Familia Misionera de la Consolata
Escuela de humana santidad
Beatificados/as: reconocidos por su santidad
José Allamano - Fundador y Formador
Irene Stefani - Misionera "madre de misericordia", en la vida cotidiana
Leonella Sgorbati - Misionera Mártir por la fe
El Prefecto de la Congregación para las
Causas de los Santos, Cardenal Angelo Amato, presidió la Misa de beatificación
de la religiosa italiana Leonella Sgorbati, asesinada a balazos a la salida del
hospital donde trabajaba en Somalia.
En una abarrotada Catedral de Piacenza, en
el norte de Italia, el Cardenal Amato recordó este sábado 26 de mayo que las
últimas palabras de la religiosa fueron “perdono, perdono, perdono”. “Las
mismas palabras de Jesús cuando perdonó a quienes lo crucificaron: ‘Padre,
perdónalos porque no saben lo que hacen’. Estas palabras son la carta de identidad
del mártir cristiano”.
Sobre la mártir perteneciente a las
Misioneras de la Consolata, el Purpurado dijo que “el asesinato de inocentes es
el susurro del espíritu del mal”. “Sor Leonella bañó con su sangre bendita la
tierra somalí, que antes era un pacífico territorio de África oriental y que
hoy es un lugar de desolación y muerte”, añadió.
El Cardenal explicó luego que en las
últimas décadas han ocurrido varios asesinatos de líderes católicos como Mons.
Salvatore Colombo, primer Obispo de Mogadiscio, fallecido en 1989. “Sor
Leonella hace parte de este cortejo de benefactores de la humanidad pobre y
necesitada, asesinados por odio a la fe cristiana”, agregó.
La hermana Simona Brambilla, Superiora
General de las Misioneras de la Consolata, escribe en el diario del Vaticano,
L’Osservatore Romano, que la guerra civil en Somalia, donde había una fuerte
presencia del extremismo islámico, “obligó a las hermanas a un éxodo forzado en
1991, aunque quedó un pequeño grupo en el hospital S.O.S. Kinderdorf International”
donde trabajaba la hermana Leonella.
“Las hermanas sabían que estaban en
riesgo, pero cada una había decidido permanecer. El domingo 17 de septiembre de
2006, al final de las lecciones, la hermana Leonella salió de la escuela para
volver a casa. Después de algunos pasos se oyó un disparo. Una bala la impactó.
Intentó volver al hospital-escuela, pero fue baleada nuevamente y cayó al piso.
Algunas personas la llevaron al hospital adonde llegó consciente”.
“Mi vida la he entregado al Señor y él puede
hacer de mí lo que quiera, por esto no tengo miedo y confío en él”, dijo la
Beata que poco a poco se fue agravando. “Perdono, perdono, perdono”, fueron sus
últimas palabras antes de morir a la 1:45 p.m.
La hermana Leonella Sgorbati, nació en
Rezzanello (Italia) en 1940. Entró a las Misioneras de la Consolata a los 23
años. Estudió enfermería en Inglaterra y fue enviada a Kenia.
En el año 2000 comenzó a formar enfermeras
y parteras en el hospital S.O.S. Kinderdorf International de Mogadiscio, cuyo
primer grupo se graduó en septiembre de 2006.
El sitio web de las Misioneras de la
Consolata recuerda que ese mes “también llega a Somalia la noticia de los
disturbios en el mundo musulmán por algunas palabras pronunciadas por el Papa
Benedicto XVI en Ratisbona”.
El 12 de septiembre de 2006 Benedicto XVI
pronunció su famoso discurso en la Universidad de Ratisbona (Alemania), que los
medios manipularon para presentarlo como una “ofensa” a los musulmanes.
En el discurso citó al docto emperador
bizantino Manuel II Paleólogo, cuando este dialogaba en 1391 con un persa culto
en Ankara, la actual Turquía: “Muéstrame también lo que Mahoma ha traído de
nuevo, y encontrarás solamente cosas malas e inhumanas, como su disposición de
difundir por medio de la espada la fe que predicaba”.
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Según el semanario español Alba, fue la
BBC de Inglaterra la que suscitó la violencia entre los musulmanes al publicar
en sus ediciones en árabe, turco, parsi (Irán) y urdu (Pakistán) la noticia
titulada: “El discurso del Papa excita la ira musulmana”. Si bien Benedicto XVI
pidió disculpas por si alguien se sintió ofendido, no se retractó de lo que
dijo.
Tras el asesinato de la hermana Leonella
Sgorbati, Benedicto XVI envió un telegrama con sus condolencias a las
Misioneras de la Consolata en el que deploró “firmemente toda forma de
violencia” e hizo votos para que “la sangre derramada por una discípula tan
fiel del Evangelio se convierta en semilla de esperanza para construir una
auténtica fraternidad entre los pueblos, en el respeto recíproco de las
convicciones religiosas de cada uno”.
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