Aprendiendo del dolor
Oración de intercesión por los enfermos
Introducción
Como Familia Consolata (laicos, hermanas, hermanos y sacerdotes) tenemos la experiencia de la continua y eficaz intercesión de nuestro Fundador, el Beato José Allamano, no sólo en las grandes necesidades, sino también en las situaciones ordinarias de la vida. Su presencia consoladora ha sido asegurada por él mismo: "Desde el Paraíso haré mucho más de lo que he hecho en la tierra".
Una NOVENA es una expresión de nuestra fe y confianza en el Padre de la Vida, quien sabrá como
derramar sus gracias sobre nuestro
hermano/a enfermo/a, _____________ por la intercesión de la SSma Virgen Consolata ,
el Beato José Allamano y la oración-comunión de todos los miembros de cada familia yde la Iglesia en general.
1. Canto
2. Oración de intercesión al Beto Allamano para todos los días
3. Reflexión del día
4. Preces (espontaneas)
5. Oración de abandono del P. Charles de Foucauld
6. Padre Nuestro – Ave María (3) – Gloria
7. Letanías del Beato Allamano
8. Oración final a la Virgen Consolata
9. Canto final(cantos a María Consolata )
Te damos gracias, Dios Padre, por haber
suscitado en tu Iglesia al BEATO JOSÉ ALLAMANO haciéndolo testigo de tu amor
formador de sacerdotes y Padre de Misioneros para el anuncio del Evangelio a
los pueblos.
Concede la salud de tu hijo y nuestro hermano (P. Álvaro López), por intercesión de tu Siervo Beato José Allamano, que en la tierra fue instrumento de la Consolación de María. Haz que su ejemplo nos estimule a buscarte a Ti sobre todas las cosas y el bien de nuestros hermanos. AMÉN
Reflexión del día: Reconocemos que la enfermedad es una condición del ser humano; sabemos que ella es fruto de un conjunto de circunstancias que van desde el medio ambiente, el aire que respiramos, lo que producimos y comemos…
Aceptemos, entonces, que estamos con salud y que también podemos estar enfermos; aceptemos que pueden existir condiciones externas que condicionan la situación de vida de las personas (hoy hablamos de cambio climático, cambios ambientales, etc.) que si bien ayudan a fomentar la discusión, también nos ayudan a entender que el hecho real para el ser humano es: o vivir con buena salud o convivir con una enfermedad.
Así pues, ni el dolor, ni la enfermedad son realidades extrañas al ser humano, ellas hacen parte de la vida y resulta imprescindible, para quien padece algún tipo de enfermedad (enfermedades crónicas o de prolongado tratamiento) aceptar que se encuentra en otra etapa de su vida; aceptar que hay cambios fundamentales en su modo de vida y en su rutina diaria; él ya no es el mismo de antes y ahora necesita de mayores cuidados…
Concluyamos esta reflexión orando el Salmo 6
Este salmo es una súplica que refleja las angustias del justo que se encuentra postrado en su cama de enfermo.
En la lectura-oración del salmo, podemos manifestar, si así lo queremos, las dos situaciones por las que pasamos al descubrirnos enfermos: de un lado, la angustia que nos viene encima cuando descubrimos que estamos enfermos y de otro lado, lo podemos orar desde la dimensión de la alegría que experimentamos cuando vamos recuperando nuestras fuerzas físicas y nos vamos descubriendo curados de la enfermedad que nos angustiaba.
Haz que, animados por tu amor, puedan llevar serenamente su cruz por la redención de la humanidad.
Para que puedan llevar la cruz de la enfermedad bajo la luz de tu designio universal de salvación.
Reconforta a los enfermos y une sus sufrimientos a los tuyos, para la salvación de todos los hombres.
Haz que nuestros enfermos encuentren alivio y consuelo en la promesa de tu salvación.
Padre Nuestro
Letanías del Beato Allamano
Beato José Allamano
RUEGA POR NOSOTROS
· Padre de nuestra vida consagrada misionera
RUEGA POR NOSOTROS
· Padre de nuestra misión de anuncio y consolación
· Padre de Apóstoles ad Gentes
· Padre fundador colmado de amor a la Iglesia y al Papa
· Padre Fundador consejero espiritual y consolador oportuno
· Padre de mágica sonrisa, herencia de los Santos
· Padre Fundador fiel siervo de Dios
· Padre de incansable energía
· Padre que nos ha dado vida en el tiempo y en la historia
· Enamorado de la Santísima Eucaristía
· Amante hijo de la Virgen Consolata
· Contemplativo de la Sma. Consolata
· Tesorero de la Consolata
· José Allamano del corazón de María
· Tú que siempre hiciste la Voluntad de Dios
· Tú que eres Apóstol constante e incansable del confesionario
· José Allamano luz que ilumina a las misiones
· Discípulo de sus misioneros y misioneras
· Formador de Sacerdotes
· Profeta que supiste captar los signos de los tiempos para la iglesia
· Misionero de corazón universal
Protege, oh Padre, a tu familia
R/ Y conserva en ella tu espíritu.
