.

Las pasadas desgracias o las tradicionales visitas esporádicas, una o dos veces por año, son insuficientes para el fortalecimiento pastoral de nuestras comunidades. Es preciso un mayor esfuerzo en la lucha contra el neo-colonialismo y el neo-desarrollismo vigentes. Al valorar las culturas amazónicas y al comprometernos por una evangelización inculturada combatimos el neo-colonialismo. Al apoyar las fuerzas políticas que se empeñan en la valorización de un desarrollo regional y micro-regional, con una participación efectiva de la población de los territorios, contribuimos para contener el neo-desarrollismo. Las dos perspectivas, tanto la cultural, como la económica, tienen gran relevancia pastoral.

El Papa nos anima a construir una Iglesia con “rostro amazónico” y a profundizar la “formación de un clero autóctono, incluyendo sacerdotes que conozcan las condiciones locales”3.

Ya en Aparecida (2007), los obispos de América Latina y del Caribe tuvieron conciencia de que “el número insuficiente de sacerdotes y su distribución inequitativa imposibilitan que muchísimas comunidades puedan participar regularmente en la celebración de la Eucaristía. Recordando que la Eucaristía hace la Iglesia, nos preocupa la situación de miles de esas comunidades privadas de la Eucaristía dominical por largos periodos de tiempo” (DA no. 100e).

En la “Carta del 1° Encuentro de la Iglesia Católica en la Amazonía Legal”4, del 2 de Noviembre de 2013, los obispos de la región se lamentaron: “Nos causa un profundo dolor ver a miles de nuestras comunidades excluidas de la Eucaristía dominical. La mayoría de ellas sólo tienen la gracia de celebrar el Memorial de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor, una, dos o tres veces al año”. Desde el Concilio Vaticano II (1962-65) sabemos que, “ninguna comunidad cristiana se edifica sin tener su raíz y su centro en la celebración de la santísima Eucaristía, a partir de la cual debe comenzar toda la educación del espíritu comunitario” (PO - Presbyterorum Ordinis – no. 6). También la Constitución Dogmática Lumen Gentium – LG - habla de la Eucaristía como “fuente” y “punto culminante de toda la vida cristiana” (LG no.

11). Por ello, se torna urgentemente necesario el crear estructuras en nuestra Iglesia para que el 70% de las comunidades, que hoy están excluidas de la celebración de la Eucaristía dominical, puedan participar de la “fracción del pan” (Hch. – Hechos de los Apostoles - no. 2, 42), del “sacramento de la piedad, señal de unidad, vínculo de caridad, y banquete pascual” (SC – Sacrosanctum Concilium - no. 47).

Relanzar la obra de la Iglesia” (DA no. 11) en la Amazonía y profundizar el “proceso de inculturación” (EG no. 126) exige que la Iglesia en la Amazonía haga propuestas “valientes”, tener “osadía” y “no tener miedo”, como nos pide el Papa Francisco5.

La inculturación tiene como objetivo la asunción de los últimos para que sean los más próximos y los primeros. Su vida es el lugar preferencial de la epifanía de Dios. Si el punto de partida de la inculturación es la presencia en medio de la vida fragmentada y lastimada, el punto de llegada es la participación de la vida integral. Vida fragmentada y vida integral son articuladas por una propuesta, el Evangelio, y por un camino por recorrer, la misión.

En los documentos de la Iglesia en la Pan-Amazonía, el testimonio misionero vivido día a día se expresa en el compromiso de sus pastores con la dignidad de la persona humana, principalmente los más empobrecidos, con la defensa de su medio ambiente y con una presencia pastoral más intensa e integral al servicio de la vida.


2. Red Eclesial Pan-Amazónica (REPAM)

El llamado para la defensa de la vida de los pueblos en la Pan-Amazonía, y de su bioma, hicieron un eco muy fuerte en el Encuentro de la Red Eclesial Pan-Amazónica, realizado en Brasilia, los días 9 al 12 de Septiembre de 2014. En esos días de comunión entre las distintas representaciones de la Iglesia que componen los países de la Pan-Amazonía, los institutos de vida consagrada misionera insertos en el territorio, las instituciones eclesiales, y los colaboradores fraternos de Europa y los Estados Unidos, fue fundada la REPAM, Red Eclesial Pan-Amazónica, como organismo de articulación y comunión que busca estrechar los lazos de colaboración, y pretende alcanzar una visión común del trabajo misionero y evangelizador en la región.

