Tres noticias buenas, muy buenas, en el Caquetá - Colombia
1.
El Papa Francisco
elevó a Diócesis el Vicariato Apostólico de San Vicente del Caguán, designando
como su primer obispo a monseñor Francisco Javier Múnera Correa.
2.
El papa Francisco
ha elevado la diócesis de Florencia a la dignidad de Arquidiócesis y ha
promovido como Arzobispo de esta jurisdicción eclesiástica a monseñor Omar de
Jesús Mejía Giraldo.
3.
El papa Francisco
elevó la Diócesis de Florencia, en el departamento del Caquetá, a la dignidad
de Iglesia Metropolitana, creando así una Provincia Eclesiástica amazónica.
En
homenaje de la sociedad civil a los respectivos Obispos, en Florencia, a
mediados de Julio de 2019, el Profesor Gabriel Perdomo Castañeda, se refirió así
a los homenajeados y al público asistente (texto trascrito del original, con
permiso del autor):
Interrogando a los pueblos: “En mi condición de aprendiz, de todos los días, de
intérprete de nuestra historia regional, considero pertinente interrogar los pueblos, y diversos sujetos
psicosocioculturales de estos territorios, ubicados en esta vertiente del gran
Caquetá, en esta “República nadante”, tal como la denominaron los frailes
franciscanos, en el siglo XVII, en estos lugares de inmensas selvas y
abundantes ríos, para que nos digan de qué ternuras y violencias hemos nacido,
qué proyectos de sociedades aspiramos a construir, en el contexto de las
Amazonias en Colombia, el continente americano, en función del desarrollo
ecológico integral y la defensa de nuestra casa común, la madre tierra, tal
como de manera audaz y profundamente humana, al servicio del anuncio y la
vivencia del Evangelio, lo ha propuesto nuestro líder ético mundial, el Papa
Francisco.
Reconocimiento a la Iglesia Católica en
el Caquetá: Qué bien que, con el
gobierno local, regional y la sociedad civil, nos hallamos reunido para
reconocer la presencia significativa de la iglesia católica, sus compromisos y
avances de esta organización social y religiosa, que más allá de sus
intencionalidades evangélicas y catequizadoras ha sido una fuerza poderosa que
ha caminado sociedad y cultura con el pueblo y ha sido profundamente solidaria
con sus esperanzas, angustias, temores y alegrías.
Con el Arzobispo de la Arquidiócesis de Florencia
y el Obispo de la Diócesis San Vicente:
Qué bien, que nos acompañen, Monseñor Omar de Jesús Mejía Giraldo, Arzobispo de
Florencia, y Monseñor Francisco Javier Múnera Correa, Obispo de San Vicente del
Caguán, en este acto; ustedes son los líderes y pastores indiscutibles de la
iglesia católica, sin la cual es imposible entender, interpretar y promover el
desarrollo de nuestros pueblos, en esta región de la Amazonia Colombiana.
Un poco de memoria: Integrar la región amazónica a la nación colombiana,
en el espíritu centralista y católico hispánico, expresado en la Constitución
mencionada y materializado en el Concordato entre la Republica de Colombia y el
Estado Vaticano (18887) y los posteriores convenios de misiones.
Amazonia, territorio de indios: Sea de anotar que a finales del siglo XIX e inicios
del
XX la Amazonia era vista desde el centro del país como un “territorio de
indios para adoctrinar y de tierras baldías a conquistar”; entonces en esta
zona de la paria la soberanía de Colombia estaba amenazada por los intereses de
la Casa Arna del Perú a la vez que estaba inmersa en el torbellino de las
pasiones humanas engendradas por la extracción quinera pero especialmente cauchera,
que ocasionó un genocidio indígena de bastas proporciones y fue en este
escenario que intervinieron los frailes capuchinos a quienes les correspondió
facilitar que la región pasara de la barbarie de la noche cauchera y alumbrara
la denominada “civilización”, dando paso a la construcción de la república
Católica en las selvas del sur.
La Prefectura Apostólica del Caquetá: Para lograr estos objetivos se creó la Prefectura
Apostólica del Caquetá (1905) y los frailes capuchinos a l cabeza de Fidel de
Montclar realizaron excursiones apostólicas, fundaron o reorganizaron pueblos y
crearon escuelas. Así, en las primeras décadas del siglo XX, en los territorios
del Caquetá y Putumayo, la principal preocupación de los misioneros fue la de
levantar iglesias, locales para escuelas y convertir aquellas inmensas selvas
en una “porción civilizada de Colombia”, según literales palabras de Montclar.