BEATO JOSÉ ALLAMANO
INTERCEDE POR NUESTROS HERMANOS(AS) ENFERMOS
Canto final (Cantos a María
Consolata)
Mendigar; es decir: pedir ayuda a otros hace parte no sólo de un gesto
humano, sino también muy espiritual; pues es respuesta a la necesidad de
misericordia y compasión que el mundo, hoy, está necesitando….
Por otro lado, cuando el enfermo recibe atención y cuidado, se hace una
valorización de quien la ofrece; pues dice el dicho que hay mayor alegría
cuando damos que cuando recibimos…
Así como se pide ayuda a quien le está cerca, el enfermo está llamado,
también, a pedir ayuda a Dios. Una de las tentaciones que se vive en la
enfermedad es la de sentirse abandonado por Dios y por eso se cuestiona tanto a
Dios, martirizando nuestro espíritu con la pregunta ¿por qué a mí? ¿Por qué
esto tenía que acontecerme en este momento de mi vida? …
Concluyamo esta reflexión con el Salmo 22
Conscientes de que es nuestro deber de enfermos, podemos pedir la ayuda divina, para que el proceso de recuperación sea más gratificante y nos ayude a alabar a Dios, en todos los momentos y situaciones de nuestra vida... Oremos, entonces, junto con todos los enfermos que conocemos y con los enfermos que hay en todos los rincones del mundo; especialmente los enfermos que no gozan de la posibilidad de ser atendidos con la dignidad que merecen. Con el salmo supliquemos a Dios su protección y le manifestemos nuestro agradecimiento por su asistencia en los momentos de angustia y desesperación por los que pasamos a lo largo de la enfermedad.
Reflexión: Uno de los
riesgos de quien vive la situación de enfermedad es perder la paciencia,
desesperarse y confundirse; llegando, incluso, a perder sus puntos de
referencia. Guiados por el libro de Job aprendemos que el enfermo no obstante
el desespero que puede experimentar por su enfermedad, no puede dejar de
invocar a Dios y dejar todo en Sus manos; como se lee en Job. 5, 8-11:
Si se trata de mi, yo me volvería a
Dios y en Dios pondría mi causa. Él que hace cosas tan grandes e insondables,
maravillas sin número, que derrama la lluvia sobre la tierra y manda las aguas
sobre los
campos. Ensalza a los humildes…..
…Así pues, el texto que citamos demuestra cómo es propio de los sabios
someterse a la voluntad de Dios y en los momentos más críticos de la vida, en
la máxima expresión de la adversidad, como puede ser una enfermedad grave, sólo
queda volverse a Dios, implorar su protección para salir de ella.
Para nosotros, discípulos de Jesús, la enfermedad y el dolor no son fruto
del pecado y mucho menos, resultado del castigo de Dios. La espiritualidad
cristiana nos enseña que Dios no es aquel que se aleja del enfermo, por el
contrario, es un Dios cercano, presente; un Dios misericordioso y compasivo que
permanece al pie de la cama del enfermo para socorrerlo, para ayudarlo y liberarlo de todo mal.
Esta es la confianza que estamos llamados a tener, y mucho más, en medio de
la enfermedad y del dolor. Dios está ahí con nosotros, con los enfermos y la fe
que depositemos en Él, nuestra capacidad de invocar su acción misericordiosa
reconforta el alma del enfermo y le ayuda para que viva su enfermedad desde
otra perspectiva: la perspectiva de la fe y de la confianza en aquel que nos
puede salvar, conscientes de que la enfermedad no es el fin, ella es apenas un
medio para purificar nuestro corazón y nuestros criterios de vida, renovando
nuestra adhesión a Dios, padre rico de misericordia.
Al enfermo le hace mucho bien invocar a Dios, porque además de ser un acto
de fe, constituye un ejercicio en favor de la descentralización. Le hace mucho
mal al enfermo centrar toda su atención y toda su mente y energías en su propia
enfermedad; esto lo enferma más. …
Concluyamos esta reflexión orando el Salmo 57 (56)
Se trata de una
oración confiada a Dios. El justo, la
persona que se encuentra en la enfermedad y la angustia, pide la ayuda de Dios.