La REPAM se coloca al servicio de los pueblos de la Pan-Amazonía, busca luchar en defensa de sus sabidurías ancestrales, de sus territorios y de su derecho a una “participación efectiva en las decisiones” que se hacen con respecto a su vida y sobre su futuro. Los pueblos Amazónicos tienen “el derecho a la consulta” frente a todas las políticas impuestas en la región. Reconocemos y valorizamos su espiritualidad en relación armónica con la creación.

La urgencia del llamado por la defensa del medio ambiente y de la vida de los pueblos de esa región ha venido de la constatación de los impactos de la implantación de proyectos macro-económicos. Articulados en torno a la iniciativa de Integración de Infraestructura Regional Sud-Americana (IIRSA), sumado al avance del agro-negocio y la producción agro-pecuaria depredadora; tales proyectos ponen en riesgo la flora y la fauna de la Amazonía, y su rica biodiversidad, y ante ello se torna cada vez más palpable la amenaza del calentamiento global sobre esa región y sus repercusiones en todo el planeta.

Denunciamos esos proyectos, su búsqueda de lucro a cualquier costo, y sus efectos destructivos que ponen en riesgo la vida de los pueblos de la Amazonía. Denunciamos la postura inescrupulosa de aquellos que definen las estrategias político-económicas con una concepción colonialista de un progreso que intenta subyugar a la Amazonía.

Denunciamos, igualmente, la inequidad de una mentalidad científica y civilizatoria que menosprecia y manipula los saberes de los pueblos autóctonos y justifica su prepotencia para la explotación sin límites de todo medio natural, extrayendo y destruyendo sus recursos, verdaderos

dones del Dios Creador. Solicitamos llevar este llamado a los participantes de la COP20 (Conferencia de partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático – CMNUCC -), que tendrá lugar en el próximo mes de Diciembre (2014) en Lima, Perú. Hacemos nuestras las preocupaciones y manifestaciones de aquellos que procuran enfrentar las causas del cambio climático. Nos comprometemos para hacer eco en esa reunión de la voz y del testimonio de los pueblos originarios de los países de la Pan-Amazonía, portadores de un saber ancestral que puede contribuir para el futuro de su bioma y para el “buen vivir”6 de toda la humanidad.

Entendemos que toda la Iglesia y la humanidad entera tienen una corresponsabilidad común en la defensa del bioma y de la cuenca Amazónica. Por tanto, pensando en las futuras generaciones, es urgente escuchar la voz de los pueblos originarios de la Pan-Amazonía.


3. Mensaje de Esperanza

Aprovechamos esta oportunidad para llevar un mensaje de esperanza a todo el pueblo de Dios. En primer lugar a los hombres y mujeres de todas las naciones, para que se sientan corresponsables por nuestro planeta, por nuestro hogar común, y por consiguiente por la Amazonía.

En este nuestro mundo dominado por un consumismo desenfrenado hacemos un llamado a la conversión, a un cambio de mentalidad y de nuestras prácticas, y de nuestros hábitos y actitudes. Necesitamos escuchar con atención al Papa Francisco que nos hace un fuerte llamado “al respeto y la salvaguarda de toda la Creación que Dios le confió al ser humano, no para que lo explotara de manera inescrupulosa, sino para transformarlo en un jardín”7.

Deseamos alimentar la perseverancia y la esperanza de los discípulos y discípulas misioneros que consagran sus vidas día a día en la convivencia con los pueblos de la Amazonía. Muchos son los laicos, laicas, sacerdotes, religiosas, religiosos y obispos que dan testimonio de su fe en el anuncio de la Palabra, en la vivencia comunitaria, y en la solidaridad en todos los ámbitos de la vida de aquellos pueblos. Su proximidad y sacrificio, desplegando su presencia en innumerables comunidades de este inmenso territorio, son un signo permanente de una Iglesia samaritana y profética, siempre viva y servidora en el corazón de la Amazonía.

Queremos vivir una “cultura del encuentro” con todos los pueblos indígenas, las comunidades que habitan las riberas de los ríos, los pequeños campesinos, y con todas las comunidades de fe.

