lunes, 5 de agosto de 2019

Buenas nuevas para los pueblos


Tres noticias buenas, muy buenas, en el Caquetá - Colombia


1.      El Papa Francisco elevó a Diócesis el Vicariato Apostólico de San Vicente del Caguán, designando como su primer obispo a monseñor Francisco Javier Múnera Correa.
2.      El papa Francisco ha elevado la diócesis de Florencia a la dignidad de Arquidiócesis y ha promovido como Arzobispo de esta jurisdicción eclesiástica a monseñor Omar de Jesús Mejía Giraldo.
3.      El papa Francisco elevó la Diócesis de Florencia, en el departamento del Caquetá, a la dignidad de Iglesia Metropolitana, creando así una Provincia Eclesiástica amazónica.

En homenaje de la sociedad civil a los respectivos Obispos, en Florencia, a mediados de Julio de 2019, el Profesor Gabriel Perdomo Castañeda, se refirió así a los homenajeados y al público asistente (texto trascrito del original, con permiso del autor):  

Interrogando a los pueblos: “En mi condición de aprendiz, de todos los días, de intérprete de nuestra historia regional, considero pertinente interrogar  los pueblos, y diversos sujetos psicosocioculturales de estos territorios, ubicados en esta vertiente del gran Caquetá, en esta “República nadante”, tal como la denominaron los frailes franciscanos, en el siglo XVII, en estos lugares de inmensas selvas y abundantes ríos, para que nos digan de qué ternuras y violencias hemos nacido, qué proyectos de sociedades aspiramos a construir, en el contexto de las Amazonias en Colombia, el continente americano, en función del desarrollo ecológico integral y la defensa de nuestra casa común, la madre tierra, tal como de manera audaz y profundamente humana, al servicio del anuncio y la vivencia del Evangelio, lo ha propuesto nuestro líder ético mundial, el Papa Francisco.

Reconocimiento a la Iglesia Católica en el Caquetá: Qué bien que, con el gobierno local, regional y la sociedad civil, nos hallamos reunido para reconocer la presencia significativa de la iglesia católica, sus compromisos y avances de esta organización social y religiosa, que más allá de sus intencionalidades evangélicas y catequizadoras ha sido una fuerza poderosa que ha caminado sociedad y cultura con el pueblo y ha sido profundamente solidaria con sus esperanzas, angustias, temores y alegrías.

Con el Arzobispo de la Arquidiócesis de Florencia y el Obispo de la Diócesis San Vicente: Qué bien, que nos acompañen, Monseñor Omar de Jesús Mejía Giraldo, Arzobispo de Florencia, y Monseñor Francisco Javier Múnera Correa, Obispo de San Vicente del Caguán, en este acto; ustedes son los líderes y pastores indiscutibles de la iglesia católica, sin la cual es imposible entender, interpretar y promover el desarrollo de nuestros pueblos, en esta región de la Amazonia Colombiana.

Un poco de memoria: Integrar la región amazónica a la nación colombiana, en el espíritu centralista y católico hispánico, expresado en la Constitución mencionada y materializado en el Concordato entre la Republica de Colombia y el Estado Vaticano (18887) y los posteriores convenios de misiones.

Amazonia, territorio de indios: Sea de anotar que a finales del siglo XIX e inicios del
XX la Amazonia era vista desde el centro del país como un “territorio de indios para adoctrinar y de tierras baldías a conquistar”; entonces en esta zona de la paria la soberanía de Colombia estaba amenazada por los intereses de la Casa Arna del Perú a la vez que estaba inmersa en el torbellino de las pasiones humanas engendradas por la extracción quinera pero especialmente cauchera, que ocasionó un genocidio indígena de bastas proporciones y fue en este escenario que intervinieron los frailes capuchinos a quienes les correspondió facilitar que la región pasara de la barbarie de la noche cauchera y alumbrara la denominada “civilización”, dando paso a la construcción de la república Católica en las selvas del sur.

La Prefectura Apostólica del Caquetá: Para lograr estos objetivos se creó la Prefectura Apostólica del Caquetá (1905) y los frailes capuchinos a l cabeza de Fidel de Montclar realizaron excursiones apostólicas, fundaron o reorganizaron pueblos y crearon escuelas. Así, en las primeras décadas del siglo XX, en los territorios del Caquetá y Putumayo, la principal preocupación de los misioneros fue la de levantar iglesias, locales para escuelas y convertir aquellas inmensas selvas en una “porción civilizada de Colombia”, según literales palabras de Montclar.

