viernes, 28 de noviembre de 2025

La Perseverancia

 Canto a la perseverancia

El Banco - Magdalena
 Amiga cansona, terca y exigente: constante compañera en el camino de la vida
presente desde el amanecer hasta el atardecer: minutos, horas, días, meses, años.
Te nombran Perseverancia en la motivación, en el esfuerzo y en la constancia,
exiges disciplina, resiliencia y compromiso con metas trazadas para alcanzar,
sin reparar en dificultades, cansancios, incertidumbres e incomprensiones.
 
Jesús, el perseverante fiel al Padre, a Sí mismo y al Pueblo, invita a:
 orar siempre y no desfallecer” (Lc 18, 1; 11, 5-10),
oír la palabra, guardarla y dar fruto con perseverancia” (Lucas 8:15)
cargar la cruz cada día y seguirlo (Mt 16,24)
Permanecer en Él, como Él en nosotros” (Jn 15,4)
 Si permanecen en mi palabra, serán verdaderamente mis discípulos” (Jn 8,31).
El que persevere hasta el fin, ese será salvo” (Mt 24, 13).
 
Leonel
 
Has perseverado plantando perdón y reconciliación
regando el plantío, incluso en las noches más frías,
con lágrimas de rabia, impotencia e indignación.
Tercamente has vislumbrado auroras de hermandad
de justicia, paz y consolación.
 
Así he leído hoy tus 49 años de Ministerio
hilos de tu éxito académico, profesional, personal y emocional.
Sigue soñando e implementado proyectos, con procesos y metas medibles
con equipos interdisciplinares e incidencias socio espirituales
viendo los errores como parte del aprendizaje y no como fracasos finales.
 
Celebra avances con quienes te animan y registra logros motivadores.
El podio de los 50 es de oro y se alcanza por escalones
unos de respiro y pausas activas, otros de esfuerzos y rutinas.
Mantén abierta la puerta del Perdón, cerrando ciclos y abriendo procesos.  
 
No dejes convertir la perseverancia en obstinación
te puede desgastar emocional y espiritualmente.
No insistas en metas, ni en personas que no entiendan el sentido
No pierdas oportunidades por no cambiar de rumbo.
 
Felicitaciones por tu persistente perseverancia
Ora sin desanimarte
Mantente firme en la fe ante las dificultades
“Haz el bien, bien hecho, de manera constante
Permanece unido a Él, Ella te lo indica.
 
La perseverancia es confianza activa en Dios y fidelidad que da fruto a lo largo del tiempo.

lunes, 17 de noviembre de 2025

Vivir el Silencio

 El silencio continúa

Daniel - Salvador - Anibal - Ruby

Volviendo a mi caótica y agitada Bogotá, en medio del ruido indescifrable, percibí que el silencio continuaba a hablar. Entonces me pregunté, ¿Cómo hacer para escuchar su voz o sus voces silenciosas? ¿En dónde meterme, después de ese retiro de siete días, en el silencioso Aguadas de mi geografía biográfica y cultural, durante la agonía de mi hermana Lindelia?

Entrar en mí mismo

Afuera impera el ruido, pero dentro habla el silencio que me invita a dialogar con mis emociones y sentimientos, a releer y reajustar mis proyectos, a escuchar mi cuerpo con sus fortaleces y debilidades, a recordar y avanzar, a amarme, amar y dejarme amar, auto reconocerme en el presente. ¡Qué grande misterio soy! ¡Me sorprende, cuán poco me conozco! Pido perdón y me perdono, me declaro presente ante el misterio y sus secretos.

Solo saliendo, ni me encuentro, ni encuentro. Debo entrar, sin salirme del territorio ni del tiempo. Aquí estoy, de nuevo presente, tratando de escuchar el silencio que me envuelve. El mismo que me habló subiendo a Aguadas, desde dónde miré abajo y escuché el presente, el mismo que envuelve a Bogotá. Siento que en todas partes está hablando susurrando, enseñando.

