viernes, 10 de agosto de 2018

La misión territorial, vista desde el planeta


La Región IMC, Colombia-Ecuador Perú en el planeta, vista desde afuera
Infografía en la Conferencia Regional

 En esta era planetaria de la humanidad (Boff), los astronautas salieron y vieron el planeta tierra desde afuera. Muchas reflexiones e investigaciones nos van ayudando a entender que planeta y humanidad son una misma, porque tienen un mismo origen y un mismo destino; que tierra, sociedad y compromiso ético están íntimamente conectados por la vida.

Los fotógrafos y científicos, han venido definiendo nuestro planeta como un pequeño “punto de luz pálida”, nuestra casa común, “el único mundo conocido hasta ahora que alberga vida. No hay ningún otro lugar, al menos en el futuro próximo, al cual nuestra especie pudiera migrar. Visitar, sí. Colonizar, aún no” (Sagan). 

En estos últimos días, julio de 2018, tiempo de Conferencia Regional para los Misioneros de la Consolata en Colombia-Ecuador-Perú, unos jóvenes misioneros, mientras preparaban la Conferencia en sus contenidos, metodologías, dinámicas, espiritualidad y ambientación, contemplaron por un instante, desde afuera y con mirada platearía, el Instituto Misionero en el territorio regional. Le describieron la visión al Diagramador profesional de Medellín, Jorge Omar Gonzáles, quien generó esta imagen infográfíca, mediante la informática.

Vamos a mirar la imagen pensada por los misioneros y pintada por Omar:

ü  La mirada planetaria nos permite percibir que el territorio puede contener el planeta, recibir de él y ofrecerle al mismo tiempo, en una dinámica de reciprocidad complementaria.
ü  La mirada desde el espacio no nos señala fronteras, a no ser las de los colores, en cambio, sí aparecen muchas cuando miramos desde el territorio.

La mirada planetaria permite elaborar un nuevo pensamiento, genera nuevos sentidos. A nosotros, Misioneros de la Consolata en búsqueda de la “continentalidad” y participantes en la Iglesia Católica como miembros de una Institución planetaria, con un Carisma misionero ad gentes, nos exige y facilita la elaboración de nuevos mapas humanos, interculturales y misioneros.

Los Colores de la Icona de la Consolata, azul - verde y rojo, que alguna vez, durante la persecución de los misioneros italianos en Abisinia, hoy Etiopia, les sirvieron de bandera protectora, hoy, vistos desde el espacio, se diluyen en ese “blanco azul” del manto universal y el “verde niño” de los biomas, impregnados de minúsculas luciérnagas y vinculantes heliconias, como el de la amazonia refrescada por el viento espiritual en movimiento, la “ruaj” universal preñando la creación. Al fondo la estrella solar que alumbra el todo y las partes, como el hombro de la mujer. Nuestra principal fuente de energía, que se manifiesta, sobre todo, en forma de luz y calor.

Recostada en la cóncava y fértil canoa colombiana, conectada desde el color “café tierra” de su geografía, la mujer mestiza con aire indígena, va tejido con hilo “azul agua” la amazonia ecuatoriana, peruana y continental. En su vientre brilla la creatura amarilla prestes a nacer. La mujer, que puede ser la misma amazonia, la Iglesia o el IMC en la Región, va rumiando, con serena austeridad, “el coraje de cambiar”. Cambiar, cambiar, cambiar en lo físico y en lo mental, cambiar en lo psicológico y lo espiritual. Ser madre de una nueva creatura para contemplar, cuidar y acompañar.


Una Región en el Instituto, como la de Colombia-Ecuador-Perú, que quiera revitalizarse y reestructurarse tiene que tener la conciencia y “el coraje de cambiar” progresiva, no bruscamente. Como la mujer, debe ser bien consciente de los cambios que deberá enfrentar en su mentalidad y comprensión, en sus sensaciones y visiones, en sus sentimientos y actitudes, en sus hábitos y tradiciones, en su organismo y organizaciones, en sus prácticas y acciones. Solo así podrá engendrar, gestar y alumbrar, dar a luz y ayudar a crecer la nueva creatura, la nueva Región, sin perder ni olvidar el camino recorrido hasta la última menstruación. El cambio no se improvisa, se prevé y se organiza. Una vez reconocido, debe de ser planeado con buenas asesorías y monitoreado, para que sea placentero y conduzca a feliz parto.

Las Miradas
seducen y aproximan, rechazan y alejan
 desde afuera, del cosmos, ofrece visión y alimenta la utopía
desde adentro, del territorio, pide acción y alimenta la raíz

¿Desde dónde, como misioneros, queremos o debemos mirar la misión?