La colonización: Ante la necesidad de defensa real de la soberanía nacional en el sur del
país, amenazada por los intereses de la Casa Arana, se dio la discusión sobre las estrategias de colonización y se discutió sobre el modelo de colonización armada o civil; los capuchinos acogieron el modelo de “colonización civil” y favorecieron la fundación y reorganización de los pueblos como una estrategia para garantizar, de manera permanente, la integridad de la Nación y por estas razones asumieron y favorecieron la defensa de la “colonización civil”, distinta de la “colonización militar”, en cuanto que aquella ofrecía mayores ventajas para la construcción efectiva de la Republica, el fraile Canet de Mar, argumentó a favor de la colonización y la civilidad, he aquí su expresión contundente:

Es indudable que la forma en que esta República se ha establecido en esas regiones presenta apreciables ventajas… una de ellas es, sin duda alguna, el haber establecido pueblos en vez de fijar destacamentos de fuerza armada… A la fuerza armada no se le puede pedir lo que a una colonia de individuos o familias que entran por su propio impulso… son como las avanzadas nacionales para el Estado que los apoya.

Los Frailes Capuchinos: Por esas calendas los pueblos se convirtieron en centros de catequización e instrumentos de soberanía nacional. Los líderes religiosos de este proceso fueron respectivamente: Fidel de Montclar, Prefecto Apostólico del Caquetá (1905 – 1929); Gaspar de Pinell, Vicario Apostólico del Caquetá (1930 – 1946); Fr. Placido de Calella, Vicario Apostólico del Caquetá (1947 – 1951).

Desde esta perspectiva los frailes capuchinos como aliados de los colonos huilenses, el grupo
humano mayoritario, al partirse el siglo XX habían organizado y consolidado su estructura eclesiástica, habían colaborado con el gobierno en la defensa de la soberanía Nacional, habían fortalecidos los pueblos; habían dejado 50 maestros formados oficialmente, 6 instituciones educativas con 980 estudiantes. Habían creado el CILEAC que valoró las culturas indígenas y habían apoyado al gobierno en la creación de DAINCO (Departamento Administrativo de Intendencias y Comisarias). Entonces el Caquetá tenía 45.471 habitantes.

Los Misioneros de la Consolata: Posteriormente, en los inicios de los años cincuenta, del siglo pasado, salieron los frailes capuchinos y llegaron los Misioneros de la Consolata, bajo la dirección de Monseñor Antonio María Torasso y se pusieron al servicio de la sociedad caqueteña en el campo de la educación, social y religiosa, en un momento histórico en el que llegaba al Caquetá una desbandada de inmigrantes atemorizados, producto de la violencia liberal-conservadora que se había apoderado de la región andina del país. Al respecto el P. Silvio Vettori expresaba lo siguiente:

El Caquetá está en plena colonización por motivo de la violencia y nacían pueblos como hongos: El Paujil, El Doncello, Milán, Valparaiso, son todos pueblos nuevos.

Los Misioneros de la Consolata arribaron al Caquetá después del “Bogotazo” (1948), que
atizó la violencia bipartidista en el país. La Santa sede, mediante el Decreto del 8 de febrero de 1951, confirió a los Misioneros de la Consolata el Vicariato Apostólico e Florencia, segregado del antiguo Vicariato Apostólico del Caquetá, regido anteriormente por los frailes Capuchinos. El primero Obispo del Vicariato de Florencia fue Monseñor Antonio María Torasso, quien el 27 de abril de 1952 tomó posesión ante el Nuncio Apostólico y de Monseñor Placido de Calella, quien e despedía de los caqueteños para seguir dirigiendo el Vicariato e Sibundoy (Putumayo) el cual fuera inaugurado el 4 de mayo de 1952 (B.C. 172.7; Restrepo, p.159).

Desde sus inicios Monseñor Torasso en su condición de Vicario Apostólico llegó invitando a la paz y a la reconciliación y continuó desarrollando la gestión religiosa y social de sus predecesores y respondiendo a los desafíos históricos del momento; desafortunadamente, a edad temprana afectado por la leucemia, murió en Bogotá el 22 de octubre de 1960 y fue sucedido por Monseñor Ángel Cuniberti.

Monseñor Ángel Cuniberti, como orientador religioso y social de la Intendencia del Caquetá entre los años 1971 – 1978, en medo de un proceso de colonización agobiado por los problemas sociales y económicos, asumió un liderazgo carismático y se comprometió en serio con las necesidades y problemas de los colonos, indígenas y demás sectores marginados de la sociedad, contribuyendo a generar estrategias organizativas que llevaron a los diversos sujetos sociales de la colonización a la búsqueda de sus propias soluciones y la formación de una sociedad civil, que por vías no violentas fuera capaz de resolver sus conflictos. En el contexto e esta filosofía apoyó la fundación de La Asociación de Institutores del Caquetá (AICA) en 1962, afiliada entonces a la UTC; estimuló la fundación de la Federación Nacional Agraria (FANAL) y la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos de Colombia (ANUC); así mismo contribuyó con la organización de Cooperativas, apoyó un medio de expresión al servicio de la sociedad como fue el periódico FLORENCIA. De manera especial, trabajo denodadamente por la Universidad pública en el Caquetá y gracias a su intervención, en el año 1971, se fundó el Instituto Técnico Universitario Surcolombiano (ITUSCO) en Florencia, institución madre de la actual Universidad de la Amazonía.

