miércoles, 27 de enero de 2016

Misericordia che consola

Senza suolo non c’è consolazione


Il suolo è stufo di tanto sfruttamento, senza equo riposizionamento
Il suolo è stanco di tanta produzione, per la sua stessa contaminazione.
Il suolo assolato scricchiola crepato: acqua, grida, per compassione!
La consolazione per il suolo è che il SOLE sta nella asSolazione.

Il solo, umano, cammina esiliato, cercando la sua Pachamama,
senza terra, senza casa, senza stipendio, riposa nel suolo, ruminando la sua desolazione
L’essere umano, desolato, piange implorando compassione
La consolazione per lui è solo che il SOLE sta nella deSolazione,

Oggi, nella festa di Canà, nell’umiltà in generale, manca il vino
Manca il vino della gentilezza,
del vente compassionevole, dell’abbraccio fraterno.
Manca il vino della terra,
del suolo per il coltivo, del salario per la solidarietà.
Manca il vino della fede
Del culto nella giustizia che conduce alla pace.


Qualcuno deve gridare: non hanno più vino!

Un grido nasce dalla compassione di Gesù: dategli Voi stessi da mangiare!
Un altro nasce dalla misericordia di Francesco: no lasciatevi rubare l’allegria!
Un altro viene dalla profonda Amazzonia: tessiamo una rete ecclesiale, REPAM!
A tutti risponde il Padre di tutta ConSolazione, Emanuele: sto-con-Voi!

Il SOLE che nasce dall’alto, ha collocato la sua tenda in mezzo a noi:
per il ventre di Maria, la donna di Galilea, entro nell’umanità
nel ventre della “neretta” del Pepeyac, si manifestò in Amerindia
dalla mano della ConSolata, seduto nel suo costato, ci da la sua benedizione.

Che il Sole nascente ci accarezzi con l’aurora del nuovo anno
Che il Sole ardente ci illumini il cammino ed il camminare
Che il Sole ponente ci ricarichi di energia per continuare il percorso
Che in ogni notte si produca il sole di un nuovo giorno.

Testo originale  in Spagnolo 
Traduzione a cura di Alberto Cancian 
albertocancian@gmail.com

sábado, 16 de enero de 2016

O Sol de todas as estações


Sem solo não há Consolo

O solo está esgotado: tanta exploração, nenhuma reposição!
Está cansado: tamanha produção, somente contaminação!
Está arrasado, uiva despedaçado: por compaixão, água, grita!
Para ele um consolo: o sol, está na assolação.


O solo, humano, deambula desterrado, em busca da Pachamama.
sem terra, sem lar, sem salário,
repousa o solo, ruminando a desolação.
Também desolado, o ser humano grita, suplica compaixão.
para o solo um consolo: o sol, se encontra na desolação.

Hoje, na festa da humanidade, sempre caná, falta o vinho:
falta o vinho do colo acolhedor,
do afeto fraterno, do abraço da paz.
Falta o vinho do solo para o cultivo,
da terra o pão, do salário a partihla solidaria.
Falta o vinho da fe para culto festivo,
a liturgia da mesa farta e dividida que canta a justiça.

Alguém, por favor, tem que gritar: Não temos mais vinho!

O grito que brota da compaixão de Jesus:
daí-lhes vos mesmo de comer o pão!
O grito que surge da misericórdia de Francisco:
não deixem que roubem vossa alegria afetiva!
Outro surge do ventre da Amazônia:
teçamos uma rede eclesial, Repam, em favor da vida!


Responde a todos, o Pai da consolação, Emmanuel:
Não temas, ando contigo,
não te assustes, sou o teu Deus,
te fortaleço, ajudo e sustento com a minha justiça.


O Sol que nasce do alto estendeu sua tenda entre nós:
na humanidade entrou, pelo ventre de Maria, mulher da Galileia,
no corpo todo da moreninha do Pepeyac, em ameríndia se manifestou,
da mão da Consolata, sentada em seu colo, nos abeçõa a Consolação.

