domingo, 28 de diciembre de 2025

Ejercicios Espirituales Misioneros (tema 4)

 El ser humano – cristiano, llamado al seguimiento de Jesús
 en el Instituto Misiones Consolata

Jhon Anderson Guerrero Useche y Sergio Andrés Warnes Alcázar - Profesión Religiosa - Manaos (27/12/2025)

El ser humano ha sido creado por Dios para la vida, el amor y la comunión. A lo largo de la historia de la salvación, Dios ha llamado a personas concretas para participar en su misión. En Jesucristo, ese llamado se vuelve pleno y personal: “Ven y sígueme” (Mt 19,21). Hoy, este llamado sigue resonando, especialmente en quienes se sienten atraídos por el ideal misionero. En el Instituto Misiones Consolata, este seguimiento de Jesús adquiere una forma particular: ser discípulos misioneros consoladores, llevando el Evangelio a las periferias del mundo y del corazón humano.

 1. El ser humano: creado para la misión

Dios ha creado al ser humano a su imagen y semejanza, con la capacidad de amar, servir y entregarse. En cada corazón resuena una sed de plenitud, de sentido, de eternidad. La vocación cristiana nace de la certeza de que fuimos amados primero, y que estamos llamados a responder con nuestra vida entera.

Pero esta vocación no es solo personal, sino misionera: el amor de Dios no puede guardarse, debe compartirse. Por eso, todo cristiano, por el bautismo, es también enviado.

2. Jesús: modelo y camino del misionero

El Instituto Misiones Consolata encuentra en Jesucristo misionero del Padre su fuente y modelo. Jesús no vino a ser servido, sino a servir y a dar su vida por todos (cf. Mc 10,45). Vivió entre los pobres, sanó, anunció el Reino, consoló a los afligidos y amó hasta el extremo.

Seguir a Jesús en el Instituto significa asumir su estilo de vida, su cercanía a los pequeños, su pasión por el Reino y su apertura universal. Como decía el Beato José Allamano: “Primero santos, después misioneros”.

3. La vocación cristiana en clave misionera

El cristiano que entra en contacto con el carisma Misionero de la Consolata descubre que el seguimiento de Jesús implica:

v  Ser testigo del Evangelio allí donde no es conocido o vivido.

v  Encarnar la compasión de Dios en medio del sufrimiento humano.

v  Formar comunidades de fe vivas, que celebren y vivan el amor de Dios.

v  Anunciar con la vida que Cristo es el camino, la verdad y la vida.

Este seguimiento es una vocación, no simplemente una tarea. Es una respuesta libre al amor de Dios, que llama a algunos a dejarlo todo por el anuncio del Reino, al estilo de María Consolata, modelo de ternura, escucha y entrega.

 4. El carisma Misionero de la Consolata: consolar, anunciar, entregar

El carisma del Instituto se expresa en tres palabras clave: consolar, evangelizar y entregarse.

Consolar: significa estar presentes donde hay dolor, soledad, abandono, injusticia e inclusive fiesta.

Evangelizar: anunciar a Jesucristo con la palabra y el testimonio, especialmente donde Él aún no ha sido proclamado.

Entregarse: vivir la misión como una donación total, como vida ofrecida por amor.

Esto se vive en comunidades interculturales, en zonas difíciles, muchas veces en primera línea, con alegría, sencillez y fidelidad.

5. Una llamada para todos, una misión sin fronteras

El Instituto Misiones Consolata forma parte de la Iglesia en salida. Sus miembros –sacerdotes, hermanas, laicos y laicas consagradas– viven el seguimiento de Jesús en tierras de misión, pero también desde la animación misionera, la formación y el testimonio en todos los ambientes.

Cada cristiano está llamado a vivir con espíritu misionero, incluso sin salir de su país. La misión es una actitud del corazón: abrirse al otro, vivir en clave de don, anunciar con la vida.

Conclusión

El ser humano –cristiano, ha sido creado y llamado al seguimiento de Jesús. En el Instituto Misiones Consolata, este llamado se vive desde la vocación misionera, inspirada por el carisma del Beato José Allamano. Quien respondiendo a este llamado decide caminar con Jesús, consolar a los pueblos, anunciar y construir su Reino y entregar la vida en la misión, se hace más humano y por lo mismo santo. Se humaniza y santifica en la misión, como discípulo del Misionero del Padre Dios. 

En un mundo que necesita esperanza y consuelo, seguir a Jesús como misionero/a en la Familia Consolata es una respuesta actual, valiente y profundamente humana.

"Señor, quiero seguirte"
 
Señor Jesús,
Tú que llamaste a tus discípulos con amor
y los enviaste a anunciar el Reino,
mírame hoy, aquí, en medio de mi vida cotidiana,
y hazme escuchar tu voz que me dice:
“Ven y sígueme.”
 
Has puesto en mi corazón
el deseo de algo más,
la sed de verdad,
la pasión por un mundo más justo,
y el anhelo de consolar a quienes sufren.
 
Hazme discípulo tuyo,
fiel a tu Palabra,
libre para amar,
valiente para ir donde Tú me necesites.
Como María Consolata,
enséñame a decir "sí" sin reservas,
a estar disponible para tu misión,
y a llevar tu consuelo a los más olvidados.
 
Señor, si Tú me llamas,
dame la gracia de responder con alegría.
Si me quieres misionero, misionera,
hazme generoso en la entrega y firme en la fe.
 
Que el ejemplo del Beato José Allamano
me inspire a ser primero santo,
y después, misionero tuyo
en cualquier rincón del mundo.
Amén.

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