sábado, 4 de octubre de 2025

Profecía del Agua

 “Somos Iglesia, somos agua, somos vida, somos esperanza en acción”

El Agua habla

Cumbre Amazónica del Agua, celebrada en Iquitos (Perú) del 1 al 3 de octubre

Los seres humanos somos agua hasta en un 70 %. En este encuentro, el agua que está en nosotros, el agua que somos todos los presentes allí, se ha juntado para hablar, para denunciar, para susurrarnos a nosotros mismos, para gritar al mundo. Porque, aunque el agua está tan agredida “que ya no canta”, como dice Serrat, sí que habla. ¿Y qué ha dicho?

 Palabras de la hermana Agua

 Soy un sujeto,
un tú, interlocutor.
 
No soy un “recurso”, algo con lo que comerciar,
una veta para la codicia, una mercancía. No.
 
Soy sagrada, el fluido divino,
la fórmula de la vida
el secreto del futuro.
 
Tengo derechos. Y por tanto ustedes, los hombres y mujeres,
tienen serios deberes para conmigo.
 
Me duele oler mal, ser veneno,
ser causa de muerte y no de vida,
ser fuente de conflictos…
Me aflige que me hayan quitado mi color azul.
 
Únanse, escúchense, dialoguen,
busquen a otros para luchar,
reconociéndose todos como parte del Agua global.
 
Y recuerden que yo me muevo,
que si me estanco me pudro y emponzoño,
así que se tienen que poner en marcha
con creatividad,
con firmeza,
con tenacidad,
para que todos puedan ser manantiales que broten “hasta la vida eterna” (Jn 4, 14),
todos puedan vivir con salud, en armonía
y felicidad.
Especialmente los más pequeños y vulnerables.
 

(César Luis Caro, 04/10/2025, en ReligiónDigital)

 

martes, 30 de septiembre de 2025

Justicia, Paz e Integralidad de la creación

 Justicia – Paz e integralidad de la Creación (JPIC) y Misión IMC


 
1.      Dos organizaciones al servicio de una única misión

1.1.  La Comisión de Justicia, Paz e Integridad de la Creación (JPIC), nacida en el ámbito eclesial y de la Vida Consagrada, como expresión del compromiso por una misión transformadora.

1.2. La misión de los Misioneros y Misioneras de la Consolata, inspirada en San José Allamano, quien pedía una misión que evangelice, eleve el ambiente y promueva la vida plena

2.      Temática, espiritualidad y prácticas convergentes

2.1. Contenido de la misión

2.1.1. La misión de la Comisión JPIC

     La Comisión de Justicia, Paz e Integridad de la Creación (JPIC), impulsada en la Vida Consagrada         tras el Capítulo General de los religiosos en 1971, tiene como propósito:

·  Promover la justicia como exigencia del Evangelio.

·  Construir la paz frente a la violencia y los conflictos sociales.

·  Custodiar la integridad de la creación, reconociendo la relación inseparable entre humanidad y naturaleza.

El documento fundacional de JPIC afirma: “La misión de la Iglesia hoy no puede separarse del compromiso con la justicia y la paz en el mundo, ni del cuidado responsable de la creación” (USG–UISG, Roma 1971).

Este horizonte responde a lo que el Papa Francisco llama ecología integral, donde fe y vida, evangelización y promoción humana, son inseparables (Laudato Si’, 137–139).

   2.1.2. La misión de los Misioneros de la Consolata según San José Allamano

San José Allamano decía a sus misioneros que la misión no se reduce a predicar: “No basta con predicar, hay que elevar la vida del pueblo, mejorar sus condiciones, mostrar con obras el amor de Cristo” (Allamano, Scritti, 1920, p. 312). Hablaba de la “elevar el ambiente”, es decir, transformar la realidad para que el Evangelio produjera frutos integrales.

Los misioneros, en sus programas han traducido esa visión en iniciativas de promoción humana, educación, salud, conocimiento y valoración de las culturas.

Su estilo y espíritu misionero estaba enfocado desde la consolación: anunciar a Jesucristo, presencia de Dios que cuida, dignifica y acompaña.


