miércoles, 23 de octubre de 2019

Antes del SINODO para la Amazonia

Mi experiencia con, en y desde el mundo amazónico


Una Aventura misionera
En realidad, como Misionero de la Consolata, mi contacto experiencial y académico con el mundo amazónico, está conectado a la del Instituto Misiones Consolata, que desde el inicio de la década de los cuarenta, del siglo pasado, hasta hoy, navega por los largos, extensos y caudalosos ríos y se mueve, a caballo o en mula, por los fangos caminos, en “chivas” o  “jeeps”, por las polvorientas carreteras de la selva, o desde los modernos aeropuertos de las urbes amazónicas, visitando y acompañando Pueblos nativos, enraizados en el territorio, o colonos migrantes, forzados a dejar sus tierras e internarse en la agreste “manigua”, para salvar sus vidas de las sucesivas violencia y sus venganzas, o de la pobreza y sus injusticias, buscando paz interior y ambiental, lo mismo que de comida, suelo y economía de bienestar.

Conversión: de la cabeza al corazón
De esta primera aventura misionera, debo confesar y pedir perdón por un pecado inconsciente, pero de graves consecuencias, fruto del celo apostólico para acompañar los colonos, con el beneplácito y a veces patrocinio de los gobiernos de los Estados nación: abrir boquetes con hacha, cierra y machete, en el armonioso y virgen cuerpo de la verde selva, para implantar pueblos, sembrar comida, cuando no coca, e inundar de ganado las praderas. Verdaderas violaciones con profundas heridas en el cuerpo de la madre tierra, ordeñada en sus senos de caucho, disecada en sus humedales naturales, envenenada en sus venas de agua, mutilada en sus brazos y trocos, talados sin piedad, expoliada de sus collares y anillos de oro y piedras preciosas, usada y abandonada. 

Un Proyecto en expansión 


Después de navegar, por varios años por los ríos Orteguaza, Caguán, Caquetá y muchos más, en la amazonia colombiana, me encontré zigzagueando, tejiendo ciudadanía y “comunidad de vida”, sin fronteras, con los hilos de agua del Amazonas o Solimões, del Orinoco, el Putumayo y el San Miguel, entre los hermanos países del Ecuador, Colombia, Perú, Venezuela y Brasil, en la búsqueda de una solidaridad amazónica y continental, en esta era global. 

Una Red con el Sol de la ConSOLata
Así, entre “ires y venires”, aterricé, en nombre de la Dirección General del Instituto Misiones Consolata, de la cual hacía parte en ese momento, en el energizado “plan alto” del gigante Brasil, para participar de un proceso-proyecto eclesial: la fundación de una Red, al servicio de la vida en y desde la Amazonía, "entre las distintas representaciones de la Iglesia que componen los países de la Pan-Amazonía, los institutos de vida consagrada misionera insertos en el territorio, las instituciones eclesiales, y los colaboradores fraternos de Europa y los Estados Unidos". Así fue bautizado un organismo, que se venía gestando desde el 2013 en Puno - Ecuador, la REPAM, Red Eclesial Pan-Amazónica, en la sede de la Conferencia Episcopal brasilera (CNBB), entre el 9 y el 12 de Septiembre de 2014.

Un Sínodo, entre diversos, para caminar juntos
Poco a poco se fue difundiendo en la Iglesia Católica, no sin polémicas y malos entendidos  al interno de la Iglesia y en sus entornos, la conciencia de una “urgencia responsable” y colectiva con el bioma amazónico y el planeta entero. El espíritu de la “patria grande” y su “buen vivir” en una “tierra sin males”, de nuestros antepasados, inspiraba proyectos, programas y acciones en y desde esta amazonia, “fuente de vida en el corazón de la Iglesia”, que encontraban eco en el corazón planetario, compasivo y misericordioso, del Papa Francisco, proponente de una “ecología integral”. 

Entre los gemido de la tierra enferma, ardiendo de fiebre en todo su cuerpo, los lamentos de los pueblos originarios, confinados a los últimos rincones de la selvas verdes o grises, de cemento, con el riesgo de desaparecer, los sudores inútiles de pequeños campesinos y nuevos colonos y los suspiros de ansiedad indignada de los “discípulos misioneros” del Dios de la vida, apoyados por sabios humanistas de todos los extractos y profesiones, voluntarios y activistas responsables con la “casa común”; perseguidos por gobernantes  al servicio de poderosos ignorantes, habidos e irresponsables explotadores de la vida al servicio de sus inhumanos capitales, se convoca un SINODO para la Amazonia y, desde ella, para el planeta y toda la humanidad.   

