Hola mi hermano
Feliz Pascua en Jesucristo!
Comparto con usted un poquito del pensamiento de la misión con el pueblo Embera.
La mesa de los hijos de Dios, y el pan de vida para todos los hombres; todos somos llamados a participar de este banquete, donde el anfitrión transforma la dinámica haciéndose él mismo el alimento. Jesús nos revela su más profundo sentir, desde la lógica del reino nos da las vías de hecho para participar de su propuesta “El compartir y el servicio” Os he lavado los pies, también debéis lavaros los pies unos a otros (Juan 13, 14)Dai Ckiko cobari, Dai Carabi Warrana (Nosotros comemos en la mesa de Dios)
Esta fue la interpretación que el pueblo Embera Chami pudo hacer cuando anterior a la celebración de la última cena del Jueves Santo les pedí a algunos que tradujeran en lengua embera “En la mesa de los hijos de Dios” Esta última no tuvo el sentido que quería, desde la posición de “hijos”, y no sé por qué. O tal vez resulta que toda interpretación debe nacer de la experiencia real y verdadera, y comer en la mesa de Dios para ellos, es más una invitación que un derecho. Pero he de gritar en virtud de la esperanza, ya que los dueños aman el banquete con el respeto de invitados. La exclusión y la barbarie de la historia, la cual celebramos cada año en la figura de los conquistadores, ha constituido el imaginario de la superioridad, deteriorando el sentido de hombre y llevado a alienación humana a niveles insospechados.
.El que “Nosotros comemos en la mesa de Dios” es de atreverse a decir, desde una perspectiva indígena, tiene más sentido para este pueblo que “En la mesa de los hijos de Dios” no podría decir que es solo una cuestión de lingüística, ya que el “Dai (nosotros)” enmarca una existencia y una identidad, la de los hijos de la Pacha mama, la madre que los acoge entre su ser “como la gallina reúne bajo sus alas a los pollitos” (Mateo 23, 34b) Y con Carabi (Dios) todo cobra su sentido, el que está en el cielo, se sienta en la mesa con sus hijos “besando la tierra” donde la celebración de la última cena con el pueblo se da en el suelo sobre hojas de plátano y con arroz con pollo “El pan como alimento de vida, para con la vida y en la vida”La Pascua de Jesús, la que se transforma con los mil rostros de la existencia, entre ellos el del indígena, dignifica con su resurrección al mundo entero. Su muerte es la entrega total, no se ha quedado nada, y con la Pascua todo cobra sentido, todo se hace nuevo por él y con él. El camino es largo y la dignificación de los empobrecidos y olvidados ya ha empezado. Con el que ahí viene bajando de lo alto, de la montaña con la esperanza, la luz cubre al mundo entero“Luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo” (Lc 2, 32) y Yo no he de ser sombra para esta luz, sino que buscaré con todas mis fuerzas transparentarme para que esta luz pase en mi vida y para con la vida.
Nota: testimonio de Oscar Mauricio
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