Correlaciones entre JPIC y la visión allamaniana

Dimensión JPIC

Visión de Allamano

Correlación práctica

Justicia

Compromiso con los

pobres, defensa de

los derechos

humanos y de la tierra.

 

insistía en la promoción humana: escuelas, hospitales, defensa de la dignidad

JPIC - Allamano

coinciden en que la

misión evangeliza

elevando las condiciones

de vida

Paz

Construcción de

comunidades reconciliadas y

fraternas.

 

Pedía a los misioneros ser sembradores de fraternidad y respeto entre culturas.

 

La consolación

allamaniana se puede

traducir hoy en una

espiritualidad de perdón, diálogo y reconciliación.

Integridad de la

Creación

Cuidado ecológico,

sostenibilidad, respeto

por la naturaleza.

 

Hablaba de “elevar el ambiente”; hoy esa expresión se amplía a la creación como casa común.

 

La ecología integral

actualiza el carisma

allamaniano: misión es

también cuidar la tierra.

 

 

 4. Una misión compartida

Los Misioneros de la Consolata, en fidelidad al carisma de su fundador, pueden encontrar en la misión de JPIC una plataforma que expresa su propia identidad y viceversa:

· Evangelizar consolando y cuidando.

· Promover la justicia social como parte esencial del anuncio misionero.

· Ser artesanos de justicia y paz en contextos de conflicto.

·  Vivir la misión en clave ecológica, como custodia de la creación.

En palabras de Francisco: “La misión de los consagrados es ser profetas que testimonien cómo se puede vivir hoy la fraternidad con la creación y con los más pobres” (Francisco, Mensaje a la UISG–USG, 2014).

5. Acciones (propuestas prácticas para animadores misioneros parroquias, comunidades religiosas y grupos laicales, integradas en la misión de la JPIC y el IMC

 5.1. Justicia

Inspiración JPIC: compromiso con los pobres, defensa de los derechos humanos, lucha contra las desigualdades y las discriminaciones.

Inspiración Allamaniana: “No basta con predicar, hay que elevar la vida del pueblo” (Allamano, Scritti, 1920, p. 312), respetar los nativos y sus culturas.

Propuestas operativas:

· Organizar escuelas de ciudadanía, conciencia política, ética social y derechos humanos en las comunidades.

·  Apoyar iniciativas locales de economía solidaria y agricultura sostenible.

·  Formar grupos juveniles en doctrina social de la Iglesia con enfoque misionero.

· Impulsar campañas parroquiales contra la trata, la violencia, la discriminación y las exclusiones.

 5.2. Paz

Inspiración JPIC: construcción de comunidades reconciliadas y fraternas.

Inspiración Allamaniana: los misioneros deben ser sembradores de fraternidad, constructores de comunidad.

Propuestas operativas:

·  Promover círculos de diálogo comunitario para resolver conflictos locales.

· Celebrar cada mes un “Domingo de la Paz”, con liturgias inculturadas que integren símbolos de reconciliación.

· Ofrecer formación a catequistas y agentes pastorales en mediación y resolución pacífica de conflictos, perdón y reconciliación.

·  Favorecer experiencias interreligiosas de encuentro y oración por la paz.

 5.3. Integridad de la Creación

Inspiración JPIC: cuidado ecológico y sostenibilidad.

Inspiración Allamaniana: “Elevar el ambiente”, entendido hoy como cuidado de la casa común.

Propuestas prácticas:

· Celebrar cada año con entusiasmo el Tiempo de la Creación (1 de septiembre – 4 de octubre).

· Crear eco–ministerios parroquiales que animen a reciclar, reforestar, cuidar humedales y usar energías limpias.

·  Ofrecer retiros espirituales de ecología integral, uniendo Biblia, carisma de la Consolata y Laudato Si’.

·  Motivar a las familias a un estilo de vida sobrio, responsable y solidario.

 5.4. Consolación como síntesis (puente entre JPIC y IMC

·  Consolar a los pueblos es anunciarles a Jesucristo, consolación que libera y salva

·   Consolar a los pobres es reconocer, defender y promover su dignidad

·  Consolar a los que sufren violencia es buscar “armonía, justicia y paz”

· Consolar a los que lloran es acompañar con “compasión, cercanía y ternura”

·  Consolar a la creación herida es cuidar, cultivar y embellecer la “casa común”

Dinámicas para animadores

· Lectio JPIC–Allamano: tomar un texto de Allamano y un pasaje de Laudato Si’ y dialogar en grupo sobre cómo aplicarlo en la comunidad y la misión local.