En medio de tantas dificultades y las amenazas a su cultura y a su forma de vida, los discípulos y discípulas misioneros son testimonios vivos de esperanza. Desde la fundación de la REPAM, y desde nuestro compromiso de estrechar los lazos de colaboración y comunión en la misión, queremos prestar un servicio que pueda echar sus raíces en el suelo fértil en el que viven nuestros pueblos. Nuestra unión con los habitantes de la Pan-Amazonía se enraíza en el corazón de la Trinidad que tiene el mismo designio para todos: “una vida en plenitud” (- Evangelio según San Juan – Jn. 10, 10).

Que Nuestra Señora María Santísima, tan cariñosamente amada por los pueblos de la Amazonía, interceda por nosotros para que asumamos con valentía e inteligencia lo que su Hijo hoy y siempre nos pide (cf. Jn. 2, 5) a nosotros que tenemos el privilegio de vivir en esta tierra sagrada, don de Dios confiada a nuestro cuidado y responsabilidad.

 
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1Cf. VIOTTI, Hélio Abranches (org.). Cartas (01.09.1554): Correspondência ativa e passiva. Obras Completas. Vol. 6, São Paulo, Loyola, 1984, p. 57 [01.09.1554].

2Discurso del Santo Padre Francisco en el encuentro con el Episcopado Brasileño. 27 de Julio de 2013. Río de Janeiro, Brasil.

3Discurso del Santo Padre Francisco en el encuentro con el Episcopado Brasileño. 27 de Julio de 2013. Río de Janeiro, Brasil.

4Encuentro de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil – CNBB - y otros invitados. Manaos, Brasil.

5Discurso del Santo Padre Francisco en el encuentro con el Episcopado Brasileño. 27 de Julio de 2013. Río de Janeiro, Brasil.

6O el “Sumak Kawsay“ de los pueblos andinos.

7Mensaje del Santo Padre Francisco en Audiencia General. 5 de Junio de 2013. Plaza de San Pedro
 
 
Card. Cláudio Hummes OFM

Presidente da Comissão Episcopal para a Amazônia

Mons. Pedro Ricardo Barrero Jimeno SJ

Presidente Departamento Justicia y Solidaridad – Perú

Miembro del Pontificio Consejo “Justicia y Paz”

Mons. José Luis Asuaje

Obispo de Barinas – Venezuela

Presidente del Secretariado Latinoamericano y del Caribe de Cáritas – SELACC -

Hermana Mercedes Leticia Casas Sánchez F.Sp.S.,

Presidenta de la Conferencia Caribeña y Latinoamericana

de Religiosas y Religiosos - CLAR -

sábado, 8 de noviembre de 2014

MISIONEROS DE LA CONSOLATA


Encuentro intercontinental (Consulta)
 
MENSAJE FINAL

Queridos hermanos, al final de la consulta, que se celebró del 20 de octubre hasta el 8 de Noviembre en Fátima, queremos enviarles a todos un cordial saludo y un resumen de nuestro trabajo.

En primer lugar, gracias a todos por los recuerdos, las oraciones y el interés demostrado, signos de un espíritu de familia, que en nuestro Instituto está vivo y nos hace hermanos.

El mensaje que queremos enviarles es de confianza y esperanza para poder vivir plenamente el período de la historia que nos espera en un futuro próximo.

No es sencillo ni fácil discernir la revelación del plan que Dios tiene para nosotros y que todavía tiene en sus manos.

Juntos tratamos de comprenderlo en el horizonte luminoso de nuestra vocación misionera ad gentes: "Nosotros somos para la conversión de los infieles" (G. Allamano 1919; Const 4).

Estamos convencidos de que la misión es obra de Dios, pero ahora más que nunca requiere nuestra cooperación con el don de la vida, para que su Reino se extienda sobre toda la tierra.

Cantamos muchas veces, tratando de interiorizarlas, las palabras del profeta Jeremías (cf. Jer 1,20): "¿Cómo escapar de ti, como não falar, se tua voz arde em meu peito? Tenho que andar, tenho que lutar, ao de mim não o faço! "

Nos parece que la evangelización hoy pasa inevitablemente por la contextualización en las diversas culturas y exige como actitudes fundamentales inalienables la interculturalidad y el diálogo.

Hemos vislumbrado un proyecto misionero para el Instituto que se manifiesta en tener un espíritu de continentalidad y se expresa en la organización misionera concreta de cada uno de los continentes en los que trabajamos.

