martes, 29 de marzo de 2011

La Iglesia, Pueblos de Dios, en proceso de liberación


En una ceremonia sencilla pero cargada de agradecimientos, hemos despedido a quien fuera por 29 años el pastor de esta Diócesis de Riobamba, Mons. Víctor Alejandro Corral Mantilla.





Mons. Víctor, había presentado al Papa Benedicto XVI su renuncia por límite de edad, la cual fue aceptada y el día 28 de febrero de 2011, ha nombrado, como administrador apostólico de esta Diocesis a Mons. Fausto Gabriel Trávez Trávez,O.F.M. actual arzobispo de Quito y primado del Ecuador.


Mons. Víctor permaneció al frente de la Diócesis de Riobamba desde 1987, como sucesor de Mons. Leónidas Proaño, de quien había sido su obispo auxiliar por tres años. Mons. Víctor es a la fecha el Obispo Responsable de Pastoral Juvenil en el Ecuador y desde abril del 2008 vicepresidente de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana.  

El día 15 de Marzo nos reunimos todos los Agentes de Pastoral, entre ellos nosotros los Misioneros de la Consolata, de la “zona Licto” (Vicaría) en el Seminario Diocesano, “Cristo Buen Pastor”, para darle los merecidos agradecimientos por su labor como pastor de esta Diócesis y en particular por su acompañamiento, orientación y cercanía en nuestra zona y así despedirnos de él.

En su intervención nos hizo memoria de lo difícil que fue sustituir al profeta de los indios, Mons. Leónidas Proaño, pues el pueblo, particularmente los indígenas, esperaban que el fuera su copia y que todo lo que Taita Proaño había hecho por ellos siguiera adelante. Tarea que, según él, fue muy difícil de cumplir, el tenia que ser original, eso si, siguiendo las huellas del maestro y siendo fiel al Evangelio.





En su homilia nos contó cómo "el 17 de febrewro de 1982, enviado por el Papa Juan Pablo II, llegó como obispo auxiliar de Mons. Leonidas Proaño. En esa primera y multitudinaria Eucaristía, con dos perspectivas separadas y contrapuestas (en la Iglesia y en la sociedad) afirmé que venia profundamente agradecido a Dios por el maravilloso regalo que me daba de venir a servir a esta Iglesia, junto a Mons. Proaño y añadía: permíteme, con mi servicio episcopal ser puente. El puente une dos orillas, permite el paso de un lado al otro, nos ayuda a conocernos, aceptarnos..., el puente cierra abismos, impidiendo los miedos, temores, prejuicios".




 Con el rito tradicional de purificación, hecho por los indígenas y la Eucaristia, el pueblo, con un variado lenguaje simbólico, le agradeció al Pastor bueno y fiel. Le dijo ¡ADIOS!

Mons. Agradeció al Dios de Jesucristo con las palabras del salmista «cantare eternamente la misericordia del Señor» y así dijo, él también ¡ADIOS! 


Los Misioneros de la Consolata agradecemos la compañia durante todos estos años y desde Bogotá recordamos, reconocidos a todos los que por allí pasaron compartiendo consolación-liberación, a los que permanece y los que vendrán.

Texto y fotografia enviados por el P. Jenaro Ardila

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