La colonización: Ante la necesidad de defensa real de la soberanía
nacional en el sur del
país, amenazada por los intereses de la Casa Arana, se
dio la discusión sobre las estrategias de colonización y se discutió sobre el
modelo de colonización armada o civil; los capuchinos acogieron el modelo de “colonización
civil” y favorecieron la fundación y reorganización de los pueblos como una
estrategia para garantizar, de manera permanente, la integridad de la Nación y
por estas razones asumieron y favorecieron la defensa de la “colonización civil”,
distinta de la “colonización militar”, en cuanto que aquella ofrecía mayores
ventajas para la construcción efectiva de la Republica, el fraile Canet de Mar,
argumentó a favor de la colonización y la civilidad, he aquí su expresión
contundente:
Es indudable
que la forma en que esta República se ha establecido en esas regiones presenta apreciables
ventajas… una de ellas es, sin duda alguna, el haber establecido pueblos en vez
de fijar destacamentos de fuerza armada… A la fuerza armada no se le puede
pedir lo que a una colonia de individuos o familias que entran por su propio
impulso… son como las avanzadas nacionales para el Estado que los apoya.
Los Frailes Capuchinos: Por esas calendas los pueblos se convirtieron en
centros de catequización e instrumentos de soberanía nacional. Los líderes
religiosos de este proceso fueron respectivamente: Fidel de Montclar, Prefecto
Apostólico del Caquetá (1905 – 1929); Gaspar de Pinell, Vicario Apostólico del
Caquetá (1930 – 1946); Fr. Placido de Calella, Vicario Apostólico del Caquetá
(1947 – 1951).
Desde
esta perspectiva los frailes capuchinos como aliados de los colonos huilenses,
el grupo
humano mayoritario, al partirse el siglo XX habían organizado y
consolidado su estructura eclesiástica, habían colaborado con el gobierno en la
defensa de la soberanía Nacional, habían fortalecidos los pueblos; habían dejado
50 maestros formados oficialmente, 6 instituciones educativas con 980
estudiantes. Habían creado el CILEAC que valoró las culturas indígenas y habían
apoyado al gobierno en la creación de DAINCO (Departamento Administrativo de
Intendencias y Comisarias). Entonces el Caquetá tenía 45.471 habitantes.
Los Misioneros de la Consolata: Posteriormente, en los inicios de los años cincuenta,
del siglo pasado, salieron los frailes capuchinos y llegaron los Misioneros de
la Consolata, bajo la dirección de Monseñor Antonio María Torasso y se pusieron
al servicio de la sociedad caqueteña en el campo de la educación, social y
religiosa, en un momento histórico en el que llegaba al Caquetá una desbandada de
inmigrantes atemorizados, producto de la violencia liberal-conservadora que se
había apoderado de la región andina del país. Al respecto el P. Silvio Vettori
expresaba lo siguiente:
El Caquetá está
en plena colonización por motivo de la violencia y nacían pueblos como hongos:
El Paujil, El Doncello, Milán, Valparaiso, son todos pueblos nuevos.
Los
Misioneros de la Consolata arribaron al Caquetá después del “Bogotazo” (1948),
que
atizó la violencia bipartidista en el país. La Santa sede, mediante el
Decreto del 8 de febrero de 1951, confirió a los Misioneros de la Consolata el
Vicariato Apostólico e Florencia, segregado del antiguo Vicariato Apostólico
del Caquetá, regido anteriormente por los frailes Capuchinos. El primero Obispo
del Vicariato de Florencia fue Monseñor Antonio María Torasso, quien el 27 de
abril de 1952 tomó posesión ante el Nuncio Apostólico y de Monseñor Placido de
Calella, quien e despedía de los caqueteños para seguir dirigiendo el Vicariato
e Sibundoy (Putumayo) el cual fuera inaugurado el 4 de mayo de 1952 (B.C. 172.7;
Restrepo, p.159).
Desde
sus inicios Monseñor Torasso en su condición de Vicario Apostólico llegó
invitando a la paz y a la reconciliación y continuó desarrollando la gestión
religiosa y social de sus predecesores y respondiendo a los desafíos históricos
del momento; desafortunadamente, a edad temprana afectado por la leucemia,
murió en Bogotá el 22 de octubre de 1960 y fue sucedido por Monseñor Ángel
Cuniberti.
Monseñor
Ángel Cuniberti, como orientador religioso y social de la Intendencia del
Caquetá entre los años 1971 – 1978, en medo de un proceso de colonización
agobiado por los problemas sociales y económicos, asumió un liderazgo
carismático y se comprometió en serio con las necesidades y problemas de los
colonos, indígenas y demás sectores marginados de la sociedad, contribuyendo a
generar estrategias organizativas que llevaron a los diversos sujetos sociales
de la colonización a la búsqueda de sus propias soluciones y la formación de
una sociedad civil, que por vías no violentas fuera capaz de resolver sus
conflictos. En el contexto e esta filosofía apoyó la fundación de La Asociación
de Institutores del Caquetá (AICA) en 1962, afiliada entonces a la UTC;
estimuló la fundación de la Federación Nacional Agraria (FANAL) y la Asociación
Nacional de Usuarios Campesinos de Colombia (ANUC); así mismo contribuyó con la
organización de Cooperativas, apoyó un medio de expresión al servicio de la
sociedad como fue el periódico FLORENCIA. De manera especial, trabajo
denodadamente por la Universidad pública en el Caquetá y gracias a su intervención,
en el año 1971, se fundó el Instituto Técnico Universitario Surcolombiano
(ITUSCO) en Florencia, institución madre de la actual Universidad de la
Amazonía.