Traducción de Sandro Cândido
sandriocp@yahoo.com.br
Texto original en Español
Fotografia CAOS


viernes, 8 de enero de 2016

Espiritualidad misionera


El dinamismo misionero

El termino dinamismo, del griego dinamis, fuerza o actividad, continuo devenir vocacional y ministerial, nos indica el contenido y la fuerza de los cuatro principios que se unifican armoniosamente en la espiritualidad de los misioneros/as y se diferencian procesualmente durante la actividad misionera: la alegría, la compasión, la misericordia y la consolación.

Los entendemos como principios porque aparecen al origen de la vocación misionera, caracterizan permanentemente su identidad y permanecen activos a lo largo de la vida y la acción de los misioneros/as, calificando y cualificando sus estilos de vida y misión.

Dos de esos principios (modos de actuar, maneras de ser) motivan, hacen nacer e impulsan o mueven a la misión
  1. La alegría
  2. La compasión
Los otros dos principios acompañan, creativa y festivamente la acción misionera
  1. La misericordia
  2. La consolación

La alegría, componente esencial del ser humano, aparece como la fuente motivadora de la vocación de la joven María de Nazaret: “Alégrate”, “llena de gracia”, “el Señor está contigo”. Ella escucha la Palabra del Dios de sus padres, discierne y pronuncia su SI: “he aquí la sierva del Señor, hágase en mí según tu palabra". De aquel misterioso encuentro, en la intimidad de su casa, nace la misión y ella sale corriendo hacia la montaña para compartir la alegría con la anciana Isabel: “En cuanto Isabel, oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: ¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! … En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre” y ella canto: “...se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador” (cfr. Lc 1, 28-55).

La alegria, fruto de ese encuentro personal y personalizante con el Dios de Jesucristo, es, entonces, la fuente motivadora de toda vocación misionera, tal como lo fue para la joven María..

La compasión, como “sentir-con” - “padecer-con”, es el principio que conmueve y mueve a Jesús a la acción misionera:

  • “Saliendo Jesús, vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, y sanó a los que de ellos estaban enfermos” (Mt 14,14);
  •  “Salió Jesús y vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tenían pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas” (Mc 6,34), llamando a sus discípulos, dijo: tengo compasión de la gente, porque ya hace tres días que están conmigo, y no tienen qué comer y tomando los siete panes y los peces, dio gracias, los partió y dio a sus discípulos, y los discípulos a la multitud, comieron todos y se saciaron… (cf. Mt 15,32,37); 
  • “… he aquí que llevaban a enterrar a un difunto, hijo único de su madre, la cual era viuda, había con ella mucha gente de la ciudad, cuando el Señor la vio, se compadeció de ella y le dijo: “no llores” y acercándose tocó el féretro, los que lo llevaban se detuvieron y El dijo: joven, a tí te digo, levántate! Entonces se incorporó el que había muerto y comenzó a hablar y lo entregó a su madre (cfr. Lc 7, 12-15).
 La compasión se vuelve, entonces, una exigencia fundamental para sus discípulos: “Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo” (Lc 6, 36).

Al mismo tiempo es el grito de los ciegos, los pobres y los solitarios del camino, cuando sienten a Jesús que pasa: Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí” (Mc 10, 46-52).

La misericordia como re-acción surgida de la compasión experimentada ante “las victimas”, se convierte en principio de vida y de acción, solidariamente comprometida con los “afligidos” o “crucificados de la tierra” (J. Sobrino), individuos, comunidades y “pueblos enteros”.


  • Quien vive dinamizado por el “principio misericordia” no puede limitarse a “dar limosna a los pobres”, que ciertamente la necesitan, como primeros auxilios, para no morir. 
  • Le conviene siempre recordar el sabio proverbio chino: "regala un pescado a un hombre y le darás alimento para un día, enseñale a pescar y lo alimentarás para el resto de su vida", apropiadamente elaborado por Paulo Freire en su “Pedagogía del oprimido”, para apoyar los procesos de promoción y liberación humana y social, en el mundo.
  • La vida y la acción misericordiosa, solidariamente comprometida con las victimas, debe intervenir políticamente hasta generar estructuras verdaderas y justas que "cuiden" la vida en todas sus manifestaciones y favorezcan la convivencia humana, local y universal, en verdadera paz.