¡En hora buena, aunque sea noche!
“Por la entrañable misericordia de nuestro Dios
Nos visitará el SOL que nace de lo alto”


El mismo que está en el nombre y en los brazos de 
La ConSOLata.

miércoles, 16 de octubre de 2019

La misión para que la vida no se muera

Salud preventiva
Al servicio de la vida con calidad


De repente, en la tarde del sábado 5 de octubre, se escuchaban lenguas y lenguajes diferentes, al acostumbrado Castellano, en la casa de los Misionero de la Consolata, en la Unión – Valle, Colombia. 

Jóvenes de algunas comunidades indígenas, Embera Chami, del Norte del Valle, llegaban, con sus humildes morrales a la espalda, para participar en un Curso de salud preventiva, promovido por los Presbíteros Carlos Zuluaga y Javier Velásquez, misioneros de la Consolata, al servicio de la Pastoral Indigenista, en la Diócesis de Cartago. 

El curso bilingüe, desarrollado en embera y castellano, con duración de una semana (ocho días), fue planeado en su estructura y coordinado en su ejecución, por el joven Carlos Alberto Yagari Panchi, indígena embera, estudiante de Enfermería, ya próximo a concluir su formación profesional. 

En este curso, basado en la AIEPICOMUNITARIO, colaboraron algunos miembros de la comunidad de fe de San Luis, corregimiento de la Unión, otros integrantes de la Pastoral Indigenista de la Diócesis y profesionales en diferentes áreas de la salud: médico cirujano, especialista en medicina forense, personal del Hospital de la Unión, enfermeras, higienista oral, bacterióloga y algunos más. Un servicio interdisciplinar, profesional, solidario y cargado de mucho amor.

Panchis, como se le conoce en las Comunidades Embera, explica el motivo y las
motivaciones del curso: “Viendo la realidad y la necesidad urgente para intervenir en la morbimortalidad de los niños indígenas, es una y más razón por el cual se actuó inmediato de convocar a jóvenes indígenas para ver juntos como prevenir, promocionar e implementar unas prácticas seguras en los cuidados de los niños indígenas”.

Morbimortalidad: para entender mejor las motivaciones y objetivos del curso, podemos descifrar el significado de morbimortalidad, término técnico utilizado por Panchis, al presentarlo: dividimos la palabra en dos partes, en primer lugar “morbi” que indica la cantidad de personal que se enferman, especialmente niños, en una determinada población y dentro de un periodo determinado de tiempo. En nuestro caso se trata de la población indígena embera del Norte del Valle, especialmente la de los municipios del Dovio, Versalles, Bolivar y los cañones Garrapatas y San Quininí. En segundo lugar “mortalidad” que indica la cantidad de muertes o defunciones que se registran en n esa población, durante ese período de tiempo determinado, En este caso en el año 2018. Así pues, la morbimortalidad sería la muerte causada, en una determinada población y durante un periodo de tiempo preciso, por enfermedades constatables y prevenibles.

A partir de las situaciones causadas por enfermedades comunes como la malaria, el sida y otras enfermedades de transmisión sexual, el cólera, la diarrea, la fiebre hemorrágica, el mal de chagas o los varios tipos de gripe, los parásitos, etc., además de la deficiencia alimentaria, la calidad de las aguas y la mala nutrición, se obtienen datos sobre el sistema de salud, estatal y de las comunidades que, aunque lamentables y alarmantes, nos indican las acciones y procesos de formación, intervención y prevención a corto, medio y largo plazo.  

De la misma manera, la morbimortalidad ayuda a identifican los porcentajes de muerte por enfermedades transmisibles o no, por deficiencia en el acompañamiento de la maternidad, los partos y el cuidado de los recién nacidos. 

Mucha de esta información y la sufrida experiencia vivida por personas individuales,
familias, comunidades, Resguardos y Pueblo Embera, en general, fueron nutriendo y provocando o desafiando la creatividad de los asesores del Curso, junto con los jóvenes Agentes de salud, para leer mejor la realidad, combinando saberes ancestrales y avances científico-tecnológicos, para crear e implementar respuestas preventivas, para un Pueblo que, aun siendo seminómada, por diversas causas, habita en lugares alejados de los centros urbanos, generalmente montañosos y de difícil acceso, con climas de selva tropical.