La acción sociocultural de Ángel Cuniberti se realizó en el contexto de una sociedad
bloqueada en lo político y cruzada por los conflictos sociales; ante esta situación el prelado se inspiró en una perspectiva democrática, progresista, fundamentada en las conclusiones del Concilio Vaticano II y la Conferencia Episcopal Latinoamericana de Medellín (1968); su liderazgo no nacía del poder burocrático o de las garantías institucionales sino que se enraizaba en sus convicciones religiosas y sociales en torno a las necesidades de las gentes del Caquetá y en su concepción de iglesia, que la consideraba, no solo en la teoría sino en la práctica, como institución al servicio del hombre integral.

Ángel Cuniberti como humanista, obispo y religioso, era enemigo de la violencia y por ello promovió la organización de la sociedad civil, estrategia democrática imprescindible para evitar el alzamiento armado y promovía efectivamente el desarrollo y la paz, la convivencia y la democracia. En estos aspectos son comprensibles sus palabras.

“Convencidos de que es imposible cualquier cambio mientras no se pueda contar con auténticos agentes de cambio, bien concientizados y capacitados, los misioneros han considerado como objetivo primordial la promoción del hombre caqueteño… el hombre de hoy y de mañana, el hombre del pueblo, del campo y de la selva, el hombre de cuerpo y alma, todo el hombre y todos los hombres del Caquetá”.

Desde esta perspectiva, Monseñor Cuniberti, respondió a las necesidades sociales de los colonos, superó la concepción tradicional de iglesia, “dedicada a la salvación de las almas” y asumió una teología y una conducta comprometida con el desarrollo integral del hombre y una concepción de Iglesia interpretada como “pueblo de Dios”, inmerso en las vicisitudes de la historia. Esta visión progresista y verdaderamente cristiana alegraba al pueblo, pero, también incomodaba a ciertas élites, quienes ejercieron presiones ante el gobierno central y el Estado Vaticano para impedir la continuación de su obra. Hoy la sala máxima de la Universidad de la Amazonia lleva el nombre de Ángel Cuniberti, en reconocimiento de su magna obra en el Caquetá y en beneficio de los excluidos sociales de estas selvas del sur. Monseñor Cuniberti fue el líder de la iglesia caqueteña hasta el año de 1978, cuando renunció a su cago.

La Diócesis de Florencia: Posteriormente lo líderes religiosos fueron Mons. José Luis Serna Alzate (1979-1989); Mons. Fabián Marulanda López (1990-2002); Mons. Jorge Alberto Ossa Soto (2003-2011); y entre los líderes religiosos, después de los años cincuenta, en San Vicente podemos mencionar a: Mons. Luis Augusto Castro Quiroga (19986-1998); valdría la pena estudiar y profundizar el aporte fundamental de todos estos dirigentes religiosos y sociales, que  contribuyeron al desarrollo de las Iglesias locales y al conjunto de la sociedad caqueteña.

Actualmente: En el contexto de la acción social y religiosa de Mons. Omar de Jesús Mejía Giraldo (Obispo de Florencia desde 2013) y de Mons. Francisco Javier Munera (obispo de San Vicente desde 1998) nos alegra que hayan sido promovidos en la jerarquía católica al servicio de la evangelización y la promoción social en la Amazonia colombiana. Por intermedio de ustedes, también saludamos al clero diocesano y a todas las Comunidades Religiosas y de laicos que trabajan por el bien de nuestra región.

Estimados obispos: qué bien que Ustedes, en medio de las dificultades, motivados por el Evangelio, continúen en la realización de obras significativas para la sociedad y construyan puentes para reconciliación de los colombianos y para la edificación de la justicia y la libertad.

Sínodo para la Amazonia: Qué bien que Ustedes nos representen en el próximo Sínodo de la Amazonia convocado por nuestro Papa Francisco.


Esta es una ocasión propicia para levantar una Iglesia de rostro amazónico y en salida, para hacer posible el respeto a la dignidad humana e estas tierras de embrujo y manigua, salvar la Amazonia y el Planeta Tierra. Bienvenida la nueva Arquidiócesis de la Amazonia Colombiana y con ella, nuestra querida Diócesis de San Vicente del Caguán.


Texto: Gabriel Perdomo Castañeda