miércoles, 23 de abril de 2025

Pascua con Jesús y con el Papa Francisco

 Misión de Semana Santa: Un caminar con el Siervo Sufriente


Durante la Semana Santa de 2025, treinta jóvenes universitarios y profesionales, acompañados por cuatro sacerdotes misioneros de la Consolata, emprendimos una experiencia profundamente transformadora en la parroquia El Señor de la Victoria, en Lebrija, Santander.

Nuestra misión nos llevó a sumergirnos en una reflexión profunda sobre el sufrimiento y la esperanza, dos realidades palpables tanto en los relatos de la Pasión del Señor como en la vida cotidiana de las personas, en la madre tierra y en la humanidad entera.

La misión del Siervo Sufriente

El Siervo aparece en diversos pasajes del profeta Isaías (42,1-7; 49,1-9; 50,4-11; 52,13-53,12) como un elegido de Dios, llamado y enviado con una misión que, paradójicamente, es fuente de dolor y esperanza:

  • v      Guiar a quienes han perdido el rumbo y buscan el camino recto.
  • v      Consolar y animar a los fatigados, abatidos y sin esperanza.
  • ❖ Liberar a los cautivos y prisioneros, Iluminar el sendero de quienes caminan entre tinieblas y sombras de muerte.

  • El Profeta de Dios presenta su vocación y misión, en el corazón de su libro sobre la Consolación: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Me ha enviado a dar la buena nueva a los pobres, a sanar a los de corazón destrozado, a proclamar la liberación a los cautivos y a los prisioneros la libertad. Me ha enviado a proclamar el año de gracia del Señor y un día de venganza de nuestro Dios; para consolar a todos los afligidos, para cambiar por una corona la ceniza de los afligidos de Sion, su ropa de luto por perfumes de fiesta, y su ánimo triste por cantos de alabanza” (Is 61, 1-3).

Desde esta perspectiva profética, Jesús de Nazaret es comprendido por los escritores del Nuevo Testamento, especialmente Lucas, como el Siervo Sufriente. El enviado por Dios Padre con la misión de llevar a plenitud las profecias gritadas a todo el pueblo y susurradas a cada corazón. Los dolores del Siervo antiguo se actualizan y reviven crudamente en la Pasión y muerte de Jesús: la detención injusta, la humillación, las bofetadas, los salivazos, el juicio arbitrario, la flagelación, la coronación de espinas, el camino del Calvario, la crucifixión, la agonía y, finalmente, la muerte.

El mismo Jesús, releyendo al Profeta Isaías (Lc 4, 18-19), presenta su vocación y programa misionero en la Sinagoga de su pueblo: “El espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar la buena noticia los pobres; me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos; a dar vista a los ciegos, a liberar a los oprimidos y a proclamar un año de gracia del Señor.” 

Con Jesús, por el camino y en la mesa

Acompañar a Jesús en su travesía desde Galilea hasta Jerusalén, siguiendo el relato del Evangelio de Lucas, es adentrarse en una experiencia de confrontación, desencuentro y dolor, que culmina en la entrega total de su vida. Pero también es un aprendizaje sobre la fidelidad apasionada a la misión confiada, sobre el amor llevado al extremo, hasta el sacrificio.

Este recorrido no es únicamente físico o histórico, sino profundamente espiritual, tejido con encuentros humanos y divinos que marcan el alma y renuevan el espíritu. No se trata solo de los lugares que Jesús visitó, donde dejó signos, milagros y enseñanzas, sino de los momentos cruciales en que se sentó a la mesa, compartió el pan y abrió los corazones.

Es un camino hacia la vida resucitada: una existencia sembrada, no enterrada; una presencia viva, no sepultada ni extinguida. De ahí que resaltamos los encuentros en la mesa, espacios de fraternidad y solidaridad, donde el pan recibido se transforma en alimento compartido, en vínculo entre los que se reúnen para celebrar la vida. Las mesas no fueron solo lugares físicos, sino ámbitos de reconciliación, donde se tejieron lazos entre personas, animales, plantas, lluvia y sol; entre el entorno y el Creador. Así, nuestro caminar con Jesús no solo fue geográfico, sino espiritual y comunitario, transitando los senderos de la fe y la esperanza.

Pascua de Consolación y Esperanza

Al concluir nuestra misión, en el retorno a nuestros hogares, recibimos la noticia del fallecimiento del Papa Francisco. La entendimos como su Pascua esperada, un tránsito a la eternidad en plena sintonía con su vida entregada.

Jorge Mario Bergoglio, Papa Francisco, vivió en sincronía con:

     v La "Comunidad de la vida" (sincronía ecológica).

  • v  El Señor Jesús (sincronía discipular).
  • v  María, madre-discípula (sincronía eclesial).
  • v  Los discípulos y discípulas (sincronía sinodal).
  • v  Los pobres y excluidos (sincronía humana de justicia y paz).
  • v  El tiempo litúrgico (sincronía entre la cotidianidad, la Cuaresma y la Pascua).

El Padre maternal, al igual que hizo con su Hijo, transformará su sepulcro en un vientre nuevo para la vida resucitada. A nosotros nos queda la gratitud, y a él, la gloria de la fidelidad.

¡Feliz Pascua 2025!

¡Aleluya!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracia Chuchito, Jesús David, por tu visita y tu comentario.

Anónimo dijo...

Muy acertadas sus palabras Padre Salvador, en estos tiempos que la unidad deber ser el símbolo de la humanidad.