lunes, 21 de octubre de 2013

El Evangelio de los Pueblos Andinos

“Sumak Kawsay y Vida Plena” 
VII Encuentro Continental de Teología India


Saludo y presentación

Convocadas/os por la Madre Tierra, por el Tayta Inti, y por Nuestro Señor Jesucristo, caminando de cerca y de lejos, atravesando los valles y las cordilleras, acudimos puntuales al llamado que Dios Madre y Padre de la Vida nos sigue haciendo para corazonar y sentir su paso liberador en esta hora difícil de la historia para nuestros pueblos y naciones originarias.

Desde Pujilí, Ecuador, la hermosa tierra de Monseñor Proaño y del Danzante de la Vida, a los pies de la Cordillera Santa de los Andes y de Mama María Juana o Cotopaxi, gritamos hermanadas las naciones originarias de estas tierras: ¡Sumak Kawsay!, Lekil Kuxlejal (Maya Tseltal, México), Utsil Kuxtalil (Maya yucateco), Utzalaj K’aslemal (Maya Kiché, Guatemala), Kiruah Wiarik (Poqoman, Guatemala), Utz Kaslemal (Kaqchikel, Guatemala), Yek Inemé (Náhuatl de El Salvador), Toyekyolilis (Náhuatl de México), Xatlan okse latamat (Totonaca, México), Guendanazaaca (Zapotecos del Istmo, México), Misnokimi Ramgosfi (Mazahua, México), Sesi Cuiri-pu (Purepecha México). Nüne Guaire Kwin (Ngäbe, Panamá y Costa Rica), Vanja Siseteta asiquiro (Bari de Colombia), Wapushuwaya Anashi (Wayuu La Guajira, Colombia), Nabir Garmagdii Saed (Guna), Biia beadaya (Embera Dobida, Chocó Colombia), Nxusme’ cena cena fx’zewa’, (Nasa, Colombia), Suma Jakaña, Suma Qamaña (Aymara, Bolivia y Perú). Teko Kavi-TekoKatu (Guaraní, Paraguay), Teko pora-Nemboaje (Mbya, Paraguay), Kume Mongen (Mapuche, Chile), Kume Monjen-Kume Feley (Mapuche de Argentina), Onaxaic ra kanachalataxac (Toba Argentina), Yvy Marae’y Rekavo (Avá Guaraní, Paraguay). Suma Kawsay (Kichwa Ecuador), Ayuro Nisetise (Arapaso, Brasil), Me Umarimei (Mebengokre, Brasil), Moo Bunaima (Huitoto, Colombia). Tee Tenker (Achuar, Ecuador), Viv Biê (Galibi Marworno), Ayuro Niisetise (Tariana Brasil), Puranga Yaiku (Baré Brasil), Tutmun Ka Viv Biê (Karipuna Brasil), Há Tavî (Kaingang, Brasil) La Buona Vita, (Italia). 


El Evangelio de las Naciones Originarias

Les anunciamos una buena noticia para todas y para todos: ¡El Buen Vivir!, que los pueblos y naciones originarias del sur andino han heredado de sus Taytas, simbolizada en una Vasija de Barro. El Buen Vivir/Buen Convivir se manifiesta en no ser perezoso, mentiroso y ladrón; es actuar, soñar, reconstruir la Vida misma; se trata de una radical apuesta por la Vida Plena y Abundante, para todas y para todos, no sólo para unos cuántos. Nos muestra el horizonte de nuestras luchas hacia una vida digna y justa. Esta herencia milenaria nos une en un proyecto común desde la diversidad de nuestros pueblos; es para quienes vivimos y cohabitamos este hermoso planeta. Así también nos lo exige el mismo Jesucristo: “He venido para que tengan vida y vida en abundancia” (Jn. 10,10).

