miércoles, 17 de agosto de 2011

Jornada Mundial de la Juventud

Madrid, España, XXVI edición de la JMJ

Los orígenes de la JMJ
Durante el Jubileo de 1983-1984, llamado Año Santo de la Redención en recuerdo de la muerte de Jesucristo, hace 1.950 años, entre las diferentes celebraciones dedicadas a la juventud, la más importante tuvo lugar en la vigilia del Domingo de Ramos en Roma. Más de 300.000 jóvenes procedentes de todas las partes del mundo (y albergados por cerca de 6.000 familias romanas) participaron en el Jubileo internacional de la juventud.
Además de muchos obispos estaban también presentes el Hermano Roger y la Madre Teresa de Calcuta. El papa Juan Pablo II obsequió a los jóvenes con una cruz de madera que simbolizaba el amor del Señor Jesús por la Humanidad.
La ONU proclamó el año 1985 como Año Internacional de la Juventud. La Iglesia Católica organizó, entonces, un nuevo encuentro internacional el Domingo de Ramos, el 31 de marzo, con otros 350.000 jóvenes que se reunieron en la Plaza de San Pedro. Fue así como el Papa instituyó la Jornada Mundial de la Juventud, que se celebra anualmente.
 
 
Se trata de un acontecimiento tipicamente mionero de encuentro, intercambio, testimonio y anuncio de Jesuscristo Camino, Verdad y vida.
Los jóvenes, Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe”  (San Pedro), le responden al mismo Cristo que los busca y sale al encuentro. Asi interpreta el Cardenal Arzobispo de Madrid Antonio María Rouco Varela, la peregrinación de la juventud venida de los cinco continentes, al darles la Bienvenida, ayer 16 de agosto, en la plaza de Cibeles, diosa oriental que preside la vida urbana de la ciudad.
Seguramente que en una Jornada Mundial de la Juventud faltarán muchos jóvenes de las diversas juventudes: negra, periférica, migrante, desplazada, rural, indígena, femenina, homosexual, gitana, urbana, universitaria, etc. Puede ser que al encuentro mundial acudan representantes de las mismas y, sin embargo, deban globalizarse y no puedan expresarse desde su diversos contextos socio-culturales y religiosos.
Igualmente podrá acontecer con los diversos modos de experimentar la condición juvenil, marcada no sólo por el contexto que les toca vivir, sino también por los mismos grupos y expresiones culturales y de participación de las juventudes: artísticas, deportivas, religiosas, ecológicas, sociales, políticas, etc. 
Tal vez será el factor religioso, expresamente católico, el que imperará. Esto parece normal puesto que se trata de un evento organizado por la Iglesia Catolica para la juventud catolica, más no dejará de  ser cerrado, excluyente e insuficiente. 
Aunque sea muy emocionante ver el rostro joven de la Iglesia, no podemos desconocer los rostros jóvenes del movimiento de los “indignados” que se viene organizando inspirado en la ola de revolucionarias manifestaciones en Medio Oriente y el norte de África.
Presentado a la pinión pública el pasado 15 de mayo en las plazas de unas 60 ciudades españolas, gritando consignas contra los graves efectos de la crisis económica, el desempleo y el desencanto hacia los político. Exigiendo un cambio de sistema. Se está extendiendo por Europa y amenaza con propagarse por el mundo como un reguero de pólvora. 

Conclusión
Todas estas grandes manifestaciones, en el mismo escenario globalizado, sirven de  enseñanza y desafio para la Pastoral Juvenil de la Iglesia Católica que pretender ser misionera, católica y al servicio del Reinado de Dios en el mundo de hoy.


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