· Mapa de la consolación: cada comunidad identifica qué heridas espirituales, sociales y ambientales existen en su territorio, y diseña acciones concretas de JPIC.

·  Vigilia de oración por la creación y los pueblos: un espacio de adoración y envío misionero con símbolos de la naturaleza y testimonios de comunidades.

Conclusión

La JPIC y el IMC convergen en una misma visión: la misión como transformación integral, donde se evangeliza promoviendo justicia, se construye paz y se cuida la creación. Así, la consolación que inspiró a Allamano e inspira a sus misioneros/as, se actualiza hoy como misión de esperanza para un mundo herido.

Bibliografía

·  Allamano, J. Scritti. Roma: Archivio Generale IMC, 1915–1925.

·  Allamano, J. Meditazioni ai Missionari. Torino: Editrice Missioni Consolata, 1936.

· USG–UISG. Justicia, Paz e Integridad de la Creación. Documento fundacional. Roma, 1971.

· Francisco, Papa. Laudato Si’. Encíclica sobre el cuidado de la casa común. Vaticano, 2015.

· Francisco, Papa. Mensaje a la Unión Internacional de Superiores Generales. Vaticano, 2014.

· Comisión JPIC. Guía para la animación de Justicia, Paz e Integridad de la Creación en la Vida Consagrada. Roma, 2018.

·  Biblia, Carta de los Derechos humanos, Carta de la tierra, Constitución Nacional, etc.

Biblia "A la mano"

 La Biblia: Luz, Consuelo y Fuego misionero

Centro de Misión y Culturas José Allamano

Un grupo de Laicos Misioneros se reunió este sábado 27 de septiembre, en el Centro de Misión y Culturas José Allamano – CMC, con el acompañamiento de algunos Misioneros de la Consolata. Oraron, reflexionaron sobre la Palabra de Dios como Luz, Consuelo y Fuego para la vida y la misión de cada uno, inspirados en el legado de San José Allamano.

Septiembre mes de la Biblia

El mes de septiembre, mes de la Biblia, lo conocemos así los católicos porque en él se celebra la festividad de San Jerónimo (día 30), quien dedicó su vida al estudio y a la traducción de la Biblia del griego y el hebreo al latín, la lengua del pueblo, versión conocida como Vulgata. El motivo es para acercarnos más a ella y profundizar en su aporte a la vida de cada discípulo misionero (laico, consagrado u ordenado) y de cada comunidad de fe, institución o movimiento eclesial centrados en la persona de Jesús, Palabra encarnada en la humanidad y sus contextos.

Propuesta de San José Allamano  

El fundador de los Misioneros y Misioneras de la Consolata inspiró su vida y ministerio en la Palabra de Dios. Sus conferencias, cartas y charlas de formación a los misioneros aparecen sustentadas con citas bíblicas y testimonio de muchos santos. Les insistía en la formación bíblica profunda: "La Biblia debe ser nuestro pan cotidiano. Si no la conocemos, ¿cómo anunciaremos a Cristo?". Promovía, como lo hace hoy el Pueblo de Dios a través de las Comunidades Eclesiales de Base – CEBs, en América Latina, una relación viva con la Biblia, no como conocimiento teórico, sino como herramienta para transformar corazones y realidades, con enfoque liberador y contextual.

La misión nace del corazón de Dios y la viven aquellos que “escuchan la Palabra, la meditan en el corazón y dan fruto con perseverancia” (Lc 8,15).  El Fundador y Formador Allamano quería a sus misioneros “santos, sabio y trabajadores”. Capaces de convivir, en “espíritu de familia” y trabajar concordes, con “espíritu de cuerpo”. Amigos y discípulos de María Consolata. Respetuosos compañeros de las personas y los Pueblos a donde son destinados, para trabajar con ellos en la transformación personal y de sus ambientes. Para vivir una vida así entendida necesitamos una espiritualidad bíblica misionera, sólida y práctica.