Patología estructural

Después de reflexionar y conversar sobre lo que sentimos en nuestras naciones originarias concluimos que la Madre Tierra está enferma, por consiguiente nosotras/os sus hijas e hijos también lo estamos, y lo está todo el planeta. Nos queda claro que la causa principal de estos males y enfermedades es el sistema estructural dominante; todo lo que observa y toca lo convierte en mercancía: la educación, la salud, la tierra, la espiritualidad, la política, los gobiernos, las instituciones educativas, religiosas y otros, ya que promueven estructuras verticales y muchas veces corruptas; debilita la organización en nuestros pueblos y desarmoniza los vínculos comunitarios con la naturaleza y el Creador, pues fundamenta su crecimiento únicamente en lo monetario y en la privatización. 

¡O extirpamos este cáncer de la humanidad o terminará por destruirnos!

La Olla sanadora

A pesar de este oscuro panorama, nosotras y nosotros pueblos y naciones de Abya Yala, creemos y trabajamos por el Buen Vivir: haciendo memoria y recogiendo las sabidurías ancestrales, siguiendo las huellas de quienes nos antecedieron en este gran proyecto de vida: Dolores Cacuango, jTatic Samuel, Tomás García,María Chávez, Xicao Xukuru, Catarina Morales, Domingo Llanaqu Chana y otras tantas, quienes fortalecen nuestra esperanza y animan nuestro caminar, a través de los espíritus de nuestros ancestros. El Sumak Kawsay, el Buen Vivir/Convivir es una utopía que animó la vida de nuestras abuelas/os, es una propuesta de vida y sanación actual y para siempre

Palabra sabia, viva y actual

Nos guía en esta lucha las palabras sabias y antiguas de nuestras comunidades, ya que como se dijo en el Mito Mama Puma y los Kuyllur y Lucero, hay enormes tigres que están persiguiendo a los más débiles para devorarlos y acabarlos, y están también aquellos insaciables que siempre quieren más y más a costa de los otros; no nos es nueva la persecución, los pueblos Amazónicos, Mayas, Kichwas, Quechuas, Aymaras, Totonacos, Guaranies y otros muchos hemos sido perseguidos por siglos, pero hasta hoy hemos encontrado caminos y luces para subsistir; sin embargo hoy nos preocupa la codicia insaciable de los nuevos tigres que sin el mínimo respeto destruyen nuestro entorno de vida:

La Madre Tierra. Nos animan las palabras sabias y antiguas de nuestros pueblos, porque sabemos que hoy es tiempo de Pachakutik, de renovación y cambio del sistema estructural, de economía, de estructura de gobiernos, etc. Nos anima también nuestra fe en el pobre de Nazareth, que vino a traer vida plena para los más débiles y a hacernos prójimos con los: cojos, ciegos, mudos, leprosos, paralíticos, mujeres, niños, desplazados. Levantando una y otra vez la voz contra los dominadores de su época, como señal profética del Reino. Por lo tanto, ¡nosotras y nosotros, pueblos originarios de Abya Yala afirmamos que el Sumak Kawsay y el Evangelio es el mismo proyecto del Dios de la Vida!
Compromisos y acciones

Como pueblos y naciones originarias, nos comprometemos a defender y revitalizar los espacios y vivencias propias de nuestras comunidades: alimentación, espiritualidad, economía, salud, educación, sistema político, lenguas e idiomas, valores, fiestas y ceremonias, vestimentas y semillas y a trasmitir este proyecto de vida a los niñas/os y jóvenes de nuestros campos y de las ciudades.

A los Gobiernos de nuestros Estados les exigimos:
El respeto y el reconocimiento de los territorios ancestrales; realizar y respetar las decisiones de los procesos de consultas, como lo señala el Convenio 169 de la OIT. Detener todo tipo de invasión a nuestros Territorios, como la minería a cielo abierto, hidroeléctricas, los agronegocios, explotación petrolera, ya que estos territorios ya existían antes de la conformación de los actuales estados. Crear y/o fortalecer la educación intercultural y plurilingüe. Respetar nuestros espacios de participación y toma de decisión en los diferentes ámbitos de la sociedad. 

