martes, 13 de febrero de 2018

Es posible vivir en santidad



Santidad cristiana en Cuba

A través de la Pagina web, www.consolata.org, recibí el correro electrónico de Mario Eliecer Velázquez Betancourt (1987), hijo de del matrimonio formado por Mario y Merlis Mercedes.
 “Un gran día, me contó por e-mail, una amiga procedente de Italia me regaló una postal del Santuario de la Consolata y en ella venia la Oración de José Allamano a la Virgen y un pequeño comentario sobre los Misioneros de la Consolata. Esa era la chispa que me faltaba, era la curiosidad por el mundo de las Misiones y la gente pobre. Pero lo veía imposible, en Cuba no hay presencia de ustedes…

Como dato curioso en Cuba la internet no es libre, es controlada por el gobierno, solo hace poco tiempo se ha liberado un poco. Cuando tuve la oportunidad lo primero que busqué en la internet fue información sobre la vida y misión de los Consolatinos y ahí estaba el correo de la casa general y escribí”.

Así fue que, compartiendo con él, le conté de la fiesta del Beato Fundador, José Allamano y le envié el mensaje del P. Stefano Camerlengo, Superior General IMC, para la ocasión, en donde trata el tema de la santidad como propuesta del Padre Fundador para todos los hijos de la Familia Consolata, insinuándole que lo leyera y después, si le venía alguna inspiración, la escribiera y me la mandara. Así lo hizo y por eso, con su autorización, comparto su respuesta, como parte de la preparación a la fiesta:

La santidad vista desde la vida y práctica de un joven cubano
“Bueno, Primero que todo, todo hijo de la Iglesia debe comprender que está llamado a ser santo. Sea de cualquier parte del Mundo. Es precisamente el Señor Jesús quien invita a seguir su camino hacia la plenitud. La vocación a la vida cristiana y el llamado a la santidad son, pues, equivalentes, ya que todo fiel está llamado a la santidad. La santidad está en la misma línea que la conformación con Aquel que precisamente es Maestro y Modelo de santidad.
  A diario me pregunto y cuestiono ¿Puedo, con mis limitaciones, vivir en santidad? Por eso siempre recuerdo que, durante el Año Litúrgico, La Iglesia nos invita a recordar a una fila de santos, quienes han vivido plenamente la caridad, han sabido amar y seguir a Cristo en su vida cotidiana. Ellos nos dicen que es posible para todos recorrer este camino. En todas las épocas de la historia de la Iglesia, en toda latitud de la geografía del mundo, los santos pertenecen a todas las edades y a todo estado de vida, son rostros concretos de todo pueblo, lengua y nación. Y son muy distintos entre sí. En realidad, debo decirle que también según mi fe personal muchos santos, no todos, son verdaderas estrellas en el firmamento de la historia. Y quisiera añadir que para mí no sólo los grandes santos que amo y conozco bien son “señales en el camino”, sino que también los santos sencillos, es decir las personas buenas que veo en mi vida cotidiana, que nunca serán canonizados. Son personas normales, por decirlo de alguna manera, sin un heroísmo visible, pero que en su bondad de todos los días, veo la verdad de la fe.


 En mi experiencia diaria de joven Cubano, con 30 años de edad, vivo con mis limitaciones la santidad, por lo que la plenitud de la vida cristiana no consiste en el realizar empresas extraordinarias, sino en la unión con Cristo, en el vivir sus misterios, en el hacer nuestras sus actitudes, sus pensamientos, sus comportamientos.   EL es   quien nos hace santos, y la acción del Espíritu Santo que me anima desde mi interior, es la vida misma de Cristo Resucitado, que se nos ha comunicado y que me transforma.
Nunca voy olvidar unas palabras de una Religiosa que en una ocasión nos cruzamos en el Hospital donde estudio y me dijo, sin saber que yo era cristiano, dicen que la santidad no es otra cosa que la caridad plenamente vivida.   
Para que la caridad sea plenamente vivida, como una buena semilla, crezca en el alma, me propuse que como todo fiel debo escuchar voluntariamente la Palabra de Dios, y con la ayuda de su gracia, realizar las obras de su voluntad, participar frecuentemente en los sacramentos, sobre todo en la Eucaristía y en la santa liturgia, acercarme constantemente a la oración, a la abnegación de sí mismo, al servicio activo a los hermanos y al ejercicio de toda virtud. Me parece que esta es la verdadera sencillez y grandeza de la vida de santidad: el encuentro con el Resucitado el domingo; el contacto con Dios al principio y al final de la jornada; seguir, en las decisiones, las “señales del camino” que Dios nos ha comunicado a través de cosas sencillas.


Estimado Padre, ¡qué grande y bella, y también sencilla, es la vocación cristiana vista desde esta luz! Todos estamos llamados a la santidad: es la medida misma de la vida cristiana”.



Mi respuesta:
Gracias Mario!
He leído con alegría y sorpresa tu reflexión sobre la santidad. Me siento en sintonía contigo y tu praxis de discípulo misionero: discípulo del encarnado - crucificado - resucitado y misionero del amor hecho caridad operante. De verdad, te agradezco por el testimonio de santidad que me ofreces.
Yo estoy, en estos días de preparación a la fiesta de José Allamano (16 de febrero) pensando la santidad en clave de humanidad: "sed compasivos como vuestro Padre es compasivo" (Jesús), en la línea del Samaritano. Una compasión reactiva, que me lleva  a la misericordia solidaria y liberadora, que me permite vivir y hacer experimentar la consolación en esta historia y disfrutarla en la eternidad. 
El ser compasivos, humanamente sensibles y activos frente al sufrimiento de los otros y de la creación, nos hace más humanos y, entonces, más santos. Como ves, se trata de algo muy parecido a lo que tú narras...
Bueno... y si publico tu reflexión en mi blog o en la web de la Consolata... no te incomodas?
Un abrazo...!
Salvador

Autorización de publicar: “Con mucha alegría acepto, lo que escribí es mi vida cotidiana o lo intento vivir así. Falta pocas horas para la fiesta de Nuestro Padre Fundador, con mucha alegría y gozo... todavía su espíritu suscita jóvenes que quieren seguir su camino... "Que fuimos consolados y ahora estamos prestos para Consolar".

Un Abraso Mario Eliecer
 Desde el parque en donde hay Internet