Dimensión Misionera de la Existencia
Desde la gratitud con quienes nos engendraron, gestaron, parieron, como obra de amor, generalmente querida, esperada y amada. En realidad, no exactamente, como una obra de ellos, al estilo de los artistas, pintores o escultores, sino como una prolongación de la vida en ellos, acogida y servida, cuidada y promovida.
Somos el resultado de una relación y, tal vez por eso mismo, somos relación, al interno de cada ser y afuera de él, pues es eso, la relación, lo que permite que la vida sea. Somos, de alguna manera, como diría un sabio caminante, todos los que fueron, para que seamos y todos los que somos, para que sigamos siendo.
No
somos el resultado de una confrontación sino, más bien, el fruto de una
comunión. La vida, en su esencia, no excluye, integra, no se opone, acoge. Es
el resultado de la armonía y de la comunión, construida en el diálogo y la
interacción entre iguales o contrarios. La vida no es para la violencia bélica,
sino para la felicidad pacífica. Por eso la agradecemos, por su gratuidad.
Gratis
la recibimos y gratis la donamos, en esa reciprocidad fraterna que nos hace
humanos. Ahí está la grandeza, la divinidad, de la dádiva, en la reciprocidad.
Por eso salgo de mí y me dirijo al Otro, a los otros, a lo otro y, con todos
ellos, me construyo, soy feliz y hago feliz, plena, la “comunidad de la vida”.
Esa es la Dimensión Misionera de mi vida, de tu vida, de la vida en su
totalidad. Suena a utopía ante la cruel realidad y, por eso mismo, vale la pena
ser propuesta. Nos sirve como luz para caminar con dirección, sentido y meta.
Mi
nombre, Salvador, así lo expresa: Sal, elemento básico para dar sabor y
conservar, imperativo del verbo salir; va, imperativo del verbo ir, sal
tú, orden, envío, misión: va al mundo-cultura del “otro”, diferente de ti, y sé
Sal, sana el dolor (dor, en portugués). Esto es la misión, salir como
enviado, ir al mundo del otro y compartir el “sabor” de la buena noticia que
somos, encontramos y portamos, dando sabor, saboreando, sanando y siendo
salvados. Tú, como yo, en nombre del Salvador, podemos salvar, sanar, consolar,
ayudar a liberar y ser salvados.