A los Pastores de nuestras respectivas iglesias les urgimos, en nombre de Nuestro Señor Jesucristo, que respeten la espiritualidad de nuestros pueblos ancestrales. Se involucren en nuestras reivindicaciones y luchas sociales en defensa de nuestros derechos y dignidad, como lo hizo nuestro maestro Jesús. Además les pedimos promover y apoyar la plena participación de laicos y mujeres en todos los espacios de nuestras diferentes iglesias. 

Nos comprometemos y pedimos a la sociedad civil crear procesos de diálogo y relaciones interculturales para llegar a tener un mismo sentir, pensar y actuar, en defensa de la vida íntegra. 

Finalmente, desde este VII Encuentro Continental de Teología India, con mucha fuerza y coraje nos unimos a los reclamos y demandas de quienes han emprendido luchas por defender la tierra y territorio, autonomía y autodeterminación como la Marcha de las mujeres de la Amazonía Ecuatoriana, en defensa del Yasuní, la Campaña Continental de la Nación Guaraní, las Demandas de la Organización Nacional Indígena de Colombia, entre otras muchas.

Este es nuestro clamor y nuestra palabra esperanzadora para toda la humanidad: ¡El Buen Vivir! Esta es nuestra fe y estamos dispuestas/os a proclamarla y defenderla, incluso con nuestra propia vida. 


¡Sumak Kawsay!:
¡Proyecto de Dios, Proyecto de Vida! proclamado desde este territorio andino.


Pujilí, Cotopaxi, Ecuador, 18 de Octubre de 2013.


viernes, 18 de octubre de 2013

Testigos de la Misión del Dios de Jesucristo


TESTIGOS DE LA MISION DEL DIOS DE JESUCRISTO
Mártires de Canadá Norteamericanos

«…pero para que vuestro trabajo consiga todo el fruto deseado,
debe tener tres cualidades: ser perseverante, acorde e iluminado».
(P. José Allamano, Carta a los Misioneros de Kenya, 2 de octubre de 1910)

En este mes de Octubre dedicado en la Iglesia Católica a orar y reflexionar sobre la Misión de Jesucristo, les propongo a los Mártires de Canadá o de Norteamérica, como también son conocidos, como inspirados.


Se trata de ocho Misioneros franceses, de la Compañía de Jesús, que llegaron hace ya 364 años, en le lejano 1649 a convivir con los indígenas Hurones y a anunciarles el Evangelio del Reino de Dios, ofreciendo allí sus vidas hasta derramar su ultima gota de sudor y de sangre.

Tuve la gracia de visitar su antigua misión y de concelebrar la Eucaristía en el Santuario a ellos dedicado allá en Canadá, en Midland, en donde también han entronización un hermoso mosaico en honor a la Virgen María de Guadalupe “Patrona de América Latina”. De allí son las fotografías.

Cinco de ellos martirizados en el actual Canadá: Jean de Brébeuf (+ 16 de marzo de 1649), AntoineDaniel (+ 4 de julio de 1648), Gabriel Lalemant (+ 17 de marzo de 1649), Charles Garnier (+ 7 de diciembre de 1649) y Noel Chabanel (+ 8 de diciembre de 1649). Los otros tres, Isaac Jogues (+ 18 de octubre de 1646) y los Hermanos coadjutores René Goupil (+ 29 de septiembre de 1642) y Jean de Lalande (+ 19 de octubre de 1646), en territorio, actualmente, de Estados Unidos. Todos ellos declarados santos mártires por Pío XI en 1930. Su memoria litúrgica se celebra el 19 de octubre.


Vivieron un el martirio cotidiano: la resolución con que dejaron su patria de origen, las distancias geográficas, la dureza de la vida…, fue para ellos preparación a aquel martirio que selló su entrega total. El martirio, en efecto, no se improvisa; no se llega al martirio por casualidad, de un momento a otro. El martirio no es una opción personal, sino la consecuencia de vivir las opciones y la misión como las vivió Jesús, entre los crucificados de la humanidad.

