domingo, 27 de diciembre de 2015

Sin suelo no hay consuelo


En la ConSOLata está el Sol 
"por la entrañable misericordia de nuestro Dios..." 


El suelo está agotado de tanta explotación, sin ecua reposición.
El suelo está cansado de tanta producción, para su propia contaminación.
El suelo asolado cruje resquebrajado: agua, grita, por compasión!
El consuelo para el suelo es que el SOL está en la aSolación.

El solo, humano, deambula desterrado, buscando su Pachamama,
sin tierra, sin casa, sin sueldo, reposa en el suelo, rumiando su desolación
El ser humano, desolado, llora implorando compasión
El consuelo para el solo es que el SOL está en la deSolación,

Hoy, en la fiesta de Caná, en la humanidad en general, falta el vino
Falta el vino del cariño,
del vientre compasivo, del abrazo fraternal.
Falta el vino de la tierra,
del suelo para el cultivo, del salario para la solidaridad.
Falta el vino de la fe
del culto en la justicia que conduce a la paz.

Alguien tiene que gritar: no tienen más vino!

Un grito brota de la compasión de Jesús: dénles Ustedes mismos de comer!
Otro surge de la misericordia de Francisco: no se dejen robar la alegria!
Otro viene desde la profunda Amazonia: tejamos una red eclesial, REPAM!
A todos responde el Padre de toda ConSolación, Emmanuel: estoy-con-Ustedes!

El SOL que nace de lo alto, ha colocado su tienda entre nosotros:
por el vientre de María, la mujer de galilea, entró en la humanidad
en el vientre de la "morenita" del Pepeyac, se manifestó en Amerindia
de la mano de la ConSolata, sentado en su costado, nos da su bendición.

  
Feliz año, de mucha ConSOLación! 
 
Que el Sol naciente nos acaricie con la aurora del año nuevo
Que el Sol ardiente nos ilumine el camino y el caminar
Que el Sol poniente nos recargue de energía para continuar la travesia
Que en cada noche se geste el sol de un nuevo dia.

viernes, 11 de diciembre de 2015

Júbilo jubilar en la Casa de la Consolata


En el dinamismo misionero de la Consolación

Noviciado Misionero de la Consolata 2015 
Nos ha visitado el Sol que nace de lo alto

Visita del mensajero de la misericordia
El Papa Francisco, venido de las pampas argentinas a Roma – Italia, tierra de sus antepasados, sale del aeropuerto de Fiumicino (05/07/2015), cruza el Atlántico, entra en los Andes y junto al Chimborazo, saluda en lengua y lenguaje local:
    Amigos todos, comienzo con ilusión y esperanza los días que tenemos por delante. En Ecuador está el punto más cercano al espacio exterior: es el Chimborazo, llamado por eso el lugar “más cercano al sol”, a la luna y las estrellas. Nosotros, los cristianos, identificamos a Jesucristo con el sol, y a la luna con la Iglesia. La luna no tiene luz propia, si la luna se esconde del sol se vuelve oscura. El sol es Jesucristo y si la Iglesia se aparta o se esconde de Jesucristo se vuelve oscura y no da testimonio. Que estos días se nos haga más evidente a todos la cercanía “del sol que nace de lo alto”, y que seamos reflejo de su luz y de su amor”.
Visita de la joven del Adviento
Del mundo divino a donde había sido llevada desde la Palestina, sale la madre de la misericordia, atraviesa el tiempo y el espacio, entra en México (ombligo del mudo) a la aurora del Quito sol y, en el cerro del Tepeyac, saluda al pueblo indígena en lengua y lenguaje Nahualt, con códice cultural:


En el centro de su imagen, grabada como códice cultural, en el poncho del Indio Juan Diego, aparece una flor de cuatro pétalos, el jazmín mexicano: flor solar que representa a los cuatro puntos cardinales o “rumbos” del universo y que con su punto central recuerda al Quito Sol, época que el pueblo estaba viviendo. Esta flor solar, en posición del Nahui Ollin, es sea, “siempre en movimiento”, en vientre de la joven virgen, vestida del sol (cfr. Ap. 12,1), representa al “arraigadísimo Dios por quien se vive”, que se encarna en la “morenita del Tepeyac”.