El salmo recoge y expresa los sentimientos del alma atribulada e incomprendida.
El salmo refleja la plena confianza del justo en Dios, seguro de que Él no lo
abandonará ni en el peligro, ni en medio de la enfermedad y del dolor, porque
el justo se siente al abrigo de las alas protectoras de Yahvé, que es su
refugio seguro.
Reflexión: Desde todos los
puntos de vista y ayudados por las más variadas experiencias religiosas, el ser
humano es llamado a la felicidad y la búsqueda de esta ocupa gran parte de la
vida de la persona; pero no nos podemos olvidar que por naturaleza el ser
humano se caracteriza por su fragilidad, por los altos y bajos en su vida; así
nos lo recuerdan el Dalai Lama-Tutu & Abrams: 2017.
Somos criaturas frágiles, y
precisamente desde esa debilidad, no a pesar de ella, descubrimos la
posibilidad de la auténtica felicidad […] la vida está llena de desafíos y
adversidades. El miedo es inevitable, al igual que el dolor y, con el tiempo,
la muerte (p. 27).
La propia naturaleza nos dice que no tenemos respuesta para todas las
cosas de nuestra vida, pero si sabemos aceptar la salud-enfermedad, como parte
constitutiva de nuestro existir, sabremos también, dejar en las manos de Dios y
de la ciencia la respuesta a nuestra situación de enfermedad-dolor; los médicos
para eso estudiaron y todo su esfuerzo radica en ayudarnos a estar bien en
medio del sufrimiento. A ser felices, personas alegres, independientemente de
las circunstancias de una salud debilitada, pero no acabada.
Sepamos dejar en las manos de Dios y de la ciencia médica nuestra enfermedad y cultivemos en nosotros el deseo de ser felices, personas alegres conviviendo con el dolor, la enfermedad y el sufrimiento.
Concluyamos esta reflexión orando con el Salmo 11 (10)
Este Salmo tiene palabras consoladoras para todo aquel que se encuentra abatido por cualquier tipo de mal… expresa la decisión del hombre sabio que nada teme porque que conduce su vida a la sombra de la divina Providencia y hace de la ley de Dios su pan cotidiano. El salmo nos ayuda a poner las cosas en su sitio. …
Como personas sabias dejémonos invitar por el salmista a depositar toda nuestra confianza en Dios, que es nuestra fortaleza.
Reflexión: Quiero comenzar
esta reflexión recordando que no somos más que una casa en construcción; esto
es: personas no acabadas. Sí, esto es lo que nos caracteriza a lo largo de
nuestra vida, somos seres en proceso de construcción, sin importar la edad que
tengamos, ni el estado de vida que hayamos escogido, ni la etapa de la vida en
que nos encontremos….
Pero infelizmente, cuando llegamos a una cierta edad como que nos olvidamos
del proyecto de vida que habíamos elaborado, olvidamos el plan de vida que
habíamos trazado; así la persona pierde la armonía de vida que en el pasado lo
caracterizaba. Una persona que actúa sin un plan de vida bien elaborado y
concreto cae en el peligro de la ambición y de expectativas más allá de sus
reales posibilidades; situación que lo lleva a perder el control sobre sí mismo
y, en vez de paz interior, se manifiesta como una persona llena de ansiedades,
miedos y estrés...
El ser humano no fue creado para sí mismo, la des-egocentrización es un
ejercicio que estamos llamados a practicar todos los días. Y la mejor manera
para des-egocentrizarnos; para superar la tentación del auto-referencialismo es
tener un Proyecto Personal de Vida (PPV) fundamentado en el amor, la compasión
y la misericordia; cuyo resultado será lo opuesto a la ansiedad, al miedo y al
estrés.
Cuando la vida es vivida desde el amor-compasión-misericordia entonces la
enfermedad en vez de absorber a la persona, la proyecta y es en este sentido
que se requiere que el enfermo siga un plan de vida. El plan de vida del
enfermo debe integrar la confianza en sí, el deporte como actividad cotidiana,
la buena alimentación, la capacidad y osadía de salir de sí mismo, el descanso
y la oración. …
Concluyamos esta reflexión orando con el Salmo 27 (26)
Del salmo interesa rescatar la visión que el
salmista tiene de Dios; un Dios que ilumina la vida en los momentos de ansiedad
y de peligro y que salva. Así Dios se torna el centro de todo, el objetivo
máximo de la vida y en el plan de vida del enfermo, Dios ha de ocupar un lugar
especial, de privilegio diríamos. Pues por cima de Dios nada ni nadie. El
enfermo ha de aprender también, a jugarse todo por Dios, su roca salvadora.
