La Pascua abre los caminos de la misión
Con aroma de café, donde Guillermo, en Chaparral
Experiencia pascual
Quiero contar lo que sucedió a mi alrededor y dar cuenta de lo que sucedió en mí interior. No se trata de una crónica ni de un relato, sino de un testimonio. No es el fruto de una investigación, sino de una meditación. No es para la academia de las estadísticas, sino para la vida en ascensión,
Fue en Chaparral, tierra del varias veces presidente de Colombia Darío Echandía (1943-1944; 1960; 1967), de ideas liberales y actitudes socialistas. Pueblo, hoy, de la Diócesis del Espinal, con cuatro Parroquias entre urbanas y rurales.
Allí, envuelto por el calor fresco de estos días santos, llegué el Domingo de Ramos de este 2023. Sentí el ambiente festivo y el olor a olivo, en el parque de los presidentes y el templo de San Juan Bautista. ¡Mucha gente en la procesión!, se rumoraba. Hemos superado, con creces, los miedos pandémicos y hemos vuelto a salir, como en otros tiempos, caminado y orado, cantado y ovacionado, se decía. Este es un pueblo religioso, de fe tradicional, que hay que despertarlo cada día para no dejarlo acomodar, dijo un experimentado conocedor.
Recibí el programa general, con
el sobre para la colecta pro templo y comunidad. Saludé al P. Jesbaan, párroco
con temperamento de exigente pastor y escuché atento mi misión que cada día
sería especificada mejor. Desde adentro respondí: vine a colocarme a disposición
y esto me exige atención, escucha, obediencia y prontitud creativa para
responder cuando me toque. Buscaré primero el Reino de Dios y lo demás (cama,
mesa, amistad, etc.) me vendrá por añadidura.
Durante el saludo cordial, ¡todo está organizado!, se me advirtió, mientras se me indicaba la familia que me hospedó. El Camino Neocatecumenal me fue indicando la ruta familiar, desde la noche del primer día hasta la Vigilia del último con el pregón pascual, tarareado con nostalgia por los generosos hospederos que recordaban las solemnes vigilias celebradas con los hermanos en el Espinal.
Profesionales y universitarios en misión
La misión de los enviados por
Jesús es de dos en dos o más. A mí me envió, esta vez, con 36 más, unos con
largo recorrido y otros para iniciar, todos discípulos misioneros al servicio
de la misma misión: testimoniar al Maestro en medio de las gentes, anunciarlo
con pasión, amabilidad y creatividad, convocar y formar nuevos seguidores para el
trabajo al servicio de ese “otro mundo posible”, llamado Reino de Dios.
De mañana, cada día hasta el
Miércoles Santo, disfruté de la formación ofrecida por los mismos jóvenes
para
todos los misioneros, a través de sencillas investigaciones de la realidad chaparraluna
observada, por grupos, en los espacios del mercado donde constataron la progresiva
extinción del campesino por falta de valoración y desigual competición; de la
educación formal en donde constataron los grupos numerosos, las heridas de la
violencia y la generosidad de los educadores; de la salud en donde constataron
la limitada capacidad para atender integralmente a los pacientes y lo incómodo
de las remisiones; la economía en donde constataron la desigualdad social, de
recursos y oportunidades; la administración pública en donde constataron la
ausencia de planeación territorial y titulación de propiedades. Además de dinámicas
pedagógicas, experiencias espirituales, cantos y oraciones, todo centrado en la
Persona de Jesús, la Palabra de Dios y la Iglesia con su magisterio, liturgia, cultos
y tradiciones.
Durante las tardes, mientras los
presbíteros confesábamos, los jóvenes realizaban diferentes actividades
evangelizadoras con niños, jóvenes, familias y parejas, agentes de pastoral,
etc.
Todos en la celebración
Ya durante el triduo pascual mis
funciones, además del Sacramento del Perdón y la Reconciliación, se ampliaron a
procesiones, celebraciones y predicaciones.
