domingo, 27 de marzo de 2016

Consolados para consolar

El Crucificado Resucitado consuela y libera


Resurrección para la misión 

Perdida en la soledad del viejo huerto,
María Magdalena llora la vida sumergida en sepultura.

Buscadora apasionada del amor,
María hermana y amiga de Betania,
llora la ausencia del amado.

Todos somos María Magdalena

En el jardín de la muerte, junto a la tumba vacía,
una voz, un llamado: “María!”.

En el jardín de la vida, junto al jardinero:
una escucha, una respuesta: “Maestro!”.

El Maestro no es para ser tocado,
retenido, poseído.
El pertenece al Padre y para allá va.

El Maestro es para ser anunciado,
partido y repartido: por eso, Ve!

Todos somos María Magdalena

Consolados para no llorar más,
llamados para un encuentro vivo de amor;

enviados para ir y anunciar:


"Vi al Señor!”

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