La
acción sociocultural de Ángel Cuniberti se realizó en el contexto de una
sociedad
bloqueada en lo político y cruzada por los conflictos sociales; ante
esta situación el prelado se inspiró en una perspectiva democrática,
progresista, fundamentada en las conclusiones del Concilio Vaticano II y la
Conferencia Episcopal Latinoamericana de Medellín (1968); su liderazgo no nacía
del poder burocrático o de las garantías institucionales sino que se enraizaba
en sus convicciones religiosas y sociales en torno a las necesidades de las
gentes del Caquetá y en su concepción de iglesia, que la consideraba, no solo
en la teoría sino en la práctica, como institución al servicio del hombre
integral.
Ángel
Cuniberti como humanista, obispo y religioso, era enemigo de la violencia y por
ello promovió la organización de la sociedad civil, estrategia democrática imprescindible
para evitar el alzamiento armado y promovía efectivamente el desarrollo y la
paz, la convivencia y la democracia. En estos aspectos son comprensibles sus
palabras.
“Convencidos
de que es imposible cualquier cambio mientras no se pueda contar con auténticos
agentes de cambio, bien concientizados y capacitados, los misioneros han
considerado como objetivo primordial la promoción del hombre caqueteño… el
hombre de hoy y de mañana, el hombre del pueblo, del campo y de la selva, el
hombre de cuerpo y alma, todo el hombre y todos los hombres del Caquetá”.
Desde
esta perspectiva, Monseñor Cuniberti, respondió a las necesidades sociales de
los colonos, superó la concepción tradicional de iglesia, “dedicada a la
salvación de las almas” y asumió una teología y una conducta comprometida con
el desarrollo integral del hombre y una concepción de Iglesia interpretada como
“pueblo de Dios”, inmerso en las vicisitudes de la historia. Esta visión
progresista y verdaderamente cristiana alegraba al pueblo, pero, también incomodaba
a ciertas élites, quienes ejercieron presiones ante el gobierno central y el
Estado Vaticano para impedir la continuación de su obra. Hoy la sala máxima de
la Universidad de la Amazonia lleva el nombre de Ángel Cuniberti, en
reconocimiento de su magna obra en el Caquetá y en beneficio de los excluidos
sociales de estas selvas del sur. Monseñor Cuniberti fue el líder de la iglesia
caqueteña hasta el año de 1978, cuando renunció a su cago.
La Diócesis de Florencia: Posteriormente lo líderes religiosos fueron Mons.
José Luis Serna Alzate (1979-1989); Mons. Fabián Marulanda López (1990-2002);
Mons. Jorge Alberto Ossa Soto (2003-2011); y entre los líderes religiosos,
después de los años cincuenta, en San Vicente podemos mencionar a: Mons. Luis
Augusto Castro Quiroga (19986-1998); valdría la pena estudiar y profundizar el
aporte fundamental de todos estos dirigentes religiosos y sociales, que contribuyeron al desarrollo de las Iglesias
locales y al conjunto de la sociedad caqueteña.
Actualmente: En el contexto de la acción social y religiosa de
Mons. Omar de Jesús Mejía Giraldo (Obispo de Florencia desde 2013) y de Mons.
Francisco Javier Munera (obispo de San Vicente desde 1998) nos alegra que hayan
sido promovidos en la jerarquía católica al servicio de la evangelización y la
promoción social en la Amazonia colombiana. Por intermedio de ustedes, también
saludamos al clero diocesano y a todas las Comunidades Religiosas y de laicos
que trabajan por el bien de nuestra región.
Estimados
obispos: qué bien que Ustedes, en medio de las dificultades, motivados por el
Evangelio, continúen en la realización de obras significativas para la sociedad
y construyan puentes para reconciliación de los colombianos y para la
edificación de la justicia y la libertad.
Sínodo para la Amazonia: Qué bien que Ustedes nos representen en el próximo Sínodo
de la Amazonia convocado por nuestro Papa Francisco.
Esta
es una ocasión propicia para levantar una Iglesia de rostro amazónico y en
salida, para hacer posible el respeto a la dignidad humana e estas tierras de embrujo
y manigua, salvar la Amazonia y el Planeta Tierra. Bienvenida la nueva Arquidiócesis
de la Amazonia Colombiana y con ella, nuestra querida Diócesis de San Vicente
del Caguán.
Texto: Gabriel Perdomo Castañeda