La continentalidad se refiere al espíritu global que nos debe guiar y que nos ayuda a contextualizar la misión, a cualificarla en unidad de intentos y espíritu de cuerpo, dando lugar en cada uno de nosotros a un "sentir común" con respecto a la misión en un territorio determinado, siempre en comunión con la Iglesia local.

La organización práctica de los continentes se refiere, sin embargo, a dar un estatuto jurídico y a la organización, para hacer la obra misionera más eficiente y eficaz.

No hemos desarrollado un proyecto preciso y detallado, pero hemos dado sugerencias para que el proyecto sea tomado en cuenta por todos los misioneros, se desarrolle gradualmente y pueda ser compartido por todos.

Lo vemos como un proyecto que responde a las preguntas reales del Instituto y de los misioneros, a sus necesidades e inquietudes, a los temas de importancia en el contexto de la formación y la economía, capaz de simplificar el actual sistema centralizado y pesado, y disminuir la excesiva movilidad del personal que a menudo impide la continuidad de la evangelización.

Basado en estructuras simples y flexibles, puede ser una herramienta adecuada para cualificar la vida de los misioneros y de la misión. Hemos estudiado cuidadosamente, y con la ayuda de un experto, las estadísticas relativas a la composición del Instituto, la edad y el origen de los miembros, tratando de proyectar los resultados en el futuro.

Parece obvio que el futuro del Instituto, a corto plazo, será diferente de la situación actual en cuanto a la composición de los miembros, que será predominantemente africana.

El Espíritu que escruta los secretos de Dios recompensa así el trabajo misionero de tantos hermanos que dieron su vida por la evangelización del África, y ahora abre horizontes nuevos y desconocidos, pero llenos de esperanza para nuestro Instituto.

Después de un dialogo con Matisse acerca de la teoría del color, Pablo Picasso cambió completamente su manera de pintar, convencido ahora que un tubo de color amarillo mal utilizado puede producir sólo una mancha informe, pero bien utilizado sirve para pintar el sol.

El corazón de este proyecto es la renovación de todos los misioneros. Todos, de hecho, sabemos que una reforma tiene sentido en la medida en que nos ayuda a ser mejores misioneros, contentos y felices de evangelizar a los que no conocen a Cristo, con una sonrisa en los labios y testimoniando con la santidad de la vida la Palabra que anunciamos.

Nos hemos repetido muchas veces que revitalizar el Instituto significa recuperar la fidelidad al carisma, la cualificación de la misión ad gentes y la valorización de cada uno de los misioneros , verdaderos dones de Dios para la difusión de su Reino.

Significa hacer florecer lo que se ha secado, introducir un nuevo espíritu en los huesos a veces secos, en el dar nuevas energías espirituales a los que han sufrido traumas o laceraciones profundas.

En una palabra para acoger la novedad con confianza, en el espíritu de la Evangelii Gaudium del Papa Francisco que hemos meditado todos los días, es necesario una conversión profunda, que nos hace misioneros en la cabeza, en la boca, en el corazón.

No debemos tener miedo y no ser dominados por el miedo, que siempre surge como la mala hierba cuando se presentan las dificultades. "Si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros?" (Rom 8,31).

Queridos hermanos, queremos concluir con una historia que resume bien nuestra experiencia de la Consulta.

Cuando San Juan XXIII fue elegido Papa, el Padre Riccardo Lombardi aprovechó la oportunidad para decirle lo que tenía que cambiar con el fin de reformar la Iglesia. El Papa lo escuchó con atención y luego dijo: "Pero, Padre, yo no estoy aquí para dirigir la Iglesia, yo estoy aquí para ver lo que el Espíritu hace en la Iglesia."

Así ha sido para nosotros. No nos hemos reunido en la Consulta para reformar, sino para sugerir, para indicar un camino vislumbrado, basado en el diálogo y en la gradualidad, para llevar al Instituto a una auténtica renovación.

Compete a vosotros evaluarlo, perfeccionarlo, y aceptarlo con generosidad.

La Consolata y el Beato Allamano seguramente nos bendecirán, nos acompañaran en el viaje, confirmándonos en los caminos que el Espíritu parece habernos indicado.

Dejando Fátima después de esta hermosa experiencia de fraternidad, saludamos a todos con afecto, y en particular, a las Misioneras de la Consolata, a los Laicos Misioneros de la Consolata y a todos aquellos que se reconocen en este nombre, les deseamos todo lo mejor para la misión de la cual somos "Simplemente Siervos" y damos gracias al Señor con las palabras de un fado, canción popular portuguesa: "Fátima tem mais encanto na hora de despedida".