Reflexión: Tenemos que ser
conscientes que en el estado de enfermo se pasa por diversas etapas y somos
invadidos de una diversidad de sentimientos, que no podemos ocultar. Un
elemento que hace mal al enfermo es sentirse un superhombre o una supermujer.
Esa tentación no ayuda, ni para la sana convivencia, ni para el proceso de
recuperación de la salud.
Es necesario que el enfermo manifieste sus sentimientos y exprese el dolor
que siente. A ninguno hace bien reprimir las emociones o pretender controlarlas
para no dar muestra de debilidad. En este sentido, tenemos un maestro del
sufrimiento (tanto físico como espiritual y social) en la persona del arzobispo
Desmond Tutu, el obispo anglicano de los tiempos del Apartheid en África del
Sur.
En el libro de la Alegría, el arzobispo
expresa su convicción de que no somos ni superhombres, ni supermujeres, por eso
que es importante no reprimir las
emociones e agrega yo ánimo a la
gente a que no se reprima, que no se calle la tristeza ni el dolor. Es una
forma de recuperar la normalidad. Cuando encerramos las emociones y fingimos
que no existen lo único que conseguimos es que la herida se infecte. (Dalai
Lama-Tutu & Abrams: 2017: 135-136)…
La salud está en Dios, así como en las manos de los médicos y de las
medicinas, pero sin olvidar el valor imprescindible de la mente; sí el poder de
la mente es fundamental en todo proceso de recuperación de la salud; entonces
el enfermo es el protagonista principal, el resto son solo una ayuda, alguien
que facilita y recuerda lo que le corresponde hacer.
Desde esta perspectiva, dejemos al enfermo que se exprese con todos sus
sentimientos y emociones; a él no se le puede silenciar y mucho menos reprimir
o hacerlo sentir inútil en su enfermedad, pues esto dejaría en el enfermo un
trauma, diría, insuperable. Gritar, llorar, lamentarse hace parte de un
proceso, tantas veces inexplicable, pero sí comprensible….
Una felicidad montada solo sobre estados positivos (la llamada felicidad hedonista) no pasa de ser una felicidad
pasajera. La felicidad profunda (la
llamada felicidad eudemónica) se caracteriza por tener un punto de partida
claro y bien definido: la comprensión de
uno mismo, la intención, el
crecimiento personal y la aceptación, que incluye el sufrimiento, la tristeza y
el dolor (Dalai Lama-Tutu & Abrams:
2017: 137)….
Concluyamos esta reflexión orando el Salmo 116
El salmo nos ayuda a entender la alegría de
quien se siente liberado de un inminente peligro de muerte, como consecuencia
de una enfermedad y por eso da gracias a Dios por los beneficios recibidos… Con
todos los enfermos que ya han recuperado su salud y de modo especial con todos
aquellos que, infelizmente, no han tenido la gracia de recibir la atención médica
que necesitaban, cantemos al Dios de la vida y a él supliquemos por el derecho
a la salud de toda persona tiene.
Reflexión: La enfermedad no
significa el final de todo, ella es apenas un llamado de atención para
recordarnos que somos seres frágiles. La enfermedad nos ayuda a entender lo
efímero que somos y cuanto necesitamos de los otros. La enfermedad nos ayuda a
recordar el valor relativo que tienen las cosas; ellas no son un fin en sí
mismas, son apenas un medio para vivir y que no nos pueden desviar de nuestro
norte: Dios, que es principio y fin de nuestro existir.
Es importante que la persona enferma sepa vivir la soledad que su
enfermedad comporta, esta hace parte del proceso de atravesar dificultades.
El enfermo en su proceso de recuperación está físicamente rodeado de
personas que lo asisten, que lo visitan y esto le evita el aislamiento; pero en
su corazón vive sólo y es aquí donde nos interesa llamar la atención acerca del
saber vivir la soledad. La mente es capaz de elaborar todo tipo de
racionamiento, es importante que el enfermo tenga una mente abierta, sea
positivo y abra el corazón al mundo que lo rodea y las maravillas que se le
presentan y lo haga desde el pensamiento de Dios que es bondad y compasión. De
esta manera su soledad no será aislamiento, sino crecimiento, germen de algo
nuevo en su vida.
