domingo, 28 de diciembre de 2025

Ejercicios Espirituales Misioneros (tema 5)

El Instituto Misiones Consolata (IMC)
Una institución con misión y carisma – un organismo vivo
 
Centro de Animación Misionera - Bucaramanga - Colombia

Toda institución religiosa nacida en el seno de la Iglesia no es un simple grupo organizado de personas, sino un organismo espiritual vivo, impulsado por el Espíritu Santo, que responde a una necesidad concreta del mundo y de la misión de la Iglesia. El Instituto Misiones Consolata (IMC), fundado por el Beato José Allamano en 1901, es una de estas realidades vivas, llamadas a anunciar el Evangelio hasta los confines de la tierra. Su carisma, misión y espiritualidad le dan identidad y dinamismo, y hacen del IMC una expresión concreta del seguimiento de Jesús en clave misionera y consoladora.

 1. El IMC: llamado a la misión universal de la Iglesia

Desde sus orígenes, el Instituto Misiones Consolata nace con una clara dimensión misionera ad gentes: llevar el Evangelio a los pueblos que aún no han conocido a Cristo. San José Allamano no lo fundó para responder a una necesidad local, sino para abrir caminos nuevos donde el Evangelio aún no había sido anunciado.

Su lema, “Primero santos, después misioneros”, expresa que la misión nace de la unión profunda con Dios, no solo de la acción o el entusiasmo humano. El misionero de la Consolata es alguien que vive con Dios y desde Dios, para los demás.

 2. El carisma: Consolar y Evangelizar

El carisma es el don original que el Espíritu Santo da a un fundador para el bien de toda la Iglesia. En el caso del IMC, el carisma se expresa en la consolación y la evangelización, al estilo de María Consolata.

Consolar significa estar cerca del que sufre, no solo con palabras, sino con presencia, escucha y compasión. El misionero se convierte en presencia del consuelo de Dios, especialmente en lugares marcados por el dolor, la pobreza, la guerra, la marginación o la falta de sentido.

Evangelizar es llevar el anuncio de Jesús con respeto, diálogo, testimonio y servicio. No es imponer una fe, sino ofrecer la luz del Evangelio como camino de vida y esperanza.

Este carisma hace del Instituto una familia misionera internacional, abierta a todos los pueblos y culturas, donde se vive el Evangelio en comunidad y se anuncia con alegría.

 3. La espiritualidad: vivir a Cristo en la misión

La espiritualidad Consolata se alimenta de tres pilares fundamentales:

a) Cristo misionero del Padre

Jesús es el modelo de todo misionero. Él vino a anunciar el Reino, a buscar a los alejados, a sanar a los enfermos y a consolar a los afligidos. El misionero Consolata quiere reproducir en su vida los sentimientos de Cristo, siendo cercano, servidor, compasivo y obediente al Padre.

b) María Consolata

Patrona del Instituto, María es modelo de ternura, fe y presencia silenciosa. Ella acompaña la misión con su oración y cercanía maternal. El misionero aprende de ella a “estar” con los que sufren, como estuvo al pie de la cruz.

c) La comunidad

La misión no se realiza en solitario. El IMC valora profundamente la vida comunitaria, como espacio de apoyo, discernimiento, oración y fraternidad. La comunidad es signo del Reino y fuerza para la misión.

 4. Un organismo vivo en camino

El Instituto Misiones Consolata no es una estructura rígida ni estática. Es un organismo vivo, en constante discernimiento y apertura a los signos de los tiempos. Presente en diversos países y culturas, el Instituto:

v  Escucha las realidades locales, inculturando el Evangelio sin imponer modelos ajenos.

v  Forma misioneros integrales, con madurez espiritual, intelectual, humana y pastoral.

v  Promueve la justicia, la paz y el cuidado de la creación, como expresión concreta del Reino.

v  Trabaja en comunión con la Iglesia local y universal, sin protagonismos, pero con audacia profética.

 5. Una misión que continúa hoy

En un mundo herido por la indiferencia, la soledad, la pobreza y la pérdida de sentido, el Instituto Misiones Consolata sigue siendo necesario y profético. Su carisma no ha perdido vigencia; al contrario, es una respuesta concreta al sufrimiento humano y al anhelo de esperanza.

Hoy más que nunca, el IMC está llamado a renovar su ardor misionero, a formar nuevas generaciones de misioneros santos y a seguir siendo instrumento del consuelo de Dios en todos los pueblos.

 Conclusión

El Instituto Misiones Consolata es mucho más que una organización. Es una comunidad de fe en camino, un organismo vivo, con una misión que nace del corazón de Dios, un carisma que consuela y transforma, y una espiritualidad profundamente evangélica. En cada misionero Consolata late el deseo de hacer presente a Cristo en las periferias del mundo, con el estilo de María y la pasión del Allamano.

“Primero santos, después misioneros”: esta sigue siendo la clave de un seguimiento auténtico de Jesús, en el corazón de la misión de la Iglesia.


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