Juntando las dos fuentes espirituales, inspiradas y sostenidas en la Palabra de Dios, la de José Allamano y la del Pueblo de Dios (Iglesia) en nuestro continente, encontramos el agua necesaria para calmar la sed en el camino de la vida - misión y el pan vivo, suficiente para resistir el camino y el trabajo, sin desfallecer. Allamano nos la ofrece como Luz, Consuelo y Fuego y las Comunidades Eclesiales de Base (CBs) nos la brindan como Palabra viva que ilumina la vida de los pobres, anima la comunidad y mueve a la liberación personal y social.  

Cada uno de los participantes al Encuentro, en el Centro de Misión y Culturas José Allamano, recibimos del P. Juan Gabriel Acosta, joven Misionero de la Consolata, doctorando en Biblia en la Universidad Javeriana de Bogotá, la siguiente Carta, simbólicamente enviada por San José Allano.

 

Ponente P. Juan Gabriel Acosta

Queridos misioneros y misioneras

 Al acercarse el centenario de mi Pascua, quiero dirigirme a ustedes con las mismas convicciones que animaron toda mi vida. Si algo deseo repetir hoy con fuerza es esto: la Sagrada Escritura debe ser su primer estudio, su alimento diario, la luz de su camino.

La Biblia no es un libro entre otros; es la voz misma de Dios que acompaña, corrige, consuela y enciende el corazón. Yo mismo les dije muchas veces: “La Escritura será su consolación en la misión”. Y hoy lo repito: también será su consolación, su fuerza y su esperanza en el trabajo que realizan.

Cuando el cansancio o la dificultad los visite, abran la Palabra y encontrarán ánimo. Cuando la misión parezca dura o estéril, dejen que ella sea fuego en su interior. ¿No ardía acaso el corazón de los discípulos de Emaús cuando Jesús les explicaba las Escrituras? Así también arderá el de ustedes si la meditan con humildad y fe.

Les invito a hacer de la Biblia su libro cotidiano. No basta leerla superficialmente; hay que meditarla, rumiarla, gustarla, escrutarla. Ella es, lo he dicho y lo digo de nuevo, una “mina de riquezas” y un “pozo profundo” del que siempre se puede beber.

Acérquense a la Palabra con pureza de vida, para que lo que escuchen lo puedan vivir. Léanla siempre con oración, pidiendo la luz del Espíritu Santo. Y háganlo con sencillez y humildad, sabiendo que es Dios mismo quien les habla.

Se lo repito con el corazón de padre: amen la Sagrada Escritura. Hagan de ella su alimento de cada día. Allí encontrarán la fuerza para perseverar, la alegría de servir y la luz para iluminar a las comunidades a las que son enviados.

Que este año 2025 sea un tiempo de gracia, en el que toda la Familia Misionera de la Consolata redescubra la centralidad de la Palabra de Dios, para que al celebrar el centenario de mi Pascua en 2026, puedan decir con verdad:

“Hemos hecho de la Biblia nuestro consuelo, nuestro fuego y nuestra guía en la misión”.

Con afecto y mi bendición,

                                                          San José Allamano


miércoles, 24 de septiembre de 2025

Plenitud

"Señor del Alto"


Señor de las montañas y los silencios, 
compañero en los caminos y hospedero en las posadas
Tú que conoces los pequeños, que buscan verte,
mírame hoy, viajero salido del Alto del Volcán.
 
Hijo de la tierra, buen “terrano”, antes que humano.
Alimentado con frijol, maíz y queso bien cuajado
hermano del suelo, el solar, el cidrón y el brevo.
Amigo del Dios del cielo y su enviado al suelo.
 
Te doy gracias por el fogón, hogar que me calentó
tres piedras, fuego permanente que me acrisoló
partera que me recibió, antes de yo gritar o llorar
alcoba de tapia, herméticamente blindada y protegida.
 
Gracias por aquel íntimo 25 de diciembre entre papá y mamá
por los que vinieron antes, con su peso y su ejemplo,
 por los que llegaron después, con su luz y su alegría.
Entre cada tres, uno para la totalidad
 
En la Inmaculada pila bautismal, ¡José Salvador!, se escuchó
para buscar, cuidar y proteger la fraternidad
para salir e ir a sanar, conservar, dar sabor y saborear.
Bisagra en la puerta familiar para abrir, dejar salir y entrar.
 