Encontrarme dentro con Dios

Al culminar la subida a Aguadas, viniendo del Valle del Cauca, en la Pintada, lo reconocí en el cuerpo enfermo de mi hermana y lo escuché en su silencio. Me habló en las actitudes, gestos y comportamientos de las familias y la comunidad, en la casa, el templo y las calles del pueblo. Escondido en la arquitectura patrimonial y cultural del “eje cafetero”, en la calle real atiborrada de chivas, camiones, buses y automóviles, instrumentos de trabajo estacionados y gente en movimiento, caminando, reflexiva y orante, hacia el cementerio, en donde también me hablaba el silencio.

En todas partes habla y se escucha, cuando está adentro. La Palabra encarnada como verbo, enviado del Padre maternal que es el silencio, hablaba del amor amigo, maternal y fraternal, con la suavidad y la energía del “Otro Consolador”, enviado dentro para iluminar, acompañar, fortalecer y abrir la ruta de la eternidad, ya presente.

Así fue que lo escuchó María, cuando Él le habló y le abrió su vientre. En ella, por la acción del Silencio fecundante, “la Palabra se hizo carne” y habitó entre nosotros. Hecho verbo activo y no sustantivo ni adjetivo, actuó amando. Pretendieron eliminarlo, pero no pudieron. Lo mataron y sigue vivo, se sigue encarnando en el silencio de los que escuchan atentos su Palabra y la ponen en acción. Estar en Dios y estar en silencio es la misma cosa, decía alguno que sabía.

Todos nos encontramos en el silencio

Nosotros, como Lindelia, cada rato silenciamos, anticipamos el silencio eterno. No por eso dejamos de hablar, seguimos siendo, como Jesús, “Verbo encarnado” que se pronuncia, es escuchado y actúa, animado por el Espíritu que, cuando es para el bien, es Santo.  

Gracias Silencio eterno
que estás en el cielo.
Gracias Palabra pronunciada
que encarnada nos incorporas en el Verbo.
Gracias Aliento divino
que infundido dentro, alimentas la esperanza.
 
¡Gracias Lindelia por tu silencio!
Desde las alturas
con el Cacique Pipintá
en  las aguadas Caldas 

sábado, 15 de noviembre de 2025

Cuando el silencio habla

Lecciones del silencio


Siete días viví en contacto intermitente con mi hermana Lindelia, en el pequeño pero suficiente y acogedor cuarto, expresamente preparado al detalle, por su hijo Alexander y su esposa, en su propia casa – consultorio de veterinaria para la calidad de vida de la especie animal. Siete días, siete lecciones del silencio.

La vida un viaje

El primer día de la semana, domingo por cierto, encuentro con el silencio corporal que no invita a hablar, sino a re-cordar con el corazón, a re-pasar el ciclo de la existencia con gratitud, a contemplar.

En un instante luminoso y fugaz, recordé el pueblo a su alrededor y repasé el recorrido de Lindelia cercano y lejano, con el punto de partida y la meta definida: el Alto del Volcán, en la tierra fría, San Pedro, Bareño y el Manzanillo en la caliente, las Coles y la Judea, Buenos Aíres, los Chorros, Chagualo y la Cuchilla, todos sectores del pueblo con casas espaciosas, solares y jardines. Vi a Lindelia trabajar, servir y estudiar. La vi salir de la Judea para Bogotá, dejando la casa familiar para habitar en una comunidad religiosa, la Prensa Católica, con quienes fue hasta Guaranda Ecuador, de donde regresó a los caminos y calles de sus primeros tiempos.

Repasando su camino nos integramos para vivir en el barrio Colón de Bogotá y luego en el Galán, de donde salió para integrar un nuevo hogar, junto con Gabriel, de donde brotaron Alexander y Adriana.

De Bogotá, pasando por Cajicá, llegaron a Los Charcos de las "aguadas", para construir la casa familiar y vivir en profunda, respetable y vital conexión con toda la creación. Con notable nostalgia mezclada con dolor, salió Lindelia del espacio vital que construyó al lugar del silencio de donde partió para la eternidad.

