lunes, 1 de julio de 2013

Cuando el viento sopla, refresca

 Foro Social Mundial de Túnez 2013

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1. Algunos datos. Entre el 26 y 30 de marzo tuvo lugar el Foro Social Mundial en la ciudad de Túnez. Se inscribieron cerca de 50.000 personas y 4.000 organizaciones, la mayor parte del país organizador y otros cercanos hasta sumar 127 nacionalidades distintas. Por continentes, después de África, la mayor parte de los activistas venía de Europa, sobre todo, desde Francia e Italia; y luego de América y Asia. Durante tres días se realizaron 1.000 talleres, 70 espectáculos musicales, se vieron 100 películas, 50 exposiciones y se realizaron otras actividades, la mayor parte en la Universidad de Al Manar. Además, hubo dos manifestaciones. La de apertura, el día 26 de marzo, contó con la asistencia de 25.000 personas. Mostró el abanico de reivindicaciones del Foro con algunas destacadas: la memoria Chukri Belaidi, dirigente tunecino de izquierdas asesinado el 6 de febrero pasado, las víctimas de la revolución tunecina y la causa palestina, a la que se dedicó en exclusiva la manifestación de cierre del Foro, coincidiendo con el día de la tierra palestina, el 30 de marzo. El lema de las acreditaciones y bolsas de los foreros era: Dignidad, Karama en árabe, palabra escrita en varios idiomas. Fue el duodécimo foro mundial tras su nacimiento en 2001 en Portoalegre (Brasil).
2. Un resumen casi imposible. Con este volumen de actividades, la mayor parte de manera simultánea, es difícil, o casi imposible, pretender hacer un resumen de lo allí visto y oído. Y más para una primer asistente, como es mi caso a un evento de esta magnitud y características. Hay que tener en cuenta, además que esto se debe también a la estructura y principios del Foro: un espacio de encuentro, de reflexión, plural, diverso y que busca sumar y renuncia imponer o fracturar por lo que rechaza las grandes declaraciones finales. Por estas razones, en la agenda de actividades del Foro no se destacaba de manera especial ninguna de ellas. Con todo, el primer día 26, estuvo centrado en las revueltas, revoluciones y alzamientos de los países árabes, con especial hincapié en la situación de Túnez. Los dos días siguientes se abrió un amplío surtido de temas, sobre economía, crisis, deudas, guerras, migraciones, aspectos sociales y, por primera vez, con el Espacio Clima, dedicado en exclusiva a aspectos ambientales y ecologistas.
Pese a ser conocidas sus características, el Foro sorprendía. No sólo por su tamaño. Si no por su abigarrada amalgama de stands, actividades y personas distintas y a veces, contradictorias. Desde charlas muy globales a talleres muy locales; desde un intento de unificar movimientos sociales al margen de los partidos políticos a la presencia de alguno de ellos en actividades paralelas o el propio foro; desde grandes ONGs como Oxfam o Caritas a colectivos y redes sociales de ámbito mundial, regional o local, como la Marcha Mundial de Mujeres o Vía Campesina; desde una especie de feria de causas sociales de todo tipo y un lugar de encuentro de redes y colectivos a un espacio de trabajo de creación de campañas y encuentro políticos; y el más, evidente, un espacio de encuentro que busca dar cabida a la mayor cantidad de organizaciones y personas que junto en un mismo espacio a una diversidad tan grande que a veces chocó entre sí: la delegación “oficial” marroquí contra la saharaui, los partidarios de al-Assad y los revolucionarios sirios, algunas pro-Saddam Hussein contra otros pro-Jomenei…
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3. Un foro muy árabe. Fue el primero organizado en un país árabe. En las reuniones previas se debatió si elegir El Cairo o Túnez como sede, y finalmente se decidió hacerlo en el país que derrocó primero a su dictador, Ben Alí,  en enero de 2011. Sin duda, fue un acierto. Por varias razones. Porque sirvió para que, fuera del mundo árabe, se pudiera  visibilizar y apoyar uno de los movimientos más necesarios y justos, el de las revueltas por el“pan, libertad y justicia social”. De hecho el grito de “el pueblo quiere la caída del régimen” fue uno de los coreados en las manifestaciones y actividades.  Y para la estructura del propio Foro porque se acercó a una experiencia de éxito, la de un movimiento popular que protagonizó un cambio de un régimen. Algo de lo que anda muy necesitado una estructura mundial como esta, siempre pendiente de su viabilidad y futuro.