Conscientes de los peligros a los que se exponían, viviendo en medio de naciones con frecuencia sometidas a los ataques de los enemigos, habían previsto y aceptado la perspectiva del martirio y no retrocedieron en la hora de la prueba.

Esta actitud recuerda las palabras del P. José Allamano, Fundador de los y las Misioneros/as de la Consolata, cuando les decía a ellas: “Amar al prójimo más que a nosotros mismos debe ser el programa de la misionera. Nosotros deberíamos tener por voto servir a la misión incluso a costa de la vida”.

Vivieron la sobriedad de vida y la inserción entre la gente: una vida carente de toda comodidad, compartiendo con la gente su precariedad en los medios de transporte, de alimento, de habitación, aprendiendo su lengua, hizo de ellos auténticos testimonios, en primer lugar con el ejemplo y con el testimonio… 

La consciencia de transmitir a los Hurones un mensaje diverso del de los colonizadores hizo de ellos personas cercanas a la gente, sin ninguna pretensión de privilegios. Esta actitud demostró que habían “venido” no para apoyar la explotación sino para algo diferente. Se insertaron entre la gente con la tenacidad y la sencillez del peregrino, satisfechos de la hospitalizad que recibían.

Vivieron en permanente unión con Dios: humanamente nadie es capaz de vivir una vida totalmente entregada, en constante peligro, persistentes ataques y con la perspectiva del martirio si no vive una vida profundamente unida a Dios. Estaban convencidos de que Él no los abandonaría en el momento de la prueba.


Uno de estos mártires, Noel Chabanel, confiaba a uno de sus colegas: «No sé cómo querrá Dios disponer de mí, pero me siento totalmente cambiado en un aspecto: soy por naturaleza muy aprensivo, y ahora que estoy avanzando hacia un gran peligro y que la muerte quizá no esté muy lejos, no tengo miedo. ¡Este puede ser el momento definitivo en el que me entregue a Dios y le pertenezca!». Cuando el superior de la misión le preguntó si no temía el fuego, Brébeuf respondió: «¡Oh, sí Tendría miedo si solamente considerara mi debilidad. (…) Pero confío que Dios me ayudará. Sostenido por su gracia, no temo los tormentos del fuego más de cuanto pueda temer el pinchazo de un alfiler».

En sintonia con el P. Noel, solía el P. José Allamano proponer a sus misioneros/as la santidad de vida, en primer lugar, para que la misión pudiera ser fecunda: “Nadie puede dar lo que no tiene. Podríamos administrar un sacramento aunque no seamos santos, pero convertir personas, no. Dios ordinariamente no concede tocar los corazones a quien no está unido a Él con una caridad tan grande que casi pueda pretender milagros. Creerlo, quien no arde, no incendia, quien no tiene fuego de caridad no puede comunicarlo”.

De la cruz brota la Consolación

Desde lo alto de la cruz, sufriendo dolor de amor,
revivió Emmanuel el camino de Nazaret a Jerusalén.
Después de haber gustado el vinagre,
exclamó el Hijo de Dios: “todo está consumado”.

De pie, junto a la cruz, la dolorosa recibió al discípulo,
juntos originaron la casa de la consolación.
El Enviado les entregó el Otro Consolador,
la misión del Dios de toda consolación continuó en la historia.

Aquí y allí, entre Hurones y Kikuyos, en Norte América y Centro África,
llegaron y llegarán Brebeuf, Jogues y compañeros.
Hermanos y Hermanas para permanecer junto a los crucificados,
sudando el agua de la ecología y la sangre de la vida.

Entre colonizadores y traficantes, más allá de los comercios,
junto a alejados, despojados y dispersos,
plantan su tienda evangélica, comunitaria y pedagógica, 
fabrican herramientas para cultivar pan y vino eucarísticos.

Fraternidades en medio de conflictos y guerras fratricidas
viven la pasión del dolor con la compasión del amor.
Aun sin dedos trabajan para multiplican el pan partido y repartido,
esculpen la Cruz en los árboles que claman liberación.

