I Ser humano: ser para la relacionalidad
El ser humano es un nudo de relaciones dirigidas hacia todas las direcciones. La propia Divinidad se revela panrelacional, como enfatiza el papa Francisco en su encíclica Laudato Si’ (n.239). Si todo es relación y no existe nada fuera de la relación, entonces la ley más fundamental es la sinergia, la sintropía, la inter-retro-relación, la cooperación, la solidaridad cósmica, la comunión y la fraternidad/sororidades universales (Boff Leonardo).
El ser humano, un ser para la relacionalidad
En un mundo cada vez más interconectado pero paradójicamente más individualista, surge con fuerza la necesidad de redescubrir una verdad esencial: el ser humano ha sido creado para la relación. No existe aislado, ni puede realizarse plenamente en la soledad absoluta. Desde sus orígenes, el ser humano es un ser relacional, constituido en y por la relación con los demás, con el mundo, consigo mismo y con Dios.
1. Relacionalidad: una
verdad fundante del ser humano
Ya en
el relato bíblico de la creación (Gén 2,18), Dios declara: “No es bueno que
el hombre esté solo”. Esta afirmación no se limita al matrimonio, sino que
revela una verdad antropológica profunda: la soledad absoluta contradice la
naturaleza humana. El ser humano necesita al otro para saberse a sí mismo, para
crecer, para amar y para ser amado.
Filosóficamente,
autores como Martin Buber (con su visión del "Yo-Tú") y Emmanuel
Lévinas han afirmado que la relación con el otro es constitutiva del yo. No
somos individuos cerrados, sino personas abiertas, nacidas del encuentro y
llamadas al encuentro.
La
relacionalidad humana se manifiesta en varias dimensiones interconectadas:
a) Relación con uno mismo
Conocerse,
aceptarse, reconciliarse con la propia historia, integrar heridas y límites.
Sin esta relación interior sana, toda otra relación se ve afectada.
b) Relación con los demás
La
familia, la amistad, la comunidad, el amor, la solidaridad… todo ser humano
crece y se humaniza a través de vínculos profundos y auténticos. El otro no es
un obstáculo, sino una oportunidad de plenitud.
c) Relación con la creación
Estamos
llamados no a dominar, sino a cuidar la creación, reconociendo que formamos
parte de un todo más amplio, interdependiente y armónico.
d) Relación con Dios
Para
quienes tienen fe, la relación con Dios es el fundamento de todas las demás. En
Dios, fuente de toda comunión, aprendemos a vivir con los otros de manera
verdadera.
Una
falsa visión de libertad como autonomía absoluta ha llevado a muchas personas a
ver la relación como una amenaza o una pérdida de sí. Sin embargo, la verdadera
libertad se vive en la relación. Ser libre no es aislarse, sino poder donarse
libremente. No se trata de “perderse en el otro”, sino de encontrarse en el don
mutuo.
El
amor auténtico, la amistad verdadera y la comunidad real solo pueden existir si
hay libertad. Pero también es cierto que la libertad solo madura cuando se abre
al otro.
En una
sociedad digitalizada, globalizada y muchas veces individualista, la
relacionalidad humana enfrenta nuevos retos:
Ø
Relaciones
superficiales: las redes sociales pueden conectar, pero también vaciar el
encuentro real.
Ø
Aislamiento afectivo:
muchas personas sufren soledad, aunque estén rodeadas de gente.
Ø
Relaciones
utilitaristas: donde el otro es visto como un medio, no como un fin.
Ante
estos desafíos, es urgente promover una cultura del encuentro, del cuidado
mutuo y del diálogo sincero.
En la
perspectiva cristiana, Jesucristo se presenta como el modelo perfecto de
relacionalidad. Él vive en comunión con el Padre, se entrega totalmente al
prójimo, acoge al excluido, perdona al pecador y crea una nueva humanidad
reconciliada. En Él se nos revela que el ser humano solo se realiza plenamente
cuando ama y se deja amar.
El ser
humano no es una isla. Su identidad más profunda no se descubre encerrándose,
sino abriéndose al otro. Somos seres llamados a la comunión, no a la
competencia; al encuentro, no al aislamiento.
Redescubrir
la relacionalidad como núcleo de nuestra existencia es clave para construir una
humanidad más humana, más solidaria y más fraterna. Solo en el amor y en la
relación auténtica, el ser humano encuentra su verdad, su libertad y su
plenitud.

No hay comentarios:
Publicar un comentario