Para los activistas tunecinos fue también un soplo de aire fresco. Atraviesan un momento difícil, desdibujados frente al resto de fuerzas, internas y externas, que están participando en el proceso de cambio y redefinición del país. En pleno debate sobre qué postura tomar ante las próximas elecciones, si agruparse en un bloque social y más netamente de izquierdas, o agruparse en uno en contra de En Nahda. Discutiendo su postura ante los retos que plantea la nueva Constitución que aún sigue debatiéndose en la Asamblea Constituyente. Ocupados en denunciar los problemas sociales que andan lejos de poder solucionarse y muy preocupados por la violencia política, después del asesinato de Chukri Belaidi y los problemas registrados entre manifestantes y militantes salafistas en diferentes regiones. Y también ha sido un gran empuje para multitud de activistas árabes que han podido encontrar un hueco para compartir experiencias y poder empezar a tejer campañas y redes. El alcance de estas redes será, como en todos los foros, algo que tendrá que concretarse dentro de la estela difusa de redes y activistas que salen de cada edición.
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4. Palestina en el corazón. Situada en el centro de las preocupaciones, como pegamento del magma difuso de grupos y personas muy distintas. Como una causa muy popular en todo el mundo árabe. Y muy sensible para las fuerzas de izquierdas y activistas de Europa. Capaz de concitar un apoyo que iba desde las derechas religiosas a los extremos de izquierdas. La tienda de Palestina fue uno de los lugares más visitados del Foro. Pero su importancia iba más allá de ese espacio. Se palpaba en la gigantesca bandera, de más de diez metros de largo, colocada en el anfiteatro principal, los cientos de kufiyas, pegatinas y banderas vendidos y usados a lo largo del foro y los bailes y cánticos improvisados en cualquier rincón alrededor de cánticos por la libertad y la justicia en improvisadas muestras de apoyo. Un soplo de aire fresco y suma de fuerzas activistas para un conflicto aparcado de las grandes agendas internacionales en los últimos años. También fue una oportunidad para presentar campañas conjuntas, tras haber realizado el Foro Social Mundial temático “Palestina Libre” en Brasil a finales de 2012.
Por otra parte, todas estas fuerzas representan un abanico de posturas muy distintas: derechos humanos, justicia histórica, anticapitalismo, anti-imperalismo, orígenes árabes, religión…  plasmadas en diferentes talleres organizados por diversas delegaciones árabes, sobre la campaña Boicot, Sanciones y Desinversiones en diversos países europeos y latinoamericanos o la exposición sobre Jerusalén de la delegación oficial iraní. Y una amplía mezcla de todo de tipo argumentos, que a veces avanzaban juntos y otras, no. En la manifestación final en favor de Palestina la división fue evidente. Hubo dos bloques claramente separados: uno formado por grupos religiosos, encabezados por En Nahda, con apoyo de Hamas y otros grupos con banderas salafistas; y otro encabezado por activistas tunecinos de izquierdas y muchas redes europeas. Desde esta última parte de la manifestación se acusaba a los activistas de En Nahda de “vender”la causa palestina en negociaciones políticas,  de “usar” un asunto muy sensible y popular para justificar políticas internas  de cada país y para hacer, en realidad, muy poco por cambiar la situación.
En todo caso, hay que destacar que en los últimos años continúa el crecimiento de las redes y legitimidades entorno a este problema, de una manera que se puede asemejar a los años previos  a la primera intifada. Es muy pronto para saber hacia donde puedan llevar estos movimientos o qué influencia tendrá en la complicada situación de Palestina, dada la gran cantidad de intereses, fuerzas y poderes que actúan en el conflicto más enquistado de Oriente Medio. Pero existen. Y están en crecimiento. Algo que puede haber empujado el FSM.