Afirman los historiadores que en el dia en el que se estampó la Virgen de Guadalupe en el ayate de Juan Diego,12 de Diciembre de 1531, se reunieron en el cielo cuatro grandes símbolos para los indígenas:

a) El renacimiento del sol: En ese día los indígenas pudieron observar un fenómeno que sólo se puede apreciar un día al año: el nacimiento del nuevo sol en el solsticio de invierno. El sol moribundo que vuelve a cobrar vigor significaba el retorno de la vida, el resurgimiento de la luz, un nuevo sol.

b) El regreso de Venus: El planeta Venus solamente cada ocho años retorna junto con el sol. Los indígenas lo interpretaban como el regreso de Quetzalcoátl, el Dios–hombre, representado por Venus. Su aparición marcaba el retorno de la luz, de la religión y de la cultura.

c) Conjunción Sol-Venus: Ésta da origen al símbolo de la plenitud, el Nahui Ollin. Tanto Venus-Quetzalcoátl como Sol-Tonatiuh eran símbolos de Dios. Al conjuntarse ambos en el cielo ese día, podía observarse una plenitud de simbolismos divinos.

d) La aparición del cometa Halley: El día 12 de diciembre de 1531 el cometa Halley iba llegando a la cima del cielo (cenit). 
Fuente: virgendeguadalupe.org.mx

Gracias a tus entrañas de misericordia, Padre, fuente de toda consolación, por el Don
para  "ellos"
para "nosotros"
y  para los "otros"

jueves, 10 de diciembre de 2015

Jubileo de la misericordia

Nos visitará el SOL que nace de lo alto”

Programma delle celebrazioni di Natale a Betlemme
En Belén, la "casa del pan"

    Nuestro Dios, como todas las personas y los pueblos, tiene experiencia de visita. El nos ha visitado y nosotros todos hemos sido visitados o hemos visitado.
   Pero no todos visitamos de la misma manera y por eso, no todas las visitas son iguales. Cada cultura genera su forma o estilo de visitar. Podemos entonces afirmar que la visita, como dato socio-cultural, además de ser universal, es también cultural o sea plural, diversa.
   Como construcción y patrimonio humano, nuestras visitas, se realizan en un tiempo y en un espacio especificos, nacen de una motivación o son originadas por algún motivo o causa, exigen abrir la puerta de la propia casa-mundo y salir para ir a la casa-mundo del otro, un desplazamiento de lo conocido-habitual a lo novedoso-revelador. Cuenta, además, con un llegar, llamar y esperar que el otro abra la puerta de su casa-mundo, intercambie gestos o palabras de saludo y convide a entrar.
   Ya dentro, mientras se recorre con los sentidos el nuevo espacio, se van generando y desarrollando dinámicas de apertura e intercambio de cofres privados: el cofre de las memorias (pasado, presente y futuro entremezclados), el de las sensibilidades y sentimientos, del corazón, el cofre de la economía (comida compartida, regalos intercambiados) y, no pocas veces, el cofre de la fe, de espiritualidades (oración, ritos, rituales vivenciados), todas dentro del dinamismo generoso y gratuito del don, de la gracia reciproca.
   Todas las visitas tiene comienzo y fin, saludo y despedida, agradecimientos y compromisos, menos la visita del Emmanuel (Dios con nosotros) , que vino y se quedó hasta el final de los tiempos.
   Esta visita permanente es la que los cristianos actualizamos litúrgicamente, cada Adviento, para no olvidarnos de su presencia y actualizar, con jubilo, el “Jubileo”, orando y trabajando para que sea realidad católica, universal y cosmica.
   Este año el Papa Francisco nos regala un yobel o cuerno de cordero, para que lo toquemos alegres entre nosotros, con los otros y la creación entera, como lo hacia el Pueblo de la Antigua Alianza (cfr. Lev 25,9), pidiendo, agradecidos y comprometidos: “Venga a nosotros tu Reino”. Queremos acelerar la “jubilación”, no para no hacer nada sino para intensificar el “cuidando” de todo y de todos, a partir de los más débiles, para que la vida viva en justicia y paz.