Gracias testigos de Jesús, el mártir galileo, resucitado por Dios:
Jogues, Lalande, Renato, Daniel y Carlos Garnier, Natalio , Lalemant.
Gracias por la consagración para la misión, al estilo de Brebeuf:
Señor Jesús, yo te ofrezco contento desde hoy mi sangre, mi cuerpo y mi alma,
de suerte que yo pueda morir sólo por Ti,
si Tú me concedes esta gracia, Tú que te has dignado morir por mí”.
 
Hna. Natalina Stringari mc
 Salvador Medina imc
 

miércoles, 16 de octubre de 2013

Amanecer de un pueblo


Muerte y sepultura de la hermanita Genoveva,
 
partera del pueblo Tapirapé

Leonardo Boff, 11-Octubre-2013

                                                           Foto Carlos Alarcon imc
 
El 24 de septiembre de 2013 murió en la aldea de los indígenas Tapirapé, en el Araguaia, la Hermanita de Jesús Genoveva, francesa de origen. Ella y sus compañeras han vivido una experiencia que el antropólogo Darcy Ribeiro consideraba una de las más ejemplares de toda la historia de la antropología: el encuentro y la convivencia de alguien de la cultura blanca con la cultura indigena.
Este es el testimonio de Canuto, que sabe bien de la vida y obra de la Hermanita Genoveva. Así describe su muerte:
«En la mañana del martes 24 Genoveva estaba bien. Había amasado barro para el arreglo de la casa. Almorzó tranquilamente con la hermanita Odile. Estaban descansando cuando se quejó de dolor en el pecho. Odile fue rápidamente a conseguir transporte para llevarla al hospital de Confresa. En el camino la respiración se fue haciendo más difícil. Murió antes de llegar al hospital.
De vuelta a la aldea, consternación general. Genoveva había visto nacer casi al 100% de los Apyãwa (así se llamaban a sí mismos los Tapirapé. Así vuelven a autodenominarse hoy), en estos 61 años de vida compartida.
 
Los Apyãwa quisieron sepultarla según sus costumbres, como si hubiese muerto otra Apyãwa. Los cantos fúnebres, ritmados con los pasos, se prolongaron por mucho tiempo, durante la noche y el día siguiente. Se oían muchos lloros y lamentaciones.
 
Según el ritual Apyãwa, Genoveva fue enterrada dentro de la casa donde vivía. La tumba fue abierta con todo cuidado por los Apyãwa, acompañada de cánticos rituales. A una altura de unos 40 centímetro del suelo fueron colocados dos travesaños, uno en cada extremo. A estos travesaños fue amarrada la hamaca que quedó como una hamaca tendida como quien está durmiendo. Por encima de los travesaños se colocaron tablas y sobre las tablas se colocó la tierra. Toda la tierra que pusieron encima fue peñerada por las mujeres, como es la tradición. Al día siguiente esta tierra se mojó y se moldeó de forma que quedara firme y espesa como la tierra batida. Todo acompañado de cánticos rituales.
En su hamaca donde dormía todos los días, Genoveva duerme el sueño eterno entre aquellos que escogió para que fueran su pueblo.
 
La noticia de su muerte voló por la región, por Brasil y por el mundo. Vinieron muchos Agentes de Pastoral. Los coordinadores del CIMI (Consejo Indígena Misionero) de Cuiabá, llegaron después de un viaje de más de 1.100 kms cuando el cuerpo estaba ya en la tumba, todavía cubierto sólo con las tablas. Los Apyãwa las retiraron para que los que acababan de llegar la viesen por última vez en su hamaca.
 
A los cánticos rituales de los Tapirapé se fueron mezclando otros cánticos y testimonios de la caminada cristiana de la hermanita Genoveva. Al final, el cacique dijo que los Apyãwa estaban todos muy tristes con la muerte de la hermanita. Hablando en portugués y en tapirapé resaltó el respeto con el que siempre fueron tratados por las hermanitas durante estos sesenta años de convivencia. Recordó que los Apyãwa deben su supervivencia a las hermanitas, pues cuando ellas llegaron, ellos eran muy pocos y hoy llegan a casi mil personas.
 