Siempre fiel al origen y su ideal, recursivamente creativa en el camino y con la meta fija en la mente y el corazón: el cielo, junto al Padre maternal, a donde partió el 7 de noviembre, a pleno medio día. 

Esta fue su primera lección, en un viaje que duró 81 años (1944 – 2025). Echar raíces profundas y amplias sin dejar de volar. Con polo a tierra y el arcano infinito abierto.

Con las auroras del lunes, martes, miércoles, jueves y viernes, entre luminosas, lluviosas y sombrías, contemplé atento el silencio que, permaneciendo inquebrantable, hablaba y enseñaba, cerrando los ojos en cada atardecer. Siete días, los mismos del Dios de la creación, antes del nuevo comienzo.

Salir - permanecer, sin quedarse

El lunes escuché la lección del salir y permanecer: recordé a Doloritas Orrego la partera de la vida en la vereda del Volcán, recibiendo la Linda primicia femenina de Doña Ester y Don Camilo, después de Daniel. Inicio de un viaje articulado entre salidas, entradas, permaneceres y despedidas. Siempre sola y en compañía, buscando el sentido y la dirección, con la mirada fija en el Oriente del Sol naciente, madrugándole al viaje de la vida.

Gratitud ante el buen vivir

El martes llegó con pastillas, oxígeno y lecciones de auto cuidado dependiente. Quien fuera autónoma en el camino, curada aunque no sanada por la confianza (fe) en la misma creación y desconfianza en el negocio de la salud, ahora dependía, flácida y sin fuerzas, de su hijo, hermanos y amigos. Escuché que, en silencio, decía gracias por el baño, el pijama, la vitamina, el oxigeno y la compañía. La gratitud brota de adentro de un ser “lleno de gracia”, como el de María. Solo la gratitud intercambiada, sin intereses ni deberes, genera la verdadera paz y la alegría, después de tantas tristezas lloradas y asumidas. Es plenitud: “Ya estoy prepara para la partida final, decía desde hace días, cuando aún hablaba: he cumplido mi misión, todo queda organizado”. Esta fue la lección de la gratitud ante el “buen vivir”.

Fe que libera

El miércoles, día de clase como los anteriores, el silencio habló sin interrupción, como hilvanando e intercambiando una oración articulada con el credo que vivió: creo en el Creador del cielo y de la tierra, creo en su Hijo que me amó con todo su corazón, creo en el Espíritu Santo que me fortalece en este momento de intenso dolor. Con María repetía: “proclama mi alma las grandezas del Señor”, porque también en mí y a través de mi has hecho pequeñas grandes cosas. Toda una bendición que intercambiamos, sin decirnos ¡Adiós! Fue la lección de la fe que no encierra en la prisión del sepulcro sino que abre a la resurrección.

Perdón que transforma reconciliando

El Jueves, el silencio dejó oír voces de perdón, ningún reproche ni acusación pendiente. El trabajo continuaba en el consultorio, Doña Nuri, la suegra, madre y amiga, seguía con su disponible amabilidad de acogida y servicio, los otros nos movíamos rodeando el lecho de agonía. Lindelia iba transfigurando el rostro de pena dolorosa en leve sonrisa dibujada, con mirada consolada que consolaba. Así nos fuimos a reposar en la espera de mañana. Lección del perdón que transforma el cuerpo y reconcilia el alma con toda la “comunidad de la vida”.

Afectividad que lleva al amor

El viernes venía la hija, Adriana, quien efectivamente llegó. La esperaba decían: entró, abrazó, contempló, habló, escuchó y oró con el rosario, como antes lo hacían: todos los íntimos compañeros del camino de la vida, en afectiva sintonía y espiritual comunión, invadimos el ambiente de amor y despejamos la sombra de la muerte. El nuevo nacimiento se presagiaba y hasta los perritos lo presentían. Las informaciones se suspendieron, dejando todo el espacio al misterio de la lenta epifanía. “Solo el amor crece cuando se reparte”, advertía el niño interior en cada corazón. Lección sexual y afectiva que lleva al amor.

