miércoles, 4 de junio de 2008

Fiesta de la Consolata: 20 de junio

Maria madre de la Consolación: consolada y consoladora


"Consolad, consolad a mi pueblo"


La consolación es un tema de gran importancia teológica y pastoral en el desarrollo contemporáneo de de la misión de Jesucristo.
Vivimos tiempos de aflicción causada por los conflictos nacionales e internacionales, las amenazas terroristas y los ataques a personas inocentes, las guerras tradicionales y las no tradicionales, las pandillas delincuenciales o justicieras. El tráfico de drogas y sus consecuencias. La gama, tan variada, de violencias y violaciones. Las incertidumbres relacionadas con la inseguridad social y política. La pobreza económica, el desempleo y el hambre. Las migraciones y desplazamientos. Las nuevas y viejas enfermedades, agravadas por la exclusión del sistema de salud. Las catástrofes naturales y las causadas por el desequilibrio ecológico. Los lutos históricos nunca procesados y las viejas deudas sociales jamás resarcidas.

Todas estas situaciones y otras, ponen claramente en evidencia la necesidad de llevar a efecto programas que incentiven la esperanza de los pueblos, apoyen la seguridad de las comunidades, reconstruyan las relaciones y afirmen la renovación en los individuos.

Un poema bíblico de esperanza y restauración (Isaías 40.1-11) puede ayudar en el desarrollo de esos programas de renovación. Comienza con la afirmación del tema de la consolación (V.1) y finaliza con la imagen del pastor que apacienta el rebaño con ternura (V.11). El propósito del pasaje es transmitir y subrayar las ideas de restauración, salvación y esperanza, que son fundamentales para las personas y los pueblos en necesidad o aflicción.

Este texto, que resume un tema presentado el varios capítulos (Is. 40-48), tiene como destinatarios inmediatos a los judíos deportados en Babilonia, que experimentaron las penurias de la traumática experiencia del destierro, y que el profeta quería consolar y edificar.

La finalidad era presentar la promesa de redención y liberación que ofrecía el Señor a su pueblo. Ante el clamor de los deportados, que articulaban en lamentos, llantos y congojas sus dolores más profundos (véase Lamentaciones 1.9,16,21; Ezequiel 37.11), el Señor responde con un extraordinario oráculo de salvación y liberación.

Y, aunque ese acto liberador se relaciona históricamente con un edicto de Ciro -el monarca persa- el profeta anuncia con autoridad que el fin del cautiverio es el resultado inmediato de la intervención de Dios. La frase «hablad al corazón» (v. 2), en este contexto, más que intimidad interpersonal significa «convencer» o «persuadir». Con estos anuncios de consolación comienza un nuevo período de perdón, misericordia, amor y restauración.

"Anunciarán mi gloria a las naciones": «La gloria del Señor» en la Biblia es la frase que describe la manifestación extraordinaria del poder y la gracia de Dios. Alude a la grandeza divina; subraya la santidad del Señor, que constituye uno de sus atributos más importantes.

La «gloria», además, se relaciona con el anhelo de salvación que manifiesta el Señor por su pueblo (véase particularmente Éxodo 33.18-23; Salmos 19.1; Ezequiel 1.28; 10.4); y esa salvación se manifiesta de forma concreta e histórica en actos reales que propician el retorno del pueblo deportado, a Judá y Jerusalén, a la vista de todas las naciones paganas. Ante el dolor y la agonía de la experiencia del exilio en Babilonia, el profeta no añadió desesperanza ni angustias a la comunidad, respondió, en el nombre del Señor, con sabiduría y pertinencia. Afirmó con seguridad que se iniciaba una época nueva de restauración y de esperanza.

Significado del exilio: aunque Israel había sufrido como consecuencia de su propio pecado, el mensaje presenta una nueva oportunidad de demostrar que habían superado las dificultades que los habían llevado al exilio. En este sentido, el exilio fue para el pueblo una especie de experiencia educativa que le permitió comprender el origen y desarrollo de sus actitudes pecaminosas. El dolor de la deportación les permitió hacer un auto examen para identificar las causas reales de los problemas.

La palabra divina, fundamentada en el antiguo mensaje del profeta, es de consolación, que no significa la resignación pasiva a los dolores y conflictos que nos agobian; representa, por el contrario, el apoyo divino que nos mueve a la construcción del futuro con seguridad, y valentía. (Texto guia de Samuel Pagán).
Nota: quien desee adquirir uno o varios librito con la Novena a la Consolata, puede dirigirse al P. Eduardo Reyes: imceduardoreyes17@yahoo.es; Tel. (1)3735082

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