Plantada en territorio Tapirapé está Genoveva, un monumento de coherencia, silencio y humildad, de respeto y reconocimiento de lo diferente, probando cómo es posible, con acciones simples y pequeñas, salvar la vida de todo un pueblo. Saludos: Canuto».
 
***
 
En septiembre de 2002 después de un encuentro con la Hermanita Genoveva escribí un pequeño artículo en el Jornal do Brasil que retomo aquí en parte.
Las Hermanitas de Foucauld son testimonio de la nueva forma de evangelización, soñada por tantos en América Latina: en vez convertir a las personas, darles la doctrina y construir iglesias, decidieron encarnarse en la cultura de los indígenas y vivir y convivir con ellos. En nuestro tiempo este camino fue vivido por el Hermano Carlos de Foucauld que al principio del siglo XX se fue al desierto de Argelia, entre los musulmanes, no para anunciar, sino para convivir con ellos y acoger la diferencia de su cultura y de su religión. Eso mismo han hecho las Hermanitas de Jesús entre os indios Tapirapé en el noroeste del Mato Grosso, cerca del río Araguaia.
El día 17 de septiembre de 2002 asistí a la celebración de los cincuenta años de su presencia junto a los Tapirapé. Allí estaba la pionera, la Hermanita Genoveva, que en octubre de 1952 comenzó su convivencia con la tribu.
¿Cómo llegaron allí? Las hermanitas supieron a través de los frailes dominicos franceses que misionaban en tierras del Araguaia, que los Tapirapé se estaban extinguiendo. De los 1500 que había antiguamente se habían reducido a 47, a causa de las incursiones de los Kayapó, de las enfermedades de los blancos y de la falta de mujeres. En el espíritu del Hermano Carlos, de ir para convivir y no para convertir, decidieron unirse a la agonía de un pueblo.
A su llegada, la Hermanita Genoveva oyó del cacique Marcos: “Los Tapirapé van a desaparecer. Los blancos van a acabar con nosotros. Tierra vale, caza vale, pez, vale. Sólo el indio no vale nada”. Ellos habían internalizado que no valían nada y que estaban condenados a desaparecer inexorabilmente.
Ellas fueron donde ellos y les pidieron hospitalidad. Comenzaron a vivir con ellos el evangelio de la fraternidad, en el campo, en la lucha por la yuca de cada día, a aprender su lengua y a incentivar todo lo de ellos, religión incluida, en un recorrido solidario y sin retorno. Con el tiempo fueron incorporadas como miembros de la tribu.
 
La autoestima de ellos creció. Gracias a la mediación de ellas consiguieron que mujeres Karajá se casasen con hombres Tapirapé y se garantizase así la multiplicación del pueblo. De 47 hoy llegan a casi mil. En 50 años ellas no convirtieron ni a un sólo miembro de la tribu. Pero consiguieron mucho más: se hicieron parteras de un pueblo, a la luz de aquel que entendió su misión de “traer vida y vida en abundancia”, Jesús
 
Cuando vi el rostro de una india tapirapé y el rostro envejecido de la hermanita Genoveva, pensé: si hubiese teñido su pelo blanco con tucum podría pasar por una perfecta mujer tapirapé. Realizó de hecho la profecía de la fundadora: “Las hermanitas se harán Tapirapé, para desde aquí ir a los otros y amarlos, pero serán siempre Tapirapé”.
¿No debería seguir por ahí el cristianismo si quisiera tener futuro en un mundo globalizado? ¿el evangelio sin poder y la convivencia tierna y fraterna?
Leonardo Boff es teólogo y ha escrito América Latina: de la conquista a la nueva evangelización, 1992.
Traducción de M. José Gavito.
Texto compartido por la Hna. Esperanza Arboleda, Misionera Laurita