Los jóvenes, en sus respectivas
parroquias, la del Divino Niño y la del Señor de los Milagros, participaron
activamente, unos como protagonistas principales en veredas y comunidades y
otros como colaboradores de los lídere locales o de las comisiones responsables
de cada actividad programa, incluida la realizada en la cárcel de la localidad.
Nos reunimos en torno a la mesa
del Pan partido, repartido y compartido, servimos o nos dejamos servir, como lo
hizo Jesús en el lavatorio de los pies.
Fuimos testigos solidarios del
camino hacia el Calvario, lo recordamos y actualizamos. La cruz nos conmovió y
el Crucificado nos edificó. ¡Todo está consumado! Misión cumplida de su parte y
trasmitida desde lo alto de la Cruz al discípulo amado, “ahí tienes a tu madre”
y a la mujer, de pie junto a la cruz, “ahí tienes a tu hijo”. Juntos se
acogieron en la casa común para continuar la misión del Padre con el mismos
Espíritu que el Hijo entregó cuando expiró.
Culminamos el camino de dolor con
el Crucificado y de soledad con María solidarizándonos con todos los
crucificados de la historia, victimas de tantas violencias inducidas y con
todas las víctimas de la soledad no consolada.
Con las mujeres del alba acogimos
al Sol naciente que, “por la entrañable misericordia de nuestro Dios nos vino a
visitar”. Él nos iluminó la mente, nos calentó el corazón, nos retiró la sombra
del miedo y, llenándonos de consolación o energía, nos citó a la Galilea de los
gentiles para retomar, desde allí, el camino de su misión.
No estaba muerto, testimoniaron
ellas y ellos ayer. Está vivo y camina con - nosotros, testimoniamos sus
discípulos de hoy.
Todos enviados en misión
Volviendo para Bogotá, en el bus
de las dos de la tarde del Domingo de Resurrección, viajé escuchando en YouTube
al P. Fidel Oñoro que reflexionaba el Capítulo 28 del Evangelio de San Mateo.
Obra de Cristhian Daniel Camargo, artista argentino
Cuatro fueron mis breves
conclusiones de esta extraordinaria experiencia pascual:
1. El discipulado de Jesús no se fundamenta en el sábado con
su ley, ni en el templo de Jerusalén con su corrupto sanedrín y tradiciones, ni
en el calvario con sus penas y dolores, ni tampoco en el sepulcro abierto y sin
cadáver con sus mentirosos guardianes, divulgadores de noticias falseadas.
2. El discipulado se fundamenta en los encuentros con el Resucitado,
junto al sepulcro, en la playa, por el camino, en la casa y en el segundo piso
o cenáculo allá en Jerusalén. De ello dan testimonio las nostálgicas mujeres, la
Magdalena de las lágrimas, Juan y Pedro los corredores, los desilusionados
caminantes de Emaús, los Once encerrados y trancados en el cenáculo con María y
otras mujeres. Todos contaron, de diferentes maneras, que lo habían visto,
oído, tocado, escuchado y hasta que habían comido con él. En definitiva, que lo
habían reconocido, les había hecho perder el miedo, los había consolado y
abierto la mente para entender las Escrituras.
3. La consolación es el efecto integral de la resurrección: la fe de los discípulos del Señor Jesús, muerto y resucitado, se afianza con su presencia en medio de ellos, caminando con ellos, comiendo con ellos; les devuelve la confianza y los abre a la esperanza; la alegría interior y la paz alrededor les quita el miedo, les seca las lágrimas y los llena de valentía. Los hace testigos, consolados para consolar, dispuestos a continuar con la misma misión de su Señor, impregnados de su AMOR.
4. Allá en Galilea, donde había terminado la formación discipular, antes de la subida definitiva a Jerusalén, Jesús victorioso, desde la cima de la montaña, abre el tiempo de la misión y envía los misioneros: “Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que les he mandado; y ¡recuerden! Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo”.