sábado, 6 de junio de 2015

Tiempo lleno de vida, sentido y dirección


De la liturgia de la vida a la liturgia de la fe
De la liturgia de la fe a la liturgia de la vida
Una experiencia personal
Año 2015

En el Jubileo de mi existencia (25/09/1949), pensionado por edad (65) en un país de la Patria Grande, llamado Brasil (27/03/2015), he experimentado la gracia de la revelación divina a través de acontecimientos históricos vividos, leídos y celebrados a la luz de la liturgia cristiana.


* El Miércoles de ceniza, 18 de Febrero en Boa Vista – Brasil, corazón de la Amazonia, junto con mis hermanos misioneros, fui invitado a la conversión y a la fe, con CENIZA extraída de la Pacha Mama talada y quemada sin medida.

Dura de convertir la criatura,
paciente y misericordioso el Creador.

* Volando sobre las atlánticas aguas (01/03), con el cuerpo maltratado y el corazón reconciliado, aterrice en la Sala del Consejo General de los Misioneros de la Consolata, en la Roma eterna, para continuar el proceso de conversión cuaresmal, rumbo al próximo Capitulo General (Mayo – Junio de 2017).

Sin conversión personal,
ninguna re-vitalización ni re-estructuración institucional

* Volviendo a las fuentes, en procesión de ramos (29/03), dormí y soñé despierto en las Aguadas Caldas de la cordillera maternal, entre el olor del café y las armonías de la Inmaculada emanadas del órgano tubular, incrustado junto a la pila bautismal, y replicadas por las vibrantes campanas de las torres, con el tic tac del blanco y negro reloj marcando el nuevo tiempo.


La fuerza juvenil del viejo árbol está en sus raíces,
cultura y fe cultivadas
 
* Semana consagrada a la VIDA que no muere (30/03 – 05/04), aunque los vivos la queramos matar, porque es la energía primordial del Espíritu divino escondido en las criaturas, que anima, fortalece e ilumina el camino de los peregrinos hacia la Cena pascual.

La Vida no está muerta, está herida y espera la misión,
misericordia nacida de la compasión.


 
 
* Tercera travesía oceánica para llegar a las laderas del Monte Kenya en las vísperas de la Ascensión (16/05) y participar en la Beatificación de Irene, Misionera de la Consolata, hecha toda misericordia blanca en la África negra y de Romero, el Oscar de la Justicia en el pequeño Salvador de las américas (24/05).
 

 
 
 

Fuertemente vigilados a causa del miedo oficial,
los pueblos cantamos y danzamos al calor del Fuego primordial.

Todo este intenso movimiento inter-continental me ha hecho entender mejor que:

* El sentido de una vida se entiende plenamente en la donación de la vida toda. Esa es la verdadera beatificación, aunque no llegue a ser oficialmente reconocida. Así lo testimonian los beatificados.

* La revelación divina de un CARISMA, como el de la Familia Misionera de la Consolata, no se da una vez y para siempre, sino que es histórica, progresiva y se “presenta a través de acontecimientos y palabras íntimamente conectados” (cf DV 2). Nos corresponde escrutar los signos de los tiempos.

* La vivencia de un CARISMA no consiste en un proyecto individual sino comunitario, como nos lo enseña Sor Irene: consagrada para la misión en la Familia Consolata, llegó a Gekondi, donde había sido destinada, asumió el programa o proyecto acordado en la Conferencia de Muranga (1904), lo interiorizó e hizo de él su vida y su misión centrada en el amor.

Como maestra, con la pedagogía del amor: "máxima dulzura, siempre dispuesta a prestar su ayuda a los alumnos para que pudieran superar las pequeñas dificultades, para decirles una palabra de aliento. Sin ser débil, sabía compadecerse de sus defectos, pasaba por encima de sus inevitables caprichos, perdonaba sus faltas [...]. Rarísimamente recurría a los castigos, aunque nunca severos y apenas veía que el culpable estaba sinceramente arrepentido, perdonaba rápidamente, con la única intención de ganarse los corazones y la confianza de los alumnos." (P. Gillio).
 


Como catequista dedicada toda a Jesús y con El a los Kikuyu con “gran caridad y sobre todo mucha compasión, mucha compasión. Dulzura, dulzura, afabilidad grande, mucha paciencia” (uno de propósitos de los Retiros en Septiembre de 1930).

Como enfermera en el dispensario y yendo al encuentro de las personas más alejadas, enfermas y necesitadas, distribuía los remedios, medicaba las heridas, sin miedo a los contagios. vacunaba niños, adultos y ancianos, visitándolas en sus casas y caseríos.

Sor Irene Supo hacer lo ordinario de manera extraordinaria, hasta consumirse en poco tiempo, debido a la intensidad con la que lo asumió. Murió el 31 de Octubre de 1930, a los 54 años. Una misionera de la Consolata santa, o lo que es lo mismo, santa misionera, como se lo había propuesto su Padre, fundador y formador, José Allamano.

El Pentecostés de los años 30 continua en el 2015, mejor, es permanente.
Todos y cada uno lo entendemos en nuestra propia lengua.
Maravillosa revelación!

El camino continua inspirado en el Dios Trinidad, la mejor propuesta de humana comunidad