A. ¿Por qué (causa) La Visita de Dios ?

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto”
Nuestro Dios, el Dios de los cristianos, es el revelado por Jesús, su consagrado-enviado (misionero) para evangelizar a los pobres, proclamar a los cautivos libertad y a los ciegos la recuperación de la vista, para enviar los oprimidos en libertad, para proclamar un año de gracia del Señor (jubileo).
El Jesús de los Sinópticos inaugura el Reinado de Dios, su misión, con el anuncio del Jubileo, uniendo así Reino de Dios y Jubileo (Lc 4, 18-19 (cfr. Is. 61,1-2) Mt. 11, 2-6 y Lc. 7, 18-23).

Es un Dios de entrañable misericordia, como nos lo ayuda a entender Juan Pablo II en su encíclica Dives in misericordia, cuando nos dice que en el Antiguo (primer) Testamento el término misericordia es la traducción de los vocablos arameos hesed y rahmin. El primero se refiere a la bondad de Dios, a su amor, a su fidelidad a la Alianza. El segundo a una dimensión maternal, a entrañas de madre. Términos que juntos manifiesta la presencia y acción de un Dios Padre que ama con entrañas de madre: “¿Puede una madre olvidar al niño que amamanta, no tener compasión del hijo de sus entrañas? Pues, aunque ella se olvidara, yo no te olvidaré” (Is 49, 15)

Es un Dios en visita permante,... nos visitará el sol que nace de lo alto”
Nos visitará...”, o mejor, ya nos visitó y se nos donó, como nos lo dice Juan en su evangelio: “tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo único” (Jn 3,16).
Es El mismo, el de las entrañas de misericordia, quien toma la iniciativa, sale de su mundo e entra en el nuestro, sin ser llamado, nos “primerea”, como dice el Papa en argentino. Nos ama y por eso viene a habitar en nosotros, a vivir con nosotros, a acompañarnos en la misión de generar, defender y promover la vida, alimentando la esperanza, dando El la propia, para que todos la tengamos en abundancia y de calidad: “Yo he venido para que todos tengan vida, y para que la vivan plenamente (Jn 10,10). Con su testimonio nos convoca y envía, guiados, iluminados y fortalecidos por el Otro Paráclito, como servidores de la vida. No podemos, pues, esperar a que nos llamen, debemos adelantarnos, sin miedo y visitar: “salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cruces de los caminos para invitar a los excluidos... (al banquete de la vida). ¡Atrevámonos un poco más a primerear! (E. Gaudium n. 24).

B. ¿Para qué? (finalidad de la visita) iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz” (Lc 1, 77-79)

... iluminar a los que viven en tiniebla...”, no solo con la luz ordinaria del sol cotidiano que en cada aurora vence la oscuridad y calienta la creación, sino también con la Luz que entra en la casa-cosmos por la puerta mariana de Nazaret, iluminando toda la creación (cfr. Juan 1, 9) y haciendo florecer el viejo tronco de Jesé ((cfr. Is 11, 1-2). “En Él estaba la vida y la vida era la luz de los seres humanos” (Jn 1,4). El mismo se presenta diciendo Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Jn 8,12).

... y guiar nuestros pasos por el camino de la paz..., hasta cuando nos sentaremos a la mesa del Cordero (cfr. Ap. 19,-7-10), en donde el mismo Emmanuel (Dios-con-nosotros)enjugará toda lágrima de nuestros ojos y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor...” (Ap. 21, 4). Disfrutaremos para siempre de la verdadera y definitiva consolación. Ya “no habrá más noche, ni se necesitará luz de lámpara o de sol...” (Ap 22,4-5), serán “nuevas todas las cosas...”(21,4).