Fátima – Portugal
 
8 de Noviembre de 2014

Firmado: Los participantes a la Consulta

sábado, 1 de noviembre de 2014

Qué es eso de ser Santo?


Tu, amigo -amiga, tienes cara de santo!
 
 
Que nadie me venga con ese cuento que “yo no tengo cara de santo”.
Los santos tuvieron la misma cara que tú y yo.

Aunque muchas veces los pintores y escultores que le han puesto una cara distinta.

Los santos de los nichos y las estampitas, tan serios/as... no revelan la santidad de los humanos.
 
Pos eso no me gustan los santos de los nichos y los altares, porque no se parecen en nada a lo que realmente fueron! Por eso es que se llenan de polvo...

Yo creo que Dios nos quiere santos sonrientes, alegres, felices
“Dichosos vosotros”!
Santos capaces de vivir la fiesta de la vida, como María en las Bodas de Caná: sirviendo, comiendo y bebiendo, danzando y cantando la alegría de vivir.
Santos capaces de estar en los calvarios de los que sufren, como María “de pié junto a la cruz”, consolando y ayudando a liberar de las esclavitudes, los sufrimientos y la muerte.
¡Feliz día de todos (tu y yo) los Santos!
Seamos santos, no por que nunca nos equivocamos, sino porque estamos en conversión permanente: CreSiendo en el ser y haciendo mejor lo que tenemos que hacer cada día.
Sigamos así y, sin darnos cuenta, somos (no seremos) santos.
 
 

viernes, 24 de octubre de 2014

Lecciones musicales

 
Misioneros aprendiendo de la música
Durante el encuentro intercontinenetal
Fatima - Portugal
 
Foto: Misioneros aprendiendo de la música
Durante el encuentro intercontinenetal
Fatima - Portugal
Enseñanza del P. Ramón Lazaro Esnaola
Español, en Costa de Marfil

Pasamos mucho tiempo hablando de diversidad, unidad, comunión, interculturalidad... Creo que la música nos ofrece una bella imagen de la dirección que nos muestra el Buen Dios para ser testigos en un mundo donde la intolerancia comete barbaridades.

La música se escribe en el pentagrama (curioso, también hay cinco continentes) y cada nota musical, escrita en armonía, forma la música que ayuda a transcender a la persona humana.

Estoy convencido que en nuestra familia IMC cada uno de nosotros es una nota musical que situada en armonía con las otras notas musicales podemos componer la música de la Misión.

Si nos empeñamos en estar siempre juntas las mismas notas musicales, es imposible que algo bello salga de ahí, de ahí saldrá la monotonía, la repetición, la rutina (aunque estemos en octavas diferentes).

Sin embargo si nos arriesgamos a unirnos con otras notas musicales diferentes, el pentagrama puede parecer una montaña rusa, sí, pero durante la ejecución la música de la Misión podrá sonar por todos los rincones de nuestro mundo.

Sin lugar a dudas, el compositor es el Buen Dios, el Dios de la Música, el Dios de la Esperanza, el Dios de la Diversidad, el Dios Amor.

Y, claro... habrá que tener un buen director de orquesta, pero... mucho incumbe a cada uno de nosotros, si estamos dispuestos a formar parte de ese pentagrama que, en armonía, puede elevar todo corazón hacia Dios porque esa música... viene de Él.
Enseñanza del P. Ramón Lazaro Esnaola Español, en Costa de Marfil -Africa

 
Pasamos mucho tiempo hablando de diversidad, unidad, comunión, interculturalidad... Creo que la música nos ofrece una bella imagen de la dirección que nos muestra el Buen Dios para ser testigos en un mundo donde la intolerancia comete barbaridades.

La música se escribe en el pentagrama (curioso, también hay cinco continentes) y cada nota musical, escrita en armonía, forma la música que ayuda a transcender a la persona humana.

Estoy convencido que en nuestra familia IMC cada uno de nosotros es una nota musical que situada en armonía con las otras notas musicales podemos componer la música de la Misión.

Si nos empeñamos en estar siempre juntas las mismas notas musicales, es imposible que algo bello salga de ahí, de ahí saldrá la monotonía, la repetición, la rutina (aunque estemos en octavas diferentes).