La Consolación no es una simple moción espiritual ni, mucho menos, una emoción instantánea y efímera. Es la compañía permanente del “Otro Consolador”, el Paráclito, enviado por el Padre a petición y en el nombre del Señor Jesús (cf. Jn 14, 16.26; 15,26; 16,7), quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones y nos habilita para consolar: de esta manera, con la consolación con que nosotros mismos somos consolados por Dios, también nosotros podemos consolar a los que están en cualquier tribulación (cf. 2Cor 1,4).

  • Comienza en la alegría experimentada por su presencia dentro de cada discípulo del Señor Jesús y en medio de la comunidad, que dispone a la compasión que nos hace “próximos” y “aliados” con los afligidos de la tierra.
  • Pasa por la misericordia liberadora que trabaja para “cuidar” de toda la creación, de la “comunidad de vida” (cf. Carta de la tierra).
  • Concluye en la fiesta final, cuando el mismo Dios “enjugará toda lágrima de los ojos y ya no existirá ni muerte, ni duelo, ni gemidos, ni penas...” (Ap 21,4), cuando no habrá noche, ni necesitaremos luz de lámparas ni de sol, porque el Señor Dios derramará su luz sobre nosotros y reinaremos por los siglos de los siglos” (cf. Ap 22,5). 
La ConSOLación que experimentamos y compartimos con los afligidos de la historia es, al mismo tiempo, la meta final.
Nota: el video ha sido posible con la colaboración técnica de Juan Gabriel Acosta


viernes, 1 de enero de 2016

Sans terre pas de consolation


La Consolata fait toujours briller le soleil
« par l'attachante miséricorde de notre Dieu... »

 


La terre est épuisée de tant d'exploitation, sans aucune régénération.
La terre est fatiguée de tant de production menant à sa propre contamination.
La terre dévastée craque toute fissurée: eau, crie-t-elle, par compassion!
La consolation de la terre est que le soleil brille toujours même dans la désolation.

Lui seul, l'humain, déambule exilé, cherchant sa Déesse-terre,
sans terre, sans toit, sans argent, il repose sur le sol, ruminant sa désolation.
L'être humain, anéanti, pleure en implorant la compassion.
Sa seule consolation est que le soleil brille toujours même dans la désolation.

Aujourd'hui, à la fête de Cana, dans l'humanité en général, il manque de vin.
Il manque le vin de la tendresse,
de l'épaule compatissante, de l'accolade fraternelle.
Il manque le vin de la terre,
du terrain pour les cultures, du salaire pour la solidarité.
Il manque le vin de la foi,
du culte dans la justice qui conduit à la paix.

Quelqu'un doit crier : ils n'ont plus de vin!

Un cri jaillit de la compassion de Jésus : donnez-leur vous-mêmes à manger!
Un autre surgit de la miséricorde de François : ne vous laissez pas voler la joie!
L'autre provient de la profonde Amazonie : tissons un réseau ecclésial, REPAM!
À chacun le Père répond en toute Consolation, Emmanuel : je suis avec vous!

Le soleil qui naît d'en haut a habité parmi nous:
par le ventre de Marie, la femme de Galilée, il est entré dans l'humanité,
dans le ventre de la « morenita » du Pepeyac, il s'est manifesté dans une Amérindienne,
de la main de la Consolata, assis sur son bras, il nous donne sa bénédiction.


Bonne Année remplie de Consolation!
Que le soleil naissant nous caresse avec l'aurore de l'an nouveau.
Que le soleil ardent nous éclaire le chemin et la marche.
Que le soleil couchant recharge nos batteries afin de continuer la traversée.
Que chaque nuit le soleil se prépare pour un nouveau jour.

Traduction de Carole Levasseur LMC
levacar@hotmail.com