La Biblia: Luz, Consuelo y Fuego misionero
Septiembre mes de la Biblia
El mes de septiembre, mes de la Biblia, lo conocemos así los
católicos porque en él se celebra la festividad de San
Jerónimo (día 30), quien dedicó su vida al estudio y a la traducción de la Biblia del griego y el hebreo al latín, la
lengua del pueblo, versión conocida como Vulgata. El motivo es para
acercarnos más a ella y profundizar en su aporte a la vida de cada discípulo
misionero (laico, consagrado u ordenado) y de cada comunidad de fe, institución
o movimiento eclesial centrados en la persona de Jesús, Palabra encarnada en la
humanidad y sus contextos.
Propuesta de San José Allamano
El fundador de los Misioneros y Misioneras de
la Consolata inspiró su vida y ministerio en la Palabra de Dios. Sus
conferencias, cartas y charlas de formación a los misioneros aparecen
sustentadas con citas bíblicas y testimonio de muchos santos. Les insistía en
la formación bíblica profunda: "La Biblia debe ser nuestro pan
cotidiano. Si no la conocemos, ¿cómo anunciaremos a Cristo?". Promovía,
como lo hace hoy el Pueblo de Dios a través de las Comunidades Eclesiales de
Base – CEBs, en América Latina, una relación viva con la Biblia, no como
conocimiento teórico, sino como herramienta para transformar corazones y
realidades, con enfoque liberador y contextual.
La misión nace del corazón de Dios y la viven aquellos que “escuchan la Palabra, la meditan en el corazón y dan fruto con perseverancia” (Lc 8,15). El Fundador y Formador Allamano quería a sus misioneros “santos, sabio y trabajadores”. Capaces de convivir, en “espíritu de familia” y trabajar concordes, con “espíritu de cuerpo”. Amigos y discípulos de María Consolata. Respetuosos compañeros de las personas y los Pueblos a donde son destinados, para trabajar con ellos en la transformación personal y de sus ambientes. Para vivir una vida así entendida necesitamos una espiritualidad bíblica misionera, sólida y práctica.
Juntando
las dos fuentes espirituales, inspiradas y sostenidas en la Palabra de Dios, la
de José Allamano y la del Pueblo de Dios (Iglesia) en nuestro continente, encontramos
el agua necesaria para calmar la sed en el camino de la vida - misión y el pan vivo,
suficiente para resistir el camino y el trabajo, sin desfallecer. Allamano nos
la ofrece como Luz, Consuelo y Fuego y las Comunidades Eclesiales
de Base (CBs) nos la brindan como Palabra viva que ilumina la vida de los
pobres, anima la comunidad y mueve a la liberación personal y social.
Cada
uno de los participantes al Encuentro, en el Centro de Misión y Culturas José
Allamano, recibimos del P. Juan Gabriel Acosta, joven Misionero de la Consolata,
doctorando en Biblia en la Universidad Javeriana de Bogotá, la siguiente Carta,
simbólicamente enviada por San José Allano.
Queridos
misioneros y misioneras
Al acercarse el centenario de mi Pascua,
quiero dirigirme a ustedes con las mismas convicciones que animaron toda mi
vida. Si algo deseo repetir hoy con fuerza es esto: la Sagrada Escritura
debe ser su primer estudio, su alimento diario, la luz de su camino.
La Biblia no
es un libro entre otros; es la voz misma de Dios que acompaña, corrige,
consuela y enciende el corazón. Yo mismo les dije muchas veces: “La Escritura será su consolación en la
misión”. Y hoy lo repito: también será su consolación, su fuerza y
su esperanza en el trabajo que realizan.
Cuando el
cansancio o la dificultad los visite, abran la Palabra y encontrarán ánimo.
Cuando la misión parezca dura o estéril, dejen que ella sea fuego en su
interior. ¿No ardía acaso el corazón de los discípulos de Emaús cuando Jesús
les explicaba las Escrituras? Así también arderá el de ustedes si la meditan
con humildad y fe.
Acérquense a
la Palabra con pureza de vida, para que lo que escuchen lo puedan vivir.
Léanla siempre con oración, pidiendo la luz del Espíritu Santo. Y
háganlo con sencillez y humildad, sabiendo que es Dios mismo quien les
habla.
Se lo repito
con el corazón de padre: amen la Sagrada Escritura. Hagan de ella su alimento
de cada día. Allí encontrarán la fuerza para perseverar, la alegría de servir y
la luz para iluminar a las comunidades a las que son enviados.
Que este año
2025 sea un tiempo de gracia, en el que toda la Familia Misionera de la
Consolata redescubra la centralidad de la Palabra de Dios, para que al celebrar
el centenario de mi Pascua en 2026, puedan decir con verdad:
“Hemos hecho de la Biblia nuestro consuelo, nuestro fuego y nuestra
guía en la misión”.
Con afecto y
mi bendición,
San José
Allamano
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