Sin embargo si nos arriesgamos a unirnos con otras notas musicales diferentes, el pentagrama puede parecer una montaña rusa, sí, pero durante la ejecución la música de la Misión podrá sonar por todos los rincones de nuestro mundo.

Sin lugar a dudas, el compositor es el Buen Dios, el Dios de la Música, el Dios de la Esperanza, el Dios de la Diversidad, el Dios Amor

Y, claro... habrá que tener un buen director de orquesta, pero... mucho incumbe a cada uno de nosotros, si estamos dispuestos a formar parte de ese pentagrama que, en armonía, puede elevar todo corazón hacia Dios porque esa música... viene de Él.
 
Ramon Lazaro, E-mail:  korona67@gmail.com

martes, 21 de octubre de 2014

Las hormigas nos enseñan


LA FILOSOFIA DELLA FORMICA

Penso che tutti dovremmo studiare le formiche, loro hanno una stupefacente teoria in quattro parti, ecco la prima:
Le formiche non mollano.
Questa è una buona filosofia. Se stanno andando in un posto e tu provi a fermarle, loro cercano un’altra strada, scalano sopra, scavano sotto, girano attorno; iniziano a cercare un’altra strada. Che filosofia chiara!
Non smettere mai di cercare una strada per arrivare dove vuoi andare. Secondo, le formiche durante tutto l’inverno pensano all’estate.
Questo è molto importante. Durante l’inverno le formiche ricordano a se stesse: “Non durerà a lungo; usciremo presto di qui.” E il primo giorno che la temperatura si alza un po’ le formiche escono. Se ritorna il freddo, rientrano, ma poi appena si riscalda riescono. Non vedono l’ora di uscire. Continuano a pensare positivamente.
La terza parte della filosofia delle formiche è che le formiche per tutta l’estate pensano all’inverno. Questa è un ottima prospettiva. Non puoi essere cosi ingenuo da pensare che l’estate duri per sempre. Quindi le formiche raccolgono d’estate il cibo per l’inverno.
Un vecchio adagio dice: "Non costruire la tua casa sulla sabbia d’estate.”
Perché abbiamo bisogno di un tale consiglio? Perché è importante essere realistici. In estate devi pensare alla roccia e al temporale, mentre ti godi la sabbia e il sole.
E questa è l’ultima parte: Una formica d’estate, Quanto cibo raccoglie per l’inverno? Tutto quello che gli è possibile. Che incredibile filosofia; la filosofia ”tutto-quello-che-è-possibile”.
Che stupenda lezione da imparare, il seminario delle formiche:
  • Non mollare mai,
  • stai positivo,
  • pensa al futuro e
  • fai tutto quello che puoi”.
Enseñanza presentada por el P. Stefano Camerlendo en Fátima - Portugal a los Misioneros de la Consolata reunidos a nivel inter-continental.

 

viernes, 3 de octubre de 2014

Familia eres tu, soy yo, somos nosotros

Una carta que viene de la vida
 
Apreciados padres sinodales:
Los saludamos con afecto sabiendo que enfrentan una compleja tarea: sintonizar con las necesidades del Pueblo de Dios y, con apertura al Espíritu Santo, encontrar la manera de orientar y apoyar a las familias del mundo para que, con la ayuda de la Iglesia y con los medios que Dios nos provee, podamos cumplir la tarea de ser comunidad de vida, de amor y de sentido para formar personas capaces de amar y servir.
Asumimos esta iniciativa motivados por la lectura de la carta publicada por el obispo de Amberes, Mons. Johan Bonny, titulada “Sínodo sobre la familia. Expectativas de un obispo diocesano”. Al conocer su contenido, experimentamos el gozo por sentir a un pastor que conoce cercanamente las complejidades de la vida familiar. Nos alentó saber que las diferencias geográficas y culturales no hacen grandes distingos de realidades y desafíos que, al final, son comunes.
Estaremos con ustedes en el Sínodo de variadas formas: con nuestras respuestas trabajadas comunitariamente en aquel sorprendente Cuestionario, plasmado sintéticamente en el Instrumentum Laboris; con nuestra oración y, sobre todo, con nuestra esperanza. Aún así, quisiéramos hacer todavía un intento por expresar nuestra voz en ese cenáculo, transmitiendo los pulsos de una familia común, con la mirada puesta particularmente en aquellas que más sufren.
 