Nacido, entre la libertad mariana de Mercedes
y la salud servida por los hermanos Cosme y Damián.
Hazme instrumento de enérgica y suave consolación
firme suelo en el solar del encuentro y la recreación.
 
Que nunca me canse de esperar y reunir
que en mi cansancio recuerde tu manso corazón.
Que el regazo de tu madre me consuele,
que su brazo “A la mano” me lleve.


Que cuando mi cronómetro marque la meta
la vieja bisagra, sin crujir, abra la estrecha pueta.
Qué todos a una choquemos copas llenas de vino
partamos, repartamos y compartamos el pan vivo.

25de septiembre 2025 

jueves, 18 de septiembre de 2025

Tiempo de consolación

 Tiempo de la creación

Anderson y Sérgio, Novicios colombianos en Manaos - Brasil

Este llamado “tiempo de la creación”, determinado del 1 de septiembre al 4 de octubre y asumido por la Iglesia Católica como tiempo ecuménico, “es un tiempo para que todos volvamos a la oración, al estilo de vida más sencillo y a las decisiones valientes para cuidar de nuestra casa común” (Papa Francisco, Mensaje para el Tiempo de la Creación, 2023). Bien podríamos llamarlo “tiempo de la vida”, momento favorable para la vida abundante, placentera y saludable, en definitiva, ¡feliz!

Sin embargo, nos tropezamos por doquier y a toda hora, con la vida destrozada por el maltrato o el mal uso, matada por tantas y variadas violencias, asesinada intempestiva o lentamente, individual o colectivamente, interrumpida conscientemente en sus procesos naturales, con el rótulo de legalidad. Atropellos, casi todos, causados por los comportamientos irresponsables o ambiciosos de los miembros más conscientes de la “comunidad de la vida”, los, a veces mal llamados, seres humanos. Como “la comunidad de la vida” está toda interconectada, es la vida misma la víctima herida, maltratada, abusada, explotada, masacrada, matada. Toda la vida: humana, mineral, vegetal y animal, tristemente pasa a la lista diaria de los noticieros envenenados y las estadísticas archivadas, sin que nadie la llore ni le rinda luto. Se trata de un tiempo de desolación en el que todos perdemos, al final.

 Anuncien el Evangelio a toda criatura

Tal vez por lo dicho en el párrafo anterior, sigue más que válida y urgente la formación impartida por Jesús a sus discípulos misioneros y su mandato misionero universal (todo el mundo) y totalizador (toda criatura): “Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Noticia a toda criatura” (Mc 16,15). Mandato que trasciende la creatura humana. No se trata solamente, entonces, de la salvación de las almas humanas, sino de toda la persona, integralmente comprendida y de la reconciliación de toda la creación con Dios y entre ella misma. Abarca seres humanos, pueblos, culturas y naturaleza. En clave paulina: “La creación entera gime con dolores de parto, esperando la redención” (Rom 8,22).

Imagen artística CAZ

Kairós misionero, tiempo de la creación

El tiempo siempre ha acompañado la vida en todas sus etapas y procesos. Nos es familiar a los humanos, nos invade, nos envuelve, viene y va, casi sin que percibamos. Intentamos agarrarlo, poseerlo o almacenarlo y no podemos. Lo único que logramos es medirlo, cronometrarlo, pero, aun así, no lo poseemos. Lo vendemos, lo compramos, lo compartimos, pero no es de nadie. Desde la fe cristiana lo agradecemos como don y hasta pedimos perdón cuando lo malgastamos. Solemos escuchar de la gente sencilla: el tiempo es de Dios y sus tiempos son perfectos.

En las Escrituras Sagradas, libros que narran la “historia de la salvación”, acompañada y guiada por un Dios que camina con su Pueblo, encontramos una concepción del tiempo en dos dimensiones: 1) cronológica, sucesión de horas, días y años, tiempo medible en el que se inscriben las genealogías, las fiestas, los calendarios litúrgicos de Pueblo y los acontecimientos históricos; 2) espiritual, como espacio del encuentro de Dios con su pueblo y de este con Él, mientras le va revelando su proyecto de salvación, sintetizado por Pablo y Marcos con estos textos altamente teológicos: “cuando llegó la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo” (Gál. 4,4) y “se ha cumplido el tiempo y está cerca el Reino de Dios” (Mc. 1,15).

