El Crucificado Resucitado consuela y libera
Resurrección para la misión
Perdida
en la soledad del viejo huerto,
María
Magdalena llora la vida sumergida en
sepultura.
Buscadora
apasionada del amor,
María
hermana y amiga de Betania,
llora
la ausencia del amado.
Todos
somos María
Magdalena
En
el jardín de la muerte, junto a la tumba vacía,
una
voz, un llamado:
“María!”.
En
el jardín de la vida, junto al jardinero:
una
escucha, una respuesta: “Maestro!”.
El
Maestro no es para ser tocado,
retenido,
poseído.
El
pertenece al Padre y para allá va.
El
Maestro es para ser anunciado,
partido
y repartido: por eso, Ve!
Todos
somos María Magdalena
Consolados
para no llorar más,
llamados
para un encuentro vivo de amor;
enviados
para ir y anunciar:
"Vi
al Señor!”
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