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5. La pelea por la hegemonía entre partidos religiosos y activistas. La manifestación de cierre sirvió como fotografía de una situación que se repitió durante todo el foro. Especialmente entre los participantes tunecinos. Hay una especie de lucha por la “hegemonía” y los réditos de la revolución. ¿Quién participó? ¿En qué grado?¿Qué se puede deducir de ello? ¿Cómo gestionar los resultados electorales? ¿Qué reglas de juego dejará la nueva Constitución? Y esa disputa se expresó en el elevado número de stands de organizaciones religiosas.
Además de la presencia de los tunecinos de En Nahda, carpas de la marroquí  Justicia y Caridad, participantes de Hamás, de organizaciones caritativas de Arabia Saudí… Con posturas que, en el caso de los activistas tunecinos, iban desde el intento de buscar los puentes que unieron en la lucha contra la dictadura de Ben Alí, y que expresaba bien ese taller que buscaba herramientas de negociación entre salafistas y activistas, a otros que querían defender espacios e ideas, en asuntos sociales, aborto, políticas económicas o alianzas internacionales, como la repetida crítica de la alianza de Qatar con el partido gobernante. En el concurrido taller sobre islam y democracia organizado por la plataforma de partidos seculares Unión por Túnez, Ameur Layaraedh, director del buró político de En Nahda, reconoció que el foro venía bien a la imagen del país pero que su partido sólo tenía en común con los participantes la causa palestina.
El equilibrio de fuerzas entre los opositores de Ben Ali, los restos del antiguo régimen y las influencias extranjeras será clave para a saber como y hasta que punto cambiará este país. Se vuelve a poner sobre la mesa, de diferente manera, el asunto de la vertebración de cada país y de qué partidos y organizaciones sacarán suficientes réditos para gobernar. Se adivinan grandes complicaciones debido a la historia reciente, al uso de la religión como herramienta política por las dictaduras y partidos opositores, que buscaban su legitimación ante sus poblaciones.
En este “caldo”, los activistas nacidos de los movimientos espontáneos se deben enfrentar a grupos muy estructurados, enraizados y con relaciones exteriores. A la vez, sufren el no haber podido realizar actividades públicas en el pasado, debido a la represión y el estar cortados de todas las realidades del país, más allá de la capital y de sus círculos habituales. Acercarse y trabajar con cada vez más capas populares será una de sus claves. Sobre todo, para aquellos que buscan cambios a largo plazo. Estrategia para la que aún esperan conectar con las bases más sociales de unos partidos religiosos en pleno cambio y lucha interna de poder. Cada país con un alzamiento abierto tiene su pasado y condiciones. Pero todos comparten, con sus diferencias, esta clave.
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6. Ideologías y Siria. En las conversaciones de pasillos, comidas y preguntas en los talleres, se observó un rico y creciente compromiso que, en muchos casos, dibujaba también una orientación de izquierdas en muchos activistas árabes y, en algunos, una recuperación de doctrinas de izquierdas con gran peso ideológico. Quizá un movimiento de péndulo para unos activistas  tunecinos y árabes con pocas posibilidades de poder conocer otros referentes en la dictadura. Quizá el refuerzo ganado por grupos que protagonizaron el proceso contra Ben Alí. Quizá el influjo de un foro más orientado hacia esa tendencia que a otras organizaciones de base. En todo caso, también se apuntan problemas. No sólo los de la adaptación de esas ideologías a las realidades locales, sino su adaptación al complejo mundo actual y a los intentos de cambios e identidad de unas izquierdas mundiales en abierta crisis desde hace más de 20 años. Por lo que sería muy adecuado que si ahonda en estas ideologías se puedan recibir y adaptar, también, todas sus últimas trayectorias y dilemas.