Podemos concluir esta breve visión del tiempo con San Agustín, “el tiempo fue creado con el mundo, no antes de él” (Confesiones XI, 13) o, como enseña el Vaticano II: “El misterio del hombre solo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado” (GS 22), el “hoy” de Dios, el “Kairós”. Inscribimos el “tiempo de la creación”, en continuidad de esa plenitud inaugurada con Jesús, aún no llegada a su plenitud. Don y oportunidad, tarea y responsabilidad.

 Tiempo de misión, hora de consolación

Nos referimos aquí a la misión concebida y propuesta por San José Allamano quien convocó, formó y envió Misioneros (1901) y Misioneras (1910) de la Consolata, desde su Santuario en Turín – Italia, con una consigna clara: “Consolata quiere decir consuelo. Vuestra misión no es otra: consolar a los pueblos, darles alivio en el cuerpo y en el alma, y elevarlos a la dignidad de hijos de Dios” (Allamano, Spiritualità Missionaria, p. 89)

No basta con predicar, hay que elevar la vida del pueblo, mejorar sus condiciones, mostrar con obras el amor de Cristo” (Allamano, Scritti, 1920, p. 312). La propuesta era integral: anunciar la Buena Nueva, promover el ser humano y elevar el ambiente. En sus cartas y enseñanzas subrayaba: “No basta con enseñar a rezar, es necesario enseñar a vivir; la religión que no mejora la vida del hombre no echa raíces” (Allamano, Cartas a los Misioneros, vol. II, p. 134).

Su visión se concretó allá, en el Pueblo Kikuyu y por cuatro continentes, en iniciativas muy prácticas:

·         Anuncio explicito del Evangelio, catequesis, celebraciones litúrgicas, construcción de capillas, perdón y reconciliación, etc.

·         Educación: fundación de escuelas y talleres para la formación en oficios y la promoción de las capacidades locales.

·         Salud: organización de dispensarios y hospitales en las misiones, convencidos que la evangelización pasaba también por curar los cuerpos y aliviar el sufrimiento.

·         Justicia y dignidad: rechazo explícito de la esclavitud y de toda forma de opresión

Imagen artística CAZ

Conclusión en clave de Consolación

Sintonizando el “espíritu allamaniano” y su concreción a través de sus misioneros/as con el “tiempo de la creación” podemos sintetizar la misión en cinco ámbitos:   

      ·         Consolar a los pueblos es anunciarles a Jesucristo, consolación que libera y salva

·         Consolar a los pobres es reconocer, defender y promover su dignidad.

·         Consolar a los que sufren violencia es buscar “armonía, justicia y paz”

·         Consolar a los que lloran es acompañar con “compasión, cercanía y ternura”

·         Consolar a la creación herida es cuidar, cultivar y embellecer la “casa común”


jueves, 14 de agosto de 2025

La Consolación en la metodologia misionera

 Metodología misionera de la Consolata, “A la mano”

Grupo juvenil misionero, italiano, en el Kenía - África

Aquí proponemos leer la metodología evangelizadora de la Familia Misionera de la Consolata en la clave de Consolación, como principio inspirador, lejado por San José Allamano.

 La consolación en el programa misionero

Los Misioneros de la Consolata, como Jesús, se reconocen consagrados y enviados por el Espíritu que proviene del Padre, tal como se lee en sus Constituciones: “enviados a compartir con todos los pueblos la verdadera Consolación, Jesucristo, teniendo a María como modelo y guía”, según la voluntad de San José Allamano, el Fundador y formador.

El Programa misionero de Jesús, presentado en Lucas 4, 16-19: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar la buena noticia a los pobres. Me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos y vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos,  proclamar el año de gracia del Señor”, basado en un texto de Isaías 61,1-2 que dice: “El Espíritu del Señor Dios está sobre mí, porque me ha ungido el Señor; me ha enviado a dar buenas nuevas a los quebrantados, a vendar a los heridos de corazón, a proclamar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; a proclamar el año de la gracia del Señor, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los que lloran”.