Lección de paz y esperanza

El sábado llegó y nos encontró re-unidos en el templo de la Inmaculada. La comunión nos preanunció lo esperado. Salimos del templo, respiramos y saboreamos el aroma del café del pueblo, de la familiar Federación de cafeteros. Caminos lentos hacia el templo humano de la Señora Linda, sagrario en donde Dios habitaba. La saludamos en silencio y salimos a los últimos quehaceres. Volvimos y ya Lindelia había iniciado la última salida, aprovechando la soledad y el silencio. Lección de paz para quien parte con la tarea realizada y de movimiento para los que quedan: certificado de defunción, funeraria, velación, anuncio de muerte y resurrección.


El camino continúa

El domingo, día de descanso y peregrinación: de la funeraria, al templo, del templo al cementerio.

En la Asamblea comunitaria solemne Acción de Gracias, comunión de consolación y paz, saludos de despedida agradecida. En el campo santo, la despedida con el corazón anegado de la emoción, las lágrimas bañando las mejillas al ritmo solemne de la flauta, la saliva en la boca, con sabor amargo y la memoria atiborrada con la visita de todos los antepasados. El camino continúa, nos avisamos. Esta fue última lección del silencio: el camina continúa.

jueves, 13 de noviembre de 2025

Silencio

 El silencio del amor


Saliendo del ruido invasivo y ensordecedor de la capital, Bogotá,
un encuentro con el silencio atravesado por miradas entrecruzadas y distraídas.
Doña Lindelia, hermana, madre, abuela y líder cafetera, en modo despedida   
acoge con pesar y ternura la romería peregrina al santuario de su cuerpo doloroso.
 
Un silencio montañero, cobijado con la bruma aguadeña, se encierra junto al lecho
la sombría muerte va y vuelve entre rezos y esperanzas dubitantes.
Siete días entre lentos atardeceres y tímidas auroras mañaneras
el tiempo transcurre velozmente lento hacía un encuentro el Domingo en el templo.
 
 La Señora Linda, oteando el infinito con pupilas bien abiertas, agudiza el silencio
hijos, hermanos y amigos, balbuceamos sentimientos más allá del tiempo.
La Aurora, desde el atardecer, se abre en plenitud iniciando el amanecer eterno
el Domingo festivo celebra, en el templo de la Inmaculada, un nuevo nacimiento.
 
Lindelia, la amiga de la tierra, no ha muerto, se abraza con ella en el campo santo
su espíritu invade cada memoria que se integra al memorial del Pan partido.
Como el Crucificado, pasó haciendo el bien y cumplió con su misión:
Amó y por eso vive. ¡No muere!
 
Gracias por la vida, proclaman los hijos algo dicho en la intimidad
gracias por el amor fraterno, expresan los hermanos por el camino
gracias por la compañía comentan los amigos y vecinos en el pueblo.
Gracias al Dios de la vida por la dádiva ofrecida, canta el coro de la comunidad.
 
 Entre el Templo del Salvador en el Laterano romano, sede del Papa,
el templo de la Inmaculada en Aguadas, pila bautismal de Doña Lindelia
Nos movemos los templos humanos, familiares y eclesiales
sagrarios donde habita el Dios a quien servimos, adoramos y amamos.
 
El templo material, por más que sea de piedra, se desmorona
el cuerpo de Lindelia, por más que sea lida, se deshace.
La verdad es esa, dijeron los silencios que con los ojos escuchamos,
en estrecho abrazo continuamos la comunión que un día iniciamos.


 
Descansa en paz, sentada a la mesa del banquete eterno,
cuídanos el puesto que Papito nos tiene reservado.
Allá nos encontraremos para que brindemos con el vino de la alegría
y disfrutemos del consuelo pleno.