 
Nuestras expectativas de los frutos de la Asamblea Extraordinaria del Sínodo son muy grandes. Ello porque los desafíos de la vida familiar son enormes y porque, en 33 años de vida conyugal, hemos aprendido que al abrirnos a la gracia del Espíritu Santo los caminos se ensanchan; mientras que cuando sinodamos cerrados a la acción del Espíritu de Dios, las asperezas de la vida se tornan más dolorosas. También esperamos mucho porque compartimos la convicción de estar viviendo un kairós en la Iglesia, un tiempo de gracia animado por el testimonio pastoral del papa Francisco.
Con motivo de la preparación del Sínodo, el mundo ha sido testigo de tensiones eclesiales. Mientras unos testimonian su amor a la Iglesia cuidando la fidelidad de la doctrina; otros, movidos por el imperativo de la misericordia, buscan abrir espacios de acogida. Y claro, si los problemas y desafíos de las familias son muy variados y complejos: el amor conyugal, la estabilidad del matrimonio, la vida en pareja, la acogida de la vida, la educación de los hijos, la transmisión de la fe, la conducta y la condición sexual, la sustentación económica de la familia y el trabajo, el descanso y la recreación, la salud y la enfermedad, la búsqueda de la felicidad, la realización personal, el sentido de la vida y de la muerte, etc. Todo parece conjugarse al interior de la familia.
Es inmenso el desafío que enfrentamos las familias, especialmente cuando todo cambia tan de prisa, tanto que muchas veces no tenemos respuestas adecuadas a cuestiones tan trascendentes como encaminar bien a nuestros hijos hacia la esperanza del futuro. Así y todo, no nos amilanamos; al contrario nos sentimos desafiados a vencer las dificultades y a doblarle la mano a la adversidad, donde la experiencia nos deja la certeza que se puede. Así, en el reposo de nuestro cansancio, descubrimos cómo Dios se compromete, cómo afirma la convicción, cómo anima en el desaliento y cómo se hace Emmanuel –Dios con nosotros– como cuando nos toma de la mano y nos levanta, devolviendo sentido en la fatiga y doblegando el desaliento.
Precisamente, cuando más conscientes somos de nuestra propia debilidad, es cuando más cercanamente experimentamos la presencia de Dios; como en esos momentos en que la tarea de pareja, de padres o de hijos se hace difícil o parece imposible. Así alcanzamos una certeza fundamental: el origen de esa vitalidad no es mérito nuestro, es puro regalo, es la gracia de la Comunión Sacramental.
 
 
Queridos padres sinodales, con el testimonio de nuestra vida, social y pastoral, hemos visto cómo todos los desafíos de la familia se tornan más pesados, y hasta sin sentido, sin ese Alimento y Bebida maravilloso que fortifica el espíritu. Ustedes, mejor que nosotros, deben saberlo, así como lo sabe el obispo Johan Bonny, por acercarse a la cruda realidad de personas que Dios le ha confiado a su cuidado y que son las familias heridas de su diócesis. No tenemos duda alguna que Jesucristo vuelve a padecer con las familias que no consiguen aliviar sacramentalmente su hambre y sed de Dios.
Cuando pensamos en la tarea que la Iglesia ha puesto en sus conciencias y en sus corazones de pastores, al ser convocados a este Sínodo, sentimos que tienen motivo para sentirse apabullados. Y claro, si los desafíos son demasiados y algunos de ellos aun no son previsibles. Nos preguntamos entonces con honestidad: ¿Podrá la doctrina resolver situaciones tan diversas e imprevisibles? ¿Podrán las normas estrictas de la moral ser tan nítidas como para ayudar a los hijos e hijas de la Iglesia a orientar inequívocamente su actuación? ¿Será la solución multiplicar mandamientos, permisos o prohibiciones?
Creemos que Dios ya previó esta complejidad y por eso dotó a sus hijos e hijas de ese Sagrario que es la conciencia humana; ese lugar íntimo que Él se reserva en el hombre y la mujer, para animarlo a hacer el bien y a evitar el mal. La maravilla es ésta: no hay situación humana que, convertida en desafío, no deje de ser iluminada por la voz de Dios. Entonces los imaginamos a ustedes, en este Sínodo, buscando formas para educar mejor a los hijos e hijas de la Iglesia que los ayuden a escuchar la voz de Dios. Es que el respeto a la autonomía de la conciencia es un tremendo desafío de nuestra Iglesia, ya anticipado por el Concilio.
Ustedes y nosotros somos hijos del siglo XX y de la Iglesia pre-conciliar; nuestros hijos e hijas son herederos de otro tiempo, son hijos del siglo XXI y del concilio. El futuro de ellos estará marcado, en gran medida, por las respuestas que ustedes ofrezcan a nuestros desafíos, en cuanto se juega en esto la esencia de la tarea evangelizadora de la Iglesia.
En el presente, ya no es posible decir a los fieles hagan esto o lo otro, o dejen de hacer tal o cual cosa. En tal sentido, y con mucho respeto, queremos contarles que, como cristianos del presente ya no estamos en condiciones de escuchar mandatos, permisos o prohibiciones. Y no es por soberbia, es por respeto propio y mutuo, y por respeto a Dios.
Como hijos que aman a su Iglesia, nos gustaría contarles como anécdota que, hasta hace tan sólo unos pocos años, recurríamos infantilmente a algún sacerdote amigo para tener “permiso para pecar”. Hoy nos sentimos ridículos de sólo recordarlo. Es que hay temas de la pareja que son inabordables desde afuera, porque forman parte de la “conciencia conyugal”, donde ni siquiera uno y el otro individualmente pueden resolver, sino sólo desde la realidad de la pareja. Ahí –uno, el otro y Dios– actualizan una realidad nueva. Y diríamos que habiendo amor, esa realidad adquiere algo así como una dimensión sacramental, que opera por la gracia del bautismo y del amor. Es la bendita misericordia, que hace a que nadie le falte Dios.
Para iluminar el dominio de la conciencia, quisiéramos compartir con ustedes una perla preciosa de nuestra vida familiar.
 