Y el caso de Siria era uno de los más destacados de esta clave.  Si en alguna sesión se cuestionaba porque el Foro no denunciaba con más ahínco un conflicto que ha dejado más de 70.000 muertos y 5 millones de desplazados en otros ámbitos, como en el stand del partido Baaz de Túnez exhibían carteles de Bashar al-Assad junto a una miríada de personajes que iban desde Chávez, Lula a Ahmadineyad o Nasralá. Un áspero e irreconciliable debate batalla que calcaba el que se da al otro lado del Mediterráneo. Más allá del siempre necesario conocimiento de lo que sucede, como cambia y qué se debe hacer, se echan en falta actitudes más abiertas, escuchar a los activistas sirios que explicitaron en otros talleres el trabajo de los comités locales, campañas y complejidades basadas en valores y libertades enfrentadas a una tiranía, violencia brutal  y desplazamiento de sus demandas ante la primacía de los enfrentamientos armados y utilización de un conflicto local como campo de batalla regional y emergencia de proyectos rigoristas. No hacer barricadas de bloques de países que ya no existen como lo hicieron hace 25 años y que, en cualquier circunstancia, no deberían impedir la unión de geopolítica, alianzas y cercanía a personas y valores.
Las masacres en Siria son una catástrofe para todos sus habitantes, y una vergüenza para un sistema internacional lleno de intereses y siempre al borde de borrar los pocos avances en derechos y justicia. Pero puede ser mucho más fuera del país. Porque hay un  amplio abanico de posturas para acercarse a este tema, desde abordar las consecuencias humanitarias a la adhesión a uno y otro bando, pasando por la defensa de principios y derechos. Situarse al lado de un dictador sanguinario que actúa como si estuviera conquistando su propio país deja a los activistas sirios muy solos y a las poblaciones del país y la región, huérfanas de referentes. Lo que allana el terreno a influencias externas y proyectos retrógrados. Y desdibuja el soplo de aire fresco nacido desde 2011.
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¿Qué quedará del Foro? Es la gran pregunta que todos los asistentes se hacían. Más allá de la energía, del apoyo a la situación en Túnez, de los contactos, de las redes creadas o trabajadas… El propio Foro no estáconfigurado para ser nada más de lo que es. Con sus logros. Con sus contradicciones. A medio camino de la unidad y la dispersión. A medio camino de una feria de grupos contestatarios y creación de espacios regionales y mundiales. En todo caso, el futuro es un asunto de reflexión permanente y más en unos últimos años en que ha perdido la primacía y atracción que tuvo a principios de siglo. En uno de sus talleres se abordó su presente y futuro a través de la relación con otras redes como las del 15M de nuestro país o Occupy Wall Street y de sus propias contradicciones, de apertura a cada vez más grupos y países y organización, a través del Consejo Internacional del Foro.
Más allá de la compleja estructuración entre estructuras tan abiertas y horizontales, se debatía del sentido último del FSM. Desde la necesidad ya plasmada en sus inicios de Porto Alegre de la necesidad de mundializar resistencias frente a poderes ya globales. Y en ese aspecto se constataban las dificultades. Algunos clamaban por hacer bandera de las denuncias a la austeridad económica. Mientras otros recalcaban que esa necesidad, sobre todo europea, no formaba parte de sus problemas sociales. Y es que, en el caso de las concreciones resalta la dificultad de crear redes más sólidas más allá de estructuras como el Foro. Como demuestran las escasas campañas  europeas, o siquiera de algunos países del Sur de Europa que comparten problemas muy similares, en marcha. Por no decir más allá de ámbitos regionales más compactos.
Y es que de la necesidad de internacionalización choca con realidades difíciles de cuajar incluso dentro de los panoramas nacionales y muy marcadas por unas fronteras que siguen pesando mucho. Sea en Europa, sea entre los países árabes. Aún con la nostalgia del éxito mundial de la manifestación contra la guerra de Irak de 2003, convocada desde el FSM, es evidente que las estelas difusas de estructuración, sean en Foros u otros movimientos, ayudan a dar base y reivindicaciones sociales mundiales de descontento. Es complicado saber en qué grado contribuyen a los procesos de cambio tanto a corto como largo plazo. Pero se intuye que sin ellas, serían más débiles o más desestructurados. Eso sí, siempre que se peguen a los problemas, locales y globales, de un mundo convulso y en profundos y complejos cambios.