Soledad y silencio interior son dos compañías permanentes del enfermo y él
debe aprender a reelaborar su vida a partir de ellos; sabiendo que la soledad
es diferente del aislamiento y el silencio interior es necesario en su proceso
de reinventar su vida, sus nuevas decisiones a tomar y la nueva organización de
su vida.
Otro elemento clave en el proceso de recuperación de la salud del enfermo
es saber transformar las adversidades en oportunidades; es a esto que llamamos atravesar dificultades. Entre los
tibetanos circula el dicho que son en
realidad las experiencias dolorosas las que dan sentido a la felicidad. La
enfermedad y el proceso de recuperación no pueden ser vividos como una
tragedia, sino como una nueva oportunidad; una manera diferente de organizar la
vida, una nueva oportunidad que nos regala Dios y el destino. Ahora bien, es
importante mantenernos serenos en medio de ellos; pero ¿cómo hacerlo?
Esto se consigue a través de poner la mente a trabajar a nuestro favor; esa
fuerza interior o la madurez espiritual, como prefiero llamarla, será nuestra
aliada para atravesar las dificultades con esperanza y hacer que las
adversidades se conviertan en nuevas oportunidades para una vida feliz,
bondadosa y misericordiosa.
Es, pues, nuestra tarea encontrar las raíces de la virtud y no los venenos
que pueden obstaculizar y hasta dificultar nuestro existir. Tenemos que lograr
que la enfermedad y el dolor-sufrimiento sean nuestros aliados para una vida
feliz y no nuestro obstáculo, como algunas veces nos vemos tentados a verlos.
Concluyamos esta reflexión orando el Salmo 88 (87)
El salmo,
recogiendo la mentalidad religiosa del Antiguo Testamento, expresa el sentido
de esta reflexión que se propone ayudarle al enfermo y su entorno a atravesar
dificultades, en las que los lamentos y las quejas no son reclamaciones, sino
una contemplación que, desde lo más oscuro de la vida, intenta encontrar motivos
para renovar su esperanza y encontrar nuevas oportunidades de vida.
Reflexión: Comienzo esta última reflexión citando el segundo libro de Samuel porque constituye como la síntesis del conjunto de estas reflexiones que tienen como
telón de fondo la invitación a confiar en Dios, también en medio de la
adversidad que nos pueda corresponder vivir.
Las palabras del autor sagrado, nos inspiran,
porque nuestra confianza en Dios no puede estar condicionada por las
circunstancias externas, así como la opción por ser felices tampoco depende de
las circunstancias externas, es cuestión de actitud interior, de busca
constante y de entrega total a una única causa.
Con estas palabras, estamos llamados a vivir
nuestra enfermedad con el espíritu de quien lucha hasta el final; una lucha que
es más interior que exterior. Es aquí donde debe salir a flote nuestra fuerza
interior, nuestra fortaleza espiritual, nuestra fuerza mental. Para esta
“batalla” se requiere plena confianza y seguridad en sí mismos, aquel esforcémonos con que Joab motiva a su hermano para vencer a
sus enemigos.
El proceso de recuperar la salud es lento, requiere
de paciencia y perseverancia y sobre todo de una gran capacidad interior para
no bajar los brazos en los momentos más críticos que se puedan presentar y así,
como los dos hermanos Joab y Abisaí, “salir triunfantes” de una batalla que, de
entrada parecía perdida, pero que a la postre la podemos vencer, ciertamente
guiados por la mano de Dios que siempre sabrá escoger la mejor parte.
Confía en ti y confía en Dios. Vive con actitud positiva
el proceso de recuperación de la salud y no permitas que el pesimismo ni el
desánimo te hagan perder “la guerra”, no obstante que por momentos pareciera
que la batalla ya está perdida.
Con los sentimientos de plena confianza en nosotros
mismos y en Dios y conscientes de que sólo nuestra mente, nuestra fuerza
interior, nuestra espiritualidad, es capaz de ayudarnos a perseverar hasta el
final.
Concluyamos esta reflexión con el Salmo 138 (137)
El salmo recoge los sentimientos de los israelitas después del exilio en Babilonia y el salmista los expresa, a modo de acción de gracias a Dios, por la liberación, porque ha cumplido sus antiguas promesas.
NB: El texto ha sido elaborado por el P. Armando Olaya, imc y las reflexiones, para cada día, las ha tomado de un texto del mismo P. Álvaro López, “LA SABIDURIA DEL DOLOR”, donde narra su propia experiencia)