 
Un día llegamos de urgencia con nuestro tercer hijo a la clínica, había sufrido un paro respiratorio, teniendo una delicada enfermedad de base. En la reanimación los médicos pidieron nuestro consentimiento para conectarlo a un respirador artificial, sabiendo que al no hacerlo moriría. Nos dieron tiempo para resolver la vida de nuestro hijo. Qué horror, fue tremendo. Sopesamos nuestra fragilidad. En medio del desconcierto tuvimos la certeza que esa decisión no podía ser nuestra. Como una pareja frágil nos unimos a Dios en oración. Dejamos la vida de nuestro hijo en las manos de Él y pedimos que no lo conectaran al respirador. Al dejar de aplicar la respiración manual, nuestro hijo respiraba por la gracia de Dios. Así pasaron 35 días hasta su muerte natural. Quedamos tranquilos y renovados en la fe. Así aprendimos a respetar la conciencia ajena, donde sólo Dios tiene cabida.
Cuando llegue el 19 de octubre próximo, cada uno de ustedes dejará el Sínodo y volverá a pastorear el rebaño que Dios le ha confiado. Nos preguntamos entonces: ¿Cómo saldrá cada uno de ustedes al concluir la Asamblea Extraordinaria del Sínodo de la Familia? ¿Saldrán firmes y seguros, sin haberse movido de sus arraigadas convicciones? ¿O habrán escuchado el sensum fidelium de tantas latitudes, sintiéndose empequeñecidos ante el misterio insondable del corazón misericordioso de Dios para con las familias del mundo? ¿Les ocurrirá como a un querido obispo amigo –ya emérito y lleno de experiencia– que frente al complejísimo requerimiento de una pareja, un día nos dice con humildad –no sé qué decirles, qué me aconsejan? ¿Llegarán ustedes a sus diócesis con el corazón más abierto para acoger a las parejas heridas, a los homosexuales maltratados culturalmente o a nuestros jóvenes que en el uso de su libertad toman caminos alternativos? ¿Serán ustedes portadores de esperanza o de desilusión?
Por favor, sepan que todos esperamos que este Sínodo sea una Buena Noticia para el mundo, así como lo fue hace 52 años el Concilio Vaticano II. Ustedes pueden ayudarnos a hacer de nuestras familias un verdadero cenáculo, donde saciar nuestras ansias de plenitud, de esperanza y de amor, especialmente testimoniando un amor preferencial por las familias más heridas.
Agradecidos de la escucha, reciban nuestro afecto filial y el compromiso de nuestra modesta oración. Les saludan,
Marco Antonio Velásquez Uribe y Mirna Gloria Rojas Díaz
Matrimonio Católico de Santiago de Chile