Aunque Lucas omite la parte final “el día de venganza ... a consolar a todos los que lloran”, el programa de Jesús incluye claramente la dimensión del consuelo que brinda esperanza y restaura pecadores, pobres, cautivos, ciegos, enfermos, excluidos, etc.

Al final de su presentación, Jesús cierra el rollo antiguo y lo entrega al servidor diciedo: “Hoy se cumple esta escritura que acaban de oír” y se sieta, como maestro. Todos los asistentes tenían los ojos fijos en él. Cierra así el viejo tiempo, el de la promesa y abre el nuevo, el del cumplimiento, el del Reino de Dios, el de Jesús (Dios que salva), consolación liberadora, encarnada en la mujer María, madre de la consolación esperada y reconocida por el "resto fiel" de Israel, represetado en Simeón y Ana (Lc 2,32-38) 

Varios de los que lo escucharon, cuando los llamó a colaborar en su misión, le respondieron y lo siguieron, otros permanecieron en su forma antigua sin inmutarse y otros lo rechazaron, obstculizaron y persiguieron hasta apresarlo, juzgarlo y condenarlo a la muete. El Padre "compasivo y misericordioso" lo sostuvo hasta que espiró en la cruz. Los humanos, inhumanos, viéndolo sin vida, lo encerraron en el lugar de los muertos. Dios lo resucitó y Él salió al encuentro de sus fieles seguidores, dejando el sepulcro, auque nuevo, vacío. Los encotró a orilla del lago, en el camino, en el cenáculo, en las casas, etc., y los confirmó en la misión que les había presentado allá en Galilea y para la cual los había llamado, formado y entrenado. Los llenó de su Espiritu y los envió, confiándolos a la presecia y compañía del Otro Consolador, el Paráclito y asegurándoles su participación hasta el final  de los tiempos y los confines del mundo.

Fue esta consolación, éticamente sentida, hablada y actuada, la que conformó la vida y la misión de la Beata Irene Stefani, misionera de la Consolata, dedicada totalmente a su pueblo con amor y dulzura, hasta el punto que la gente misma le cambió el nombre de Irene, que en griego significa “paz”, por el de “Nyaatha” que en Kikuyu significa “misericordia personificada”.

La consolación en el camino y la meta de la misión 

Mientras caminamos en el tiempo, cronológicamente medido y el territorio, geográficamente demarcado, nos enfrentamos con los ideales de igualdad y buen vivir para todos y las realidades de la desigualdad y el mal vivir para muchos.

Realidad esta presentada por el Evangelista Lucas con la parábola del “rico epulón y el pobre Lazaro” (Lc 16,19-31), personajes antagónicos. El rico vive en la abundancia, ignorando por completo al pobre, que yace hambriento y enfermo a su puerta.

Tras la muerte, se invierten los papeles: el rico, sin nombre, sufre en el Hades, mientras que el pobre, de nombre Lázaro, es llevado por los ángeles al “seno de Abraham”, símbolo de fe, justicia, descanso, dignidad y consolación.

No debemos tomar la imagen del “seno de Abraham” al pie de la letra, sino como una metáfora del lugar de consuelo eterno que Dios prepara para sus fieles, del reencuentro amoroso con los antepasados, comenzando por Abraham. Al mismo tiempo, nos invita a abrir los ojos, a no repetir la ceguera del rico y a construir, ya en esta vida, la comunión fraternal que se consumará en el Reino de los cielos.

A esa tarea de promover, animar y construir el Reino de Dios en esta tierra, se asocia la Familia misionera de la Consolata, inspirados en María Consolata, consolada (santa o llena de gracia) y consoladora (discípula misionera), orientados por el Concilio Vaticano II: “la madre de Jesús brilla ante el Pueblo de Dios en marcha, como señal de esperanza cierta y de consuelo” (Lumen Gentium, 68). El Fundador tenía su propia visión de la meta fina o cielo, lugar del consuelo pleno: “Cuando piensen el paraíso, no piensen en forma abstracta, sino en el paraíso del misionero y la misionera que son fieles a su vocación. El Señor dijo: “Yo voy a prepararles un lugar” (Jn. 14,2). Pero para esto es necesario trabajar mucho. Me parece que este pensamiento del paraíso debería consolarnos. Nuestro premio está allí, ¡y es muy grande! Pensemos con frecuencia en él. (cfr. San José Allamano, Así los quiero, n. 92).

Compasivos, misericordiosos, consolados y alegres

Este itinerario humano y espiritual, demarcado por cuatro grandes principios: la compasión, la misericordia, la consolación y la alegría, mutuamente implicados y complementados, es el de la santidad misionera propuesta por el Fundador: “primero santos” para y en la misión. Es el itinerario que los Misioneros y Misioneras intentan, con “espíritu de cuerpo”, y que ofrecen a todos los que lo quieran recorren, especialmente a quienes los acompañan en el camino de la misión de la Iglesia, "que avanza en la historia, entre las persecuciones del mundo y las consolaciones de Dios" (cfr. LG V, VII, VIII).

El principio compasión se presenta como puerta de entrada al mundo de la misión. Nos hace sensibles, emocional e intelectualmente, motivados para cuando salimos de nosotros mismos podamos mirar con atención la realidad, cercana y lejana, verla con los ojos del compasivo Jesús de la Sinagoga de Nazaret: los pobres, los cautivos, los ciegos, los enfermos, los pecadores, los oprimidos, la explotada “madre tierra” que “gime con dolores de parto” (Rm 8,22-29) y anunciarles, a ellos y a todos desde ellos, la buena noticia de la salvación – liberación, el tiempo de gracia del Señor, el Jubileo de la esperanza.

Nuestra propia experiencia o la de los demás, iluminada por las ciencias y el Evangelio, nos debe motivar a preguntarnos quiénes son los pobres, los cautivos, los enfermos, los afligidos entre nosotros, de qué y por qué están en tal situación. Vislumbrar que allí donde las personas pierden su libertad y sus libertades más fundamentales, se vive la experiencia de cautiverio que nos torna enfermos, oprimidos, excluidos, manipulados, perseguidos, amenazados, violentados y atacados. Todo esto de un modo personal o colectivo, interna o externamente, desde la proximidad o desde la lejanía, desde las redes familiares o desde las estructuras de nuestro mundo, y a veces, incluso, desde la propia cultura, economía, política o religión pervertidas. Situaciones todas infernales y dolorosas de miedo, ansiedad, fatiga, desánimo, silencio humillante y deseo de huida que, a su vez, llevan a nuevas esclavitudes, perpetuando y ampliando el círculo del mal y de la muerte.

El principio misericordia nos convoca a la acción, a las respuestas concretas y específicas o apropiadas a cada situación. Nos pide aproximación, contacto, solidaridad operátiva, organizada, práctica, eficiente y eficaz. Aquí surge la necesidad y la oportunidad de alianzas personales, comunitarias, institucionales. Nadie puede enfrentar solo la realidad. Si quiere hacer “el bien, bien hecho”, debe hacerlo con “espíritu de cuerpo” y en “unidad de intenciones e intentos”, como lo sugiere San José Allamano. La caridad, como “la promoción social y elevación de los ambientes”, la “justicia, paz e integralidad de la creación”, dimensiones integrales de la metodología misionera allamaniana, tienen procesos que exigen visión, programación, financiación, ejecución, supervisión, evaluación y resultados. Todo esto debe de ser registrado, archivado y socializado trasparentemente.

El principio consolación permite, tanto a los compasivos y misericordiosos como a los afligidos y desolados, disfrutar del alivio, el descanso, la satisfacción, la justicia y la paz, la armonia con toda la "comunidad de la vida". A las víctimas de las diferentes situaciones, incorporarse y volver, con sentido, esperanza y proyección, al camino de la vida y de la comunidad social, rumbo al “banquete final”, donde ya “no habrá más llanto ni dolor, porque Dios enjugará las lágrimas de los ojos” (Ap 21,4).

El principio alegría nos permite celebrar, litúrgica y socialmente, gozar, disfrutar interior y colectivamente la vida como fiesta del “buen vivir y convivir” ecológico integral, anticipando la eternidad resucitada, lugar de la plena consolación.

Nota: La pintura Mariana es obra del P